¿Cómo repensar la Marcha Verde?

En la tarde del miércoles del 5 de noviembre de 1975, cuando el rey Hassan II dio, en la ciudad de Agadir, la señal para el lanzamiento de la Marcha Verde hacia el Sáhara, dijo a los marchantes “si encuentran a algún español salúdenlo. Si disparan continúen su marcha”, una autentica maestría discursiva que reflejaba una estrategia calculada de presión psicológica y diplomática que consistía en evitar enfrentamientos directos, mantener la marcha como un acto civil pacífico y presionar a España para negociar la retirada del Sáhara, lo que finalmente se logró sin derramamiento de sangre tras pocos días de la marcha.
Al instruir a los voluntarios a saludar a los españoles y evitar confrontaciones, el rey de Marruecos buscaba proyectar una imagen de paz y legitimidad, mostrando que la marcha era una reivindicación pacífica de soberanía, no un acto bélico ni una invasión militar directa.
Múltiples ensayos y artículos han relevado a lo largo del medio siglo pasado, el carácter pacífico de este destacado evento, resaltando como, a pesar de su gran impacto histórico, se desarrolló sin recurrir a la violencia. Además de esta característica intrínseca, la Marcha Verde posee, para usar la expresión del sociólogo Louis Qéré, un verdadero poder hermenéutico, es decir, no se limita a un simple hecho que pasa, sino que se convierte en una fuente de sentido capaz de transformar nuestra comprensión de la historia, y que más allá de su desarrollo factico, produce una ruptura interpretativa, que funda una nueva perspectiva.
El poder hermenéutico es lo que podemos apreciar en el libro “La Marcha Verde la Epopeya Dios La Patria El Rey” del politólogo y profesor universitario Mustapha Sehimi, donde la Marcha Verde es percibida a través de varias voces, como un evento histórico en el sentido más fuerte de la palabra, un movimiento pragmático de alcance estratégico, un faro de memoria nacional, un momento definitorio para la conciencia del pueblo marroquí, un momento mágico en que todo nuestro pasado se fundió en nuestro presente, una gran fiesta popular fraternal y sin intenciones agresivas ocultas, una dinámica estructurante de la vida política del país, así como una brillante manifestación de unidad nacional, y un símbolo de comunión entre el trono y el pueblo. Distintas maneras de “decir” la Marcha Verde, que confirman su carácter dinámico y procesal.
Escribir un libro sobre un acontecimiento importante, varias décadas después de que tuvo lugar, ofrece una perspectiva enriquecida y un valor añadido significativo. De hecho, esta perspectiva temporal nos permite acercarnos al acontecimiento con una distancia crítica que es difícil de tener en la inmediatez de los hechos.
Por una parte, el paso del tiempo permite acceder a multitud de nuevas fuentes: archivos desclasificados, testimonios recogidos con la ventaja de la retrospectiva, análisis históricos en profundidad y, a veces, incluso documentos hasta entonces inaccesibles. Esta acumulación de información permite reconstruir el acontecimiento de forma más completa, matizada y objetiva.
Por otra parte, este período ofrece la oportunidad de evaluar las consecuencias a largo plazo del acontecimiento, a nivel político, social, económico y cultural. El autor de este libro analiza así no sólo lo que ocurrió a mediados de los años 70, sino también cómo este acontecimiento influyó en la evolución de la sociedad marroquí, de su cultura política y de sus relaciones internacionales, lo que permite situar el acontecimiento de la Marcha Verde en una continuidad histórica, teniendo en cuenta las revisiones historiográficas que hayan podido surgir.
Es en este sentido, que este hermoso libro ofrece una rica y minuciosa síntesis histórica del emblemático acontecimiento de la Marcha Verde, que marcó la recuperación pacífica del Sahara marroquí. Mustapha Sehimi, politólogo y observador informado de la vida política marroquí, traza con precisión los orígenes históricos, los desafíos políticos y las dimensiones populares de esta excepcional movilización nacional.
El autor no se limita a la simple narración de acontecimientos pasados, sino que constituye un trabajo intelectual en profundidad, que aporta un verdadero valor añadido al ofrecer un análisis global, contextualizado, y imprescindible para captar plenamente la trascendencia de ese acontecimiento en la historia moderna de Marruecos.
Las distintas contribuciones en este libro, de actores políticos, historiadores, politólogos y periodistas, destacan el contexto internacional de la época, marcado por la descolonización y las rivalidades geopolíticas, la visión estratégica del difunto SM Hassan II, quien concibió y orquestó esta marcha pacífica para afirmar los derechos históricos de Marruecos sobre sus provincias saharianas, la masiva movilización popular, con voluntarios civiles de todas las regiones del reino, impulsados por un espíritu de patriotismo y sacrificio, así como las consecuencias políticas y diplomáticas de la Marcha Verde, en particular su papel decisivo en el reconocimiento progresivo de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara.
Para repensar la Marcha Verde desde la distancia histórica disponible, el politólogo Abdallah Saaf retorna en este libro a la documentación desclasificada, particularmente a los archivos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, relacionados con las acciones de Henry Kissinger, de los cuales concluye que los americanos no parecían haberse opuesto seriamente a la Marcha Verde, sino que estaban más preocupados por prevenir un enfrentamiento militar en la región.
Aunque esta documentación ofrece nuevas informaciones sobre las condiciones en las que emergió la idea de la Marcha Verde en la mente del Monarca marroquí, y cuales eran inicialmente los objetivos, Abdallah Saaf destaca que muchas áreas oscuras permanecen y la Marcha Verde sigue siendo un campo prometedor para la investigación académica especializada.
En su testimonio recogido en este libro, el exdirector de la Radiotelevisión marroquí Seddik Maaninou, evoca el ambiente de aquel momento histórico, logrando transmitir vívidamente las emociones intensas que experimentaron los periodistas, corresponsales de guerra y enviados especiales de los medios de información que cubrían los hechos en aquel momento desde la cuidad de Tarfaya, donde se concentraron los 350.000 marchantes en un gigantesco campamento establecido cuidadosamente por las Fuerzas Armadas Reales y la administración civil, allí esperaban entusiasmadamente la señal del Rey Hassan II para el inicio de la marcha hacia el Sahara, y allí ansiosamente esperaban los periodistas, pero también algunos espías, el desarrollo de los acontecimientos, bajo una tormenta de rumores y susurros que se extendían rápidamente, como un incendio forestal, reflejando la tensión y la incertidumbre, el Rey podría cancelar la Marcha? el consejo de seguridad de la ONU podría pedir la detención de la Marcha? el Rey anunciaría el inicio de la Marcha?
La idea anunciada, la estrategia disponible, la movilización ferviente, le queda al Rey acordar el momento propicio para llevar a cabo lo que se convertiría en un evento histórico, único en su género y filosofía. Finalmente, en aquella tarde el Rey declaro “Mañana si Dios quiere cruzaran la frontera”
El día siguiente, jueves 6 de noviembre de 1975, los voluntarios de la Marcha Verde cruzaron la frontera que separa arbitrariamente Marruecos de sus provincias saharianas. Hay conmoción en todo el mundo.
¡Los marroquíes se han atrevido a enfrentar el desafío! avanzan pacíficamente hacia la frontera sin otra arma que el Corán y la bandera marroquí. Esta operación, planeada por el rey Hassan II con el mayor secreto, alterará el equilibrio de poder heredado de una descolonización inacabada, veinte años después de la independencia de Marruecos.
Fue un evento, según Omar El Hadrami ex dirigente y fundador del Polisario, que reorganizo el juego logrando destruir las estrategias de todos. El 28 de febrero de 1976, unos meses después de la Marcha Verde, la bandera nacional fue izada por primera vez en El Aaiún, en el corazón del Sáhara, marcando el fin de la ocupación de las provincias del sur.
Asi conviene entender la Marcha Verde, un evento que represento simultáneamente una ruptura con un pasado superado y un acto fundador de una nueva realidad. La obra presentada aquí, distinguida por su gran rigor documental, basado en archivos, testimonios y análisis en profundidad, nos invita a repensar la Marcha Verde desde una perspectiva de las ciencias sociales, lo que implica no solo analizar el evento en su dimensión histórica cultural y geopolítica, sino conceptualizarlo como un fenómeno complejo, dinámico y socialmente construido, como una ruptura o una sorpresa que frustra las predicciones.
En el marco de este enfoque, el eminente historiador Abdallah Laroui nos llama la atención en este libro sobre el hecho de que lo singular de la Marcha Verde radicaba en la enorme brecha entre el llamamiento político y la respuesta popular, una respuesta que, desbordando todas las consideraciones tácticas, convirtió en pocos días a políticos escépticos, burgueses pragmáticos y estudiantes cínicos en marchantes fervientes. Así provoco la Marcha Verde una “convulsión” que incita a la sociedad marroquí a reinterpretar y resignificar la realidad mediante un esfuerzo colectivo de integración y atribución de sentido.
Las naciones vivas que celebran acontecimientos significativos en su memoria, suelen pasar de la memoria a la historia para apropiarse verdaderamente de estos acontecimientos, dentro de un equilibrio entre fidelidad memorial y verdad histórica.
Mustapha Sehimi a través de este libro con sus diversas voces, nos ofrece una reinterpretación magistral de la Marcha Verde, percibida como un acontecimiento histórico importante que desoldó el pueblo marroquí en un inmenso impulso nacionalista, pero también un símbolo del liderazgo visionario de Hassan II y del compromiso de todo Marruecos en otras marchas por el desarrollo y la paz.
Por eso, se puede decir que el mérito más relevante de este libro, es mostrar que, si la memoria es esencial para mantener vivo el recuerdo de este evento histórico, su apropiación cognitiva es necesaria para comprenderlo, contextualizarlo e integrarlo plenamente en la identidad colectiva de la nación.