Opinión

La guerra de Gaza: túneles y luces

tunel gaza
photo_camera Túnel en Gaza

El hábito de la desesperación es peor que la desesperación misma.

A. CamusI

gual que una guerra echa a otra como señalé en el artículo precedente dedicado también a la violencia que se vive en Gaza desde el 7 de octubre, una emoción también echa a la otra. Después de la infravaloración, dije, esperamos hasta donde llegará la sobre reacción y con ella la emoción.

En todo caso, tres cosas deben tenerse en cuenta:

1-Que ha habido un cambio sustancial en el carácter del conflicto palestino-israelí: de político y laico ha pasado a revestir una dimensión religiosa.

2-Cuanto más fuerte es la reacción y por tanto la emoción, más pierde Israel.

3-La vuelta al estatus quo es imposible.

Si bien las visitas sucesivas de altos mandatarios estadounidenses a Tel Aviv después del 7 de octubre (Blinken dos visitas en cinco días, el secretario de estado en defensa Austin y luego Biden) han venido a demostrar el apoyo infalible de EE.UU al Estado de Israel, dejan también claro la desconfianza de la administración americana en Netanyahu.

EE.UU es consciente que el apoyo incondicional a éste está perjudicando seriamente sus intereses en la zona. Por ello, la administración americana intenta prevenir que la venganza de Netanyahu alcance límites catastróficos. Así, evitarían por un lado la instalación de otro frente bélico en una zona que EE.UU había dejado de ver como prioritaria, y por otro frenar el éxodo anunciado de sus aliados árabes al otro bando liderado por China y Rusia.

Recordarle a Netanyahu que no debe cometer los mismos errores de EE.UU después de los atentados del 11-S fue un claro mensaje de lo que se espera de él. El mismo mensaje fue repetido días después, esta vez vía la prensa, por el general David Petraeus, ex director de la CIA y ex comandante jefe de las fuerzas de coalición en Iraq y Afganistán.

Desde el comienzo del bloqueo y bombardeo de Gaza por Israel, y al prohibir éste la entrada de periodistas y observadores extranjeros, Hamas parece mantener el monopolio de la información. El difunto corresponsal militar de Haaretz y uno de los mejores analistas geopolíticos israelíes, Zeev Schiff, decía que no hay cañón más potente que la comunicación.

A decir verdad, Hamas parece haber ganado la batalla en este terreno. Con el asunto del bombardeo del hospital, el movimiento islamista logró pocos días después de la matanza del 7-O invertir la tendencia de solidaridad en Occidente, inflamar la calle en los países árabes y radicalizar a los más moderados de sus ciudadanos. Llama la atención que la reconstitución tardía de los verdaderos hechos que tuvieron lugar solo fue posible gracias a las imágenes del canal catarí Al Yazira. Las declaraciones de Yosheved Lifjitz, la anciana rehén liberada por Hamas, acerca del buen trato que tuvo por los miembros de este movimiento, es otra prueba de la poca eficacia mediática del gobierno israelí a pesar de disponer de una impresionante estructura de comunicación, la Hasbará.

Si bien es crucial saber quién estuvo detrás del incidente del hospital, si fue llevado a cabo por un misil israelí o un cohete extraviado o interceptado de la Yihad Islámica, si impactó el edificio o cayó en el parking, cuántas víctimas causó, quinientos o treinta, el daño está ya hecho y cada uno se ha atrincherado en su postura. Cuando no controlas la información no controlas la emoción. Al fin y al cabo, uno escucha lo que quiere escuchar según sus afinidades, anhelos o fantasmas. Las redes sociales no hacen más que acentuar esta engañosa tendencia y rematar lo poquito que queda de sentido crítico y/o analítico.

En los países árabes y musulmanes como en otros lugares, cada día que pasa se escucha un runrún, que no deja de ser elocuente, alegando que la autoridad palestina lleva décadas negociando, cediendo e incluso ejerciendo el papel de policía contra su pueblo a favor de Israel, cosechando sólo mancilla y desdoro. En Cisjordania como en Gaza, la mayoría de la población no adhiere a la tesis de Hamas sino que mira con desdén a la autoridad palestina y la considera como un títere del gobierno israelí.

Con su rechazo a cumplir las decenas de resoluciones de la ONU, su empeño en seguir con la ocupación, en tratar con denigración al bando moderado palestino e infundir aliento a los colonos más radicales, los sucesivos gobiernos israelíes, los de Netanyahu en particular, alentados por el silencio cómplice de la comunidad internacional en general y de Occidente en particular, han ido nutriendo los sentimientos de miedo y odio tanto en la sociedad israelí como palestina.

Ante el agotamiento premeditado de las vías pacíficas por parte de los sucesivos gobiernos de Netanyahu, ante el silencio ensordecedor de la comunidad internacional, ante la crecida de los discursos mesiánicos en ambas partes, recurrir a la violencia, a la barbarie, era solo cuestión de tiempo, pura tautología. No en vano se dice que la violencia es el último refugio de la incompetencia.

Equiparar a Hamas con Daesh, volver a usar el mísero registro de G.W. Bush, proponer la creación de una coalición contra Hamas, pretender erradicarlo de Gaza, son ejemplos patentes de dicha incompetencia que concierne tanto la narrativa como los actos.
La gente cuerda sabe que la violencia sólo lleva al cementerio o al hospital, y que cuando tiene lugar es por falta de vocabulario y exceso de desprecio, l’hogra en dialecto marroquí. 

¡Sabe Dios cuánta ha padecido el pueblo palestino!

Como dije antes, tanto los americanos como los europeos defenderán siempre el Estado de Israel, pero llevan tiempo percatándose que apoyar a Netanyahu, además de menoscabar su imagen e intereses en Oriente Medio y el mundo islámico, está creando más división política en el seno de sus respectivos países y exponiéndolos a amenazas terroristas.

También saben que la masacre del 7-O tuvo lugar por dos razones esenciales fruto de la irresponsabilidad perniciosa y flagrante de Netanyahu: 

-Primero: Incentivar la instalación de nuevos asentamientos en detrimento de las resoluciones de la ONU y dar riendas sueltas a la ultraderecha israelí para ahondar en sus expoliaciones, matanzas y vejaciones hacia los palestinos. 

-Segundo: Vaciar prácticamente de soldados, por razones puramente electorales, la zona donde tuvo lugar la incursión de Hamas (y otras facciones) y desplazarlos para proteger a sus amigos en las ilegítimas colonias de Cisjordania y Jerusalén cuya población ha aumentado de 42% en relación al año 2010 y de 222% entre 2000 y 2021. 

A esto se refirió el secretario general de la ONU en su último discurso, con arrojo y sin tapujos. ¿Acaso hay efecto sin causa?

Hoy en día, las cosas se han envenenado tanto que si bien la causa palestina ha vuelto a ocupar el escenario internacional, muchos parámetros dificultan conseguir avances en la senda del apaciguamiento y las negociaciones.

Entre el año electoral en EE.UU, las elecciones previstas pronto en Egipto, el interés de varios países en que esta guerra siga echando a la de Ucrania, la división reinante en un mundo en plena reconstitución geopolítica, la cólera de la calle en los países árabes y musulmanes, la falta de credibilidad de los máximos dirigentes de Israel y de la autoridad palestina, etc., nadie quiere involucrarse. 

A nivel de Israel, las cosas andan también rozando el caos. Entre el ambiente de odio y el deseo de venganza desmesurada del gobierno israelí, la presión ejercida sobre éste por parte de las familias de los rehenes israelíes que quieren recuperar sanos y salvos a sus queridos y que se vaya la directiva Aníbal al diablo, la incertidumbre reinante en el ejército sobre qué hacer después del ataque terrestre, la presión de EE.UU, la de la UE, el riesgo de la internacionalización del conflicto, el rechazo de los colonos de abandonar Cisjordania, a ver quién es el bravo que decide arriesgar su vida y coger el toro por los cuernos.

Por ello, hoy en día, la mejor ayuda que puede prestar EE.UU y la U.E a Israel es convencerla de salir de la lógica de venganza y avanzar hacia la paz y el diálogo ya que la solución de este conflicto no será nunca militar sino política. Y por eso, hoy más que nunca, la comunidad internacional debe implicarse en la búsqueda de una solución para evitar un desastre mundial.

Ante semejante complejidad, uno de los guiones posibles para salir de esta ratonera podría ser permitir la salida de los dirigentes de Hamas de Gaza con los rehenes rumbo a una capital segura, Doha en este caso, donde serán entregados al país anfitrión. 

Puede parecer utópico visto el deseo de venganza del que hablamos. Sin embargo, un país no puede tener la venganza como objetivo. Ojo por ojo y nos volvemos todos ciegos decía el refrán. O ¿acaso no basta con más de 7000 muertos y 20 mil heridos gazatíes sin contar las víctimas de la incursión de este viernes? 

Además de preservar la vida de los rehenes, de miles de inocentes de ambas partes, habríamos quitado de enmedio a los extremos de un bando esperando que tan pronto que se pueda la comunidad internacional como los israelíes de paz (y los hay muchísimos) aparten a los extremos del otro bando, a Netanyahu y sus socios de la última derecha librando el paso a gente moderada en ambas partes para ir restaurando la confianza y asentar los cimientos de una paz imperfecta y perfectible.

A camino largo, paso corto dice la sapiencia.

Visto el grado de mega violencia y desconfianza al que llegamos ahora, y ante la debilidad de la autoridad palestina, lo propicio es que Gaza pase bajo protección internacional de forma provisional. La puesta en marcha de un plan tipo Marshall para reconstruirla cuanto antes es de suma importancia. Así se le dará a la población gazatí una razón para agarrarse a la vida y alejarla de las sombras del radicalismo y los vendedores de muerte y espejismo.

A posteriori, se podrían retomar los acuerdos de Abraham sobre nuevas bases que garanticen los intereses de los palestinos y poner en marcha el proceso de los acuerdos de Oslo, esta vez de una manera seria y comprometida. 

Da Vinci decía que la fuerza nace por la violencia y muere por la libertad. 

Libertad es lo que espera el pueblo palestino.