¿Tienen que ayudar la OTAN y la UE a Turquía en el conflicto de Idlib?

OTAN Turquía

El 27 de febrero de este año fuerzas del régimen sirio (los rusos aseguran que no participaron en esta operación) bombardearon y mataron a 33 soldados turcos en la región de Idlib en Siria, donde los militares turcos llevaban varios meses intentando contrarrestar una ofensiva militar siria, apoyada por Rusia, para recuperar la última zona que quedaba en poder de los opositores al régimen de Bashar al-Assad. Esta región de unos 3 millones de habitantes es la última bolsa de opositores al régimen de al-Assad (y de terroristas yihadistas que no han conseguido huir a otros lugares o volver a sus países de origen) y el mandatario sirio la quiere de regreso a la madre Siria, aunque sea completamente destruida, porque ya han sido bombardeados multitud de colegios, escuelas y hospitales.      

La clara superioridad militar turca con la que se comenzó el conflicto terminó cuando Rusia llego al escenario para ayudar al régimen sirio y dejar la partida en unas tablas permanentes, llevándose la peor parte los habitantes de la región que se han visto envueltos en este fuego cruzado. El presidente Erdogan se apresuró a solicitar ayuda a sus socios de la OTAN y de la Unión Europea, a los que recordó el problema de refugiados que se les vendría encima si esta situación no se solucionaba. ¿Pero, deben ayudar la OTAN y la Unión Europea a Turquía en este conflicto? El peligro de que la situación se enquiste y se convierta en un Conflicto Congelado puede poner en jaque a Europa los próximos años ya que Rusia podrá utilizar esta región a su antojo como arma arrojadiza (hibrida en este caso) y utilizar los movimientos de refugiados para la desestabilización de Turquía y, por ende, de la Unión Europea.   

Turquía 

Las decisiones políticas y estratégicas tomadas por Erdogan en los últimos años no han sido demasiado acertadas (al menos para los socios de Occidente) y esto no ha hecho sino enrarecer el clima político en el cual se desarrollan las relaciones internacionales de Turquía con sus socios y vecinos.

La noche del 15 al 16 de mayo se produjo en Turquía un intento de golpe de Estado por parte de algunas facciones militares que conllevó, aparte de producir 194 muertos, 1154 heridos y 2839 militares detenidos, al enrarecimiento de las relaciones del gobierno Recep Tayyip Erdogan con Europa y la OTAN, debido principalmente a la pérdida de los valores democráticos y de acercamiento a Occidente que Turquía había demostrado hasta ese preciso momento. A esto último hecho podríamos sumar otros aspectos por los cuales Estados Unidos y algunos países de Europa no quieren tener relaciones demasiado estrechas con Turquía, como el que los turcos utilicen a los refugiados como moneda de cambio o los flirteos con Rusia, especialmente con la compra a éstos de armamento incompatible con sistemas militares de la OTAN, de la que es miembro.

Los turcos entraron militarmente el pasado diciembre en Siria y la razón principal de esta “invasión” no es otra que evitar otra oleada de refugiados sirios hacia su país, que en este caso serían más de un millón y que podrían hacer la situación en la frontera turco-siria insostenible, ya que hay que recordar que Turquía acoge ya alrededor de 3,7 millones de refugiados de este país. La estrategia turca para evitar esta situación es la de parar militarmente el empuje del régimen sirio contra Idlib y establecer una zona buffer o corredor seguro en esta región para que sus habitantes puedan quedarse en sus ciudades y pueblos y no emigrar hacia Turquía huyendo de la guerra.

Los turcos no tendrían problemas, militarmente hablando, para derrotar a las fuerzas regulares sirias, estableciendo el tan deseado corredor seguro y manteniendo en la zona un status quo que permitiera a Turquía respirar en cuanto a refugiados se refiere, y continuando incluso con los programas de devolución de refugiados a sus hogares en Siria. Pero los rusos, por los intereses estratégicos que mantienen con Siria y su régimen, entraron en juego apoyándolos militarmente y equilibrando la balanza militar sustancialmente. Después de victorias (o derrotas) parciales para ambos bandos, el pasado 5 marzo se acordó un alto el fuego permanente en el que se establecía un corredor de seguridad de 6 kilómetros al norte y al sur de la autopista M4, lo que supondrá un desahogo para los habitantes de la región que no tendrán que huir por el momento y buscar refugio en Turquía. 

La situación permanece estable días después del alto el fuego, pero lo que parece haberse convertido en un Conflicto Congelado (Frozen Conflict) podría ser utilizado por cualquiera de las partes involucradas para reactivar la situación y comenzar las hostilidades armadas en la región. Para Rusia esta situación es una perfecta arma hibrida durmiente lista para desestabilizar a Turquía, y por lo tanto a la Unión Europea y la OTAN cuando lo crea conveniente, presionando de nuevo con la situación de los refugiados.  Siria podría utilizarlo también con la excusa de arrestar a los últimos opositores al régimen de al-Assad y a los yihadistas que allí se han quedado como santuario después de los años de guerra civil siria y Turquía podría forzar la situación alegando que tiene que “devolver” refugiados sirios a sus hogares (el régimen sirio no quiere que una gran parte de esos refugiados vuelva a casa, y los que lo hacen se arriesgan a recibir represalias y ser encarcelados). De una forma u otra la situación es muy frágil y cualquier pequeño incidente podría desencadenar otro enfrentamiento armado y, por lo tanto, éxodo de refugiados hacia la frontera turca.

La solicitud de Turquía de ayuda a sus socios de la OTAN y europeos no ha tenido por ahora una respuesta clara, quedándose su apoyo en “solidaridad común” por la muerte de soldados turcos en el ataque del 27 de febrero. A consecuencia de esto, los turcos han empezado a utilizar a los refugiados como modo de presión para obtener ayuda extranjera. Por lo pronto, la tensión producida en la frontera greco-turca ha hecho que la Unión Europea retome el tema de las ayudas económicas a Turquía, (y veremos si se toca el tema de la no-necesidad de visado turco para entrar en territorio de la Unión Europea, que es una petición que realiza Erdogan a la UE desde hace años). Los 35.000 refugiados que están esperando en esta frontera suponen una pesada carga moral para Europa y económica para Grecia que ya está sufriendo serios altercados en las islas donde mantiene los campos de refugiados, debido a la sobrepoblación y situación general de estas instalaciones que se han convertido en algunos casos en verdaderas prisiones insalubres. Algunos países europeos se han ofrecido ya a asentar a estos migrantes que se encuentran en una situación muy complicada, no pudiendo volver Turquía adentro para retomar su situación anterior, ni entrar en Grecia donde están siendo muy mal tratados en algunos casos.

La Unión Europea y la OTAN 

El 18 de marzo de 2016 la Unión Europea y Turquía firmaron un acuerdo para que las autoridades turcas se hicieran cargo de todos los refugiados que intentaran llegar a Europa provenientes principalmente de Siria y Afganistán. El trato preveía que los europeos pagarían 6 billones de euros a Turquía para construir y mantener instalaciones para los refugiados que llegaran a este país y también incluía la promesa por parte de la UE de eliminar la necesidad de visado para los ciudadanos turcos que quisieran ir a uno de los países integrantes de la Unión Europea. Este tratado fue muy importante para Europa que ya estaba prácticamente desbordada por el millón de migrantes irregulares que habían llegado a sus fronteras en el año 2015, una situación que plantaría la semilla de la discordia entre los países de la Unión, acabando con la salida del Reino Unido de la UE (Brexit) además de polarizarse muchas de las posturas de los países socios. 

Este es el punto de situación fundamental para entender porque los turcos presionan a Europa alegando que deberían ayudarles en el conflicto que mantiene con Siria por la región de Idlib. La delgada línea que separa el chantaje (de Turquía hacia los europeos, amenazando con abrir el grifo de los refugiados si no obtienen apoyo por parte de éstos) y el sentido común (de Europa de tratar de poner una solución a largo plazo a un problema que se nos va a presentar cada cierto tiempo ya sea vía Turquía o vía Libia) es muy delgada y debería de tratarse con sumo cuidado, con una mezcla de diplomacia y determinación en la solución de un problema que afecta a la supervivencia de millones de seres humanos.

Europa es un continente que en general no quiere refugiados, a pesar de sus problemas demográficos y de envejecimiento de la población, por lo que debe, o mejorar drásticamente sus administraciones para acoger un gran número de migrantes, o externalizar definitivamente el problema en países limítrofes, pero dotando a dichos Estados de las herramientas necesarias que les permitan convertirse en una solución a largo plazo.  España ya lo hace con Marruecos, pero el país alauita es un país estable y nos permite atacar el problema de la migración y los refugiados desde la tranquilidad del largo plazo, pero en el caso la dependencia de la política migratoria europea de Turquía nos debería hacer pensar si no es necesario ayudar a los otomanos a ser un Estado los más estable posible en este aspecto, no debiendo permitir estos vaivenes geopolíticos, sobre todo cuando el mango de la sartén lo tendrían regímenes como el ruso o el sirio. 

Por otra parte, la OTAN que por ahora ha declinado amablemente la petición de ayuda de los turcos, que como dijimos más arriba, las relaciones entre ellos no estaban en su mejor momento. La Alianza Atlántica en su conjunto no está muy interesada en participar más de lo que lo hace (los misiles Patriot del destacamento español se encuadran en el despliegue de OTAN en Turquía) y no atienden por ahora a la petición turca de establecer una no-fly zone en Idlib (lo que supondría un enfrentamiento directo con Rusia) ni el aumento de misiles Patriot cerca de la frontera con Siria (esta posibilidad si se está estudiando por parte de USA, a cambio de que Turquía destruya los misiles S-400 que ha comprado a Rusia…) 

Desde un punto de vista legal la OTAN no está obligada a ayudar militarmente a Turquía, los combates y las bajas turcas se han producido en Siria, por lo que el Artículo 5 de la OTAN no da lugar en este caso;

Artículo 5

Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte. Cualquier ataque armado de esta naturaleza y todas las medidas adoptadas en consecuencia serán inmediatamente puestas en conocimiento del Consejo de Seguridad. Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las disposiciones necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales.

Sin embargo, Turquía sí ha utilizado el Artículo 4 de la OTAN el pasado 20 de febrero (ya lo ha utilizado en otras ocasiones) para intentar involucrar a sus socios militares en el conflicto de Idlib:

Artículo 4

Las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada.

Comunicado oficial de OTAN:

The North Atlantic Council, which includes the ambassadors of all 29 NATO Allies, will meet on Friday 28 February, following a request by Turkey to hold consultations under Article 4 of NATO’s founding Washington Treaty on the situation in Syria.

“On 28 February 2020, Turkey requested to hold consultations under Article 4 on the latest developments in Syria, which resulted in the loss of several Turkish soldiers. ... NATO agreed to this defensive measure so as to help Turkey defend its population and territory,and help de-escalate the crisis along the border”

Como podemos ver en el comunicado, la OTAN se compromete a defender el territorio y la población turca con medidas defensivas (los misiles Patriot anteriormente mencionados que a se encontraban en suelo turco) y ayudar a rebajar la tensión entre los contendientes. Esto es básicamente cumplir con lo que mandan los estatutos de la Alianza Atlántica, sin tomar ninguna acción extraordinaria en este conflicto.

En definitiva, OTAN se ofrece como “plataforma de comunicación” entre las partes enfrentadas y recomienda a Turquía a hablar con la Unión Europea y arreglar el tema de los refugiados.

Pero ¿cómo podría intervenir la Alianza Atlántica en Siria sin provocar un enfrentamiento directo con Rusia? Lo primero que hay que tener en cuenta es que Turquía es demasiado importante para la OTAN como para dejarla completamente abandonada, su situación geoestratégica, además de un ejército enorme no nos permitiría prescindir de ella ya sea en situaciones de poder blando (UE) como de poder duro (OTAN).  En el terreno de lo práctico existirían varias formas pasivas de ayudar al ejército turco (apoyo de municiones, logística, información operacional), pero lo principal seria asegurar determinados corredores para llevar ayuda humanitaria a la zona de Idlib que se encuentre en una situación muy grave, con infraestructuras médicas, educativas y básicas en general en muy mal estado. Para conseguir que estos pasillos humanitarios sean completamente seguros la Alianza Atlántica debería desplegar en la frontera turca radares de vigilancia aérea y controlar así cualquier movimiento de aeronaves sirias o rusas. Esta medida no llegaría a ser la no-fly zone que solicita Turquía, pero sí aseguraría la prevención de ataques aéreos en esta región. 

La ayuda (aunque fuera pasiva) de OTAN a Turquía seria entendida entonces como una respuesta firme a Rusia, haciéndole ver que no se van a permitir injerencias de este tipo, ni saltarse de manera tan descarada los más mínimos derechos humanos que atienden a todos los habitantes de esta región y que no han sido respetados en ningún momento por el régimen sirio. 

Por otra parte, el ministro turco de relaciones exteriores, Mevlut Cavusoglu, ha asegurado en una entrevista a un medio turco que sus militares recibieron inteligencia de los Estados Unidos sobre operativos de mar, aire y tierra de la provincia de Idlib durante la operación “Escudo de Primavera” para frenar la ofensiva siria en esta región [1]. En este caso tendríamos que ver la ayuda como un asunto bilateral entre USA y Turquía, y no como una intervención de la OTAN en el conflicto, pero esta situación de los americanos da buena cuenta de que lado hay que estar, y no es otro que el de Turquía. 

Una de las razones por las que la OTAN “fichó” a Turquía fue la de su posición geográfica como “barrera” y frontera con Oriente, así que este es el tipo de situaciones que cabía esperar en un país que tiene como vecino a Siria, que lleva 9 años en guerra civil, o Irán que está permanentemente enfrentado con Occidente. Tanto desde el punto de vista UE u OTAN debemos tener muy claro quién es nuestro aliado, y quien no lo es, y sobre todo no pensar que el conflicto de Idlib no es de nuestra incumbencia y que lo que ocurre allí no nos va a afectar, que aunque no nos afectara, se trataría de mostrar humanidad con la tragedia que allí está ocurriendo.

El autor es profesor del Curso de Experto en Análisis del Terrorismo Yihadista en la Universidad Internacional de Andalucía