Robert Prevost y su elección como nuevo pontífice: ¿una lección de táctica de los llamados “king-makers”?

El papa León XIV, el cardenal Robert Prevost de los Estados Unidos, pronuncia el mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) desde el balcón de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el 8 de mayo de 2025 - REUTERS/ YARA NARDI
El papa León XIV, el cardenal Robert Prevost de los Estados Unidos, pronuncia el mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) desde el balcón de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el 8 de mayo de 2025 - REUTERS/ YARA NARDI
Hubo fumata blanca

Finalmente, hubo “fumata blanca” en el segundo día del cónclave, y la consecuencia fue una elección realmente sorprendente: Robert Prevost, cardenal de Curia y Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos, será el nuevo pontífice bajo el nombre de “León XIV”. Con lo que podemos decir que la inmensa mayoría de los que hemos escrito acerca del sucesor del Papa Francisco nos hemos equivocado de principio a fin con quien sería el elegido. Quien escribe estas líneas sí acertó al decir que sería un hombre de la línea de Francisco (por otra parte, fácil de acertar cuando 107 de los 133 cardenales habían recibido la púrpura cardenalicia de manos del Papa Bergoglio); que sería de fuera de Europa (yo señalé Latinoamérica o Asia, y la realidad es que Prevost, aunque nacido en Estados Unidos, es y se siente peruano); y que tendría un fuerte componente social; pero debo reconocer que nunca hubiera pensado en el nombre de un cardenal perteneciente a los Estados Unidos de Norteamérica, un país donde en el último siglo sólo ha habido dos presidentes católicos (John Fitzgerald Kennedy y Joe Biden) y donde los católicos son minoría frente a los puritanos calvinistas, agrupados básicamente en torno a la Iglesia presbiteriana. 

Pero, como decimos, no sólo no acertó quien escribe este artículo, sino la mismísima embajada de España ante la Santa Sede, que poco antes de comenzar el cónclave remitió un informe al ministerio de Asuntos Exteriores donde daba como favoritos a Pietro Parolin, secretario de Estado, y a Luis Tagle, antiguo cardenal-arzobispo de Manila (Filipinas) y ahora segundo miembro de la Sagrada Congregación para la Evangelización.

Este informe de la embajada española no debe ser en absoluto minimizado, ya que muy seguramente fue realizado por Antonio Pelayo, Agregado Cultural de la embajada (dejo bien claro que esto que afirmo constituye una deducción personal y no una información contrastada). Pelayo, a quien conocí personalmente en noviembre de 2013 y vi por última vez en mayo de 2022, es un rostro muy conocido para los españoles, ya que informa para una de las dos principales cadenas privadas de nuestro país de lo que sucede en Roma. Porque Pelayo, vallisoletano de 81 años, en algo que muchos no saben, no sólo es sacerdote, sino que en los años setenta del siglo pasado ya era uno de los colaboradores más cercanos del por entonces sacerdote-periodista más importante de nuestro país (José Luis Martín Descalzo). Además, Pelayo, que ya había cubierto los dos cónclaves de 1978 (de los que salieron, de manera consecutiva, Juan Pablo I y Juan Pablo II), lleva en Roma desde los mediados de los ochenta, lo que le hace tener un conocimiento único de la Curia romana. Y Pelayo, como decimos, ni mencionó el nombre de Prevost, aunque seguramente sabía que podía constituir un candidato alternativo en caso de bloqueo entre los principales favoritos.

Papa Leon XIV 2
Leon XIV. Photo Vatican news

En realidad, en los diferentes medios de comunicación salían constantemente los mismos nombres: si fuera un miembro de la Curia, el elegido sería Parolin; si se buscaba alguien de fuerte perfil social, entonces el elegido sería Tagle o Matteo Maria Zuppi, Cardenal-Arzobispo de Bolonia; si había que buscar un pontífice con protagonismo internacional, entonces el más indicado era el Patriarca de Jerusalén (Pizzaballa), que lleva años mediando entre árabes e israelís; y, si finalmente los cardenales se inclinaban por un africano, entonces el nombre era el del cardenal Ambongo, de la República Democrática del Congo. Y, mientras, el cardenal Prevost como un perfecto tapado.

Coincido, en relación con ello, con José Francisco Serrano Oceja, Catedrático de Comunicación de la Universidad San Pablo-CEU, en dos afirmaciones que ha realizado en un medio de comunicación del mundo católico: no era esperable que un “tercero en liza” o “plan b” saliera ya en la cuarta votación (demasiado pronto), e igualmente que las llamadas “congregaciones cardelanicias” se han convertido en un cónclave oficioso previo al cónclave oficial. Porque debió ser ahí cuando los cardenales que estuvieran detrás de la elección pontificia pudieron atisbar por quien se inclinaban los partidarios de un purpurado contrario a la línea marcada por Francisco, e igualmente por el nombre que debían “sacarse de la manga” en caso de que Tagle no tuviera los suficientes votos.

Ya advertimos en un artículo anterior que una de las novedades importantes de este cónclave es que se llegaba a él no sólo con un Papa fallecido y un secretario de Estado entre los “papables”, sino que también habría un Consejo de Cardenales en el que habría unos cuantos “king-makers” que podían movilizar un buen número de votos. Ese “Consejo de Cardenales” había sido creado por Francisco en abril de 2013, pero la composición actual data, fundamentalmente, del 7 de marzo de 2023 (aunque algunos que estaban ya antes permanecieron, como el Cardenal Ambongo o el Cardenal Mellino), y del que formar parte, por cierto, un español, Omella, cardenal-arzobispo de Barcelona en la actualidad.

Papa Leon XIV cardenales
Leon XIV. Photo Vatican news

Desconozco el perfil y trayectoria de la mayor parte de esos cardenales miembros de este peculiar consejo, pero sí conozco bien la figura de Omella. ¿Cuántos saben que en la Cataluña más independentista el arzobispo de Barcelona era, desde diciembre de 2015, un aragonés que no ha podido manejarse con enorme habilidad entre los partidos de “romper” con España? ¿Y que incluso sería el primer cardenal-arzobispo de Barcelona que alcanzó la presidencia de la Conferencia Episcopal española, organismo a cuyo frente estuvo entre 2020 y 2024? Con hombres tan discretamente hábiles, forjar un “plan b” tan tácticamente perfecto como el de mover el nombre de Prevost parece una tarea menos ardua de lo que se cree, y pone de manifiesto que Francisco supo escoger muy bien su núcleo de colaboradores más cercanos. Porque seguramente este cónclave no lo ha ganado Prevost, sino Francisco por intermediación de los “king-makers”, que, para los que somos católicos, se han dejado guiar por la Divina Providencia.

Ahora lo fácil es decir que el Cardenal Prevost era un claro candidato a salir elegido pontífice, basándose en dos razones: la primera, ser cardenal nombrado por el Papa Francisco; y la segunda, estar al frente de la seguramente más importante Sagrada Congregación (la de Obispos). 

Pero la realidad es, primero, que tradicionalmente ha sido elegido pontífice un miembro del clero diocesano y no de una orden religiosa: Francisco era jesuita, pero Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI, Juan XXIII, Pío XII y Pío XI (por citar los siete pontífices anteriores, correspondientes al último siglo de Historia de la Iglesia) pertenecían todos ellos, sin excepción, al clero diocesano. 

En segundo lugar, Prevost tuvo que esperar nada más y nada menos que al noveno de los diez consistorios que celebró Francisco para ser elevado al cardenalato: aunque Francisco ya nombró sus primeros cardenales el 22 de febrero de 2014, Prevost ha tenido que esperar casi una década para convertirse en “príncipe de la Iglesia”. 

Y en tercer lugar, cierto es que estaba al frente la citada Sagrada Congregación de Obispos, lo que le convertía en colaborador de la máxima cercanía y confianza del Papa Bergoglio, pero esto no sucedió hasta abril de 2023, es decir, sólo dos años antes del fallecimiento de Francisco y cuando el Papa Bergoglio llevaba una década como “Vicario de Cristo”.             

Con el tiempo lo sabremos, pero seguramente lo que sucedió es que los “king-makers” esperaron a la primera votación (la que tiene lugar en el primer día del cónclave), que es una suerte de “votación de sondeo”, para saber cuánta fuerza tenía Pietro Parolin entre los tradicionalistas y contrarios a Francisco, y cuántos apoyos tenía su rival, el “francisquista” Luis Tagle. Como seguramente Parolin fue el más votado (aunque no debió superar el medio centenar de votos, cuando necesitaba casi noventa), entonces activaron el “plan b”: en la segunda votación, Prevost ya debió estar entre los más votados; en la tercera, a su vez, debió pasar a ser el más votado; y, finalmente, en la cuarta y última, superó la mayoría de dos tercios para convertirse en el tercer pontífice elegido en el siglo XXI. 

Ahora vayamos a la figura del nuevo pontífice, que ha decidido pasar a la Historia con el nombre de León XIV: a mi parecer, su nombre no puede ser más acertado, ya que León XIII (1878-1903) fue el autor de la célebre encíclica “Rerum Novarum”, seguramente la de carácter más socio-económico de toda la Historia de la Iglesia contemporánea. León XIII era un pontífice muy preocupado por las desigualdades que estaba creando el capitalismo, en un momento en que los partidos socialistas comenzaban a surgir por toda Europa: en el caso de España, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue fundado en 1879, y su sindicato “hermano”, la Unión General de Trabajadores (UGT), en 1888. Robert Prevost sabe que el capitalismo ha demostrado ser el menos malo de los sistemas (frente al fiasco que supuso el comunismo), pero también que puede crear un muy desigual reparto de la riqueza. Así que seguramente veremos en su pontificado exigir un “capitalismo de rostro humano” en un mundo, como decimos, donde debe mejorar mucho el reparto de la riqueza.

PAPA LEON XIV
Leon XIV. Photo Vatican news

Por otra parte, por mucho que algunos quieran ver en León XIV un continuista de Francisco, existen sensibles diferencias entre ellos. La más importante, el marcado perfil intelectual de Robert Prevost, que es Doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino (además de Licenciado en Ciencias Matemáticas): ¿no les llama la atención que saliera con la misma indumentaria que Benedicto XVI? A mí, desde luego sí, y no lo veo casualidad. 

Por otra parte, mientras Francisco estuvo al frente de la principal diócesis de su país (Buenos Aires, Argentina), Prevost ha preferido ser un sacerdote misionero, dedicando la mayor parte de su vida a su Perú de origen. Igualmente, es mucho más internacional que Bergoglio: padre de origen italo-francés y madre de origen español para un hombre nacido en Estados Unidos, frente a un Bergoglio que era de origen puramente transalpino.

Sí comparte, en cambio, con Bergoglio el ser hombre de mando: si Francisco fue antes de ser Papa el Provincial de los jesuitas argentinos, Prevost ha sido superior de su orden (los agustinos, una orden fundada en 1244 y perteneciente al grupo de órdenes “mendicantes”) durante más de una década. Y el elemento más importante que le une al pontífice recientemente fallecido: es hijo de la emigración, en este caso desde Europa hacia Estados Unidos. Lo que supone una sonora bofetada hacia dos líderes políticos: Donald Trump, presidente de los Estados Unidos que quiere expulsar a masas y masas de inmigrantes a su país (con la anuencia del presidente de El Salvador, Bukele), por un lado, y la primera ministra italiana, Meloni, por otro. En efecto, mientras la primera mujer “premier” de la Historia de la Italia republicana se dedica a expulsar migrantes a un centro de detención creado en Albania, en su mismísima ciudad natal 133 purpurados le respondieron eligiendo Sumo Pontífice a un hijo de la inmigración. Con lo que esperar que León XIV, al tiempo que denunciará las desigualdades generadas por el capitalismo actual, también dedicará mucho tiempo a denunciar las políticas radicalmente contrarias a la inmigración. 

Hoy son particularmente felices en una ciudad de segundo rango de Perú: Chiclayo, donde el entonces sacerdote agustino Prevost fue su obispo entre septiembre de 2015 y abril de 2023. Y es que no hay que olvidar que, aunque Prevost naciera en Chicago (Illinois, Estados Unidos), en su primera alocución como Papa utilizó la lengua italiana y la española, pero no la inglesa. Porque, en el fondo, él no se siente norteamericano, sino latinoamericano. Un mundo que sigue siendo muy católico pero que considera, en parte, que la Iglesia Católica no ha dado respuesta al problema de la pobreza, abandonando un buen número de fieles el catolicismo para irse a las iglesias cristiano-evangélicas: ahora, su petición de más atención por parte de la jerarquía católica ha sido escuchada por los señores cardenales, y por segunda vez consecutiva tenemos un pontífice latinoamericano tras Francisco. Vamos a ver qué nos depara esta elección, pero que León XIV es una figura del máximo nivel para tiempos tremendamente difíciles constituye una muy buena noticia para los católicos, y también para los no católicos. Eso sí, un nombramiento muy pero que muy sorprendente pero igualmente muy acertado y que realmente responde al “signo” de los tiempos que vivimos.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor de Derecho Eclesiástico en la Universidad Camilo José Cela (UCJC)