La acogida de Brahim Ghali pone en cuestión la cooperación antiterrorista con Marruecos

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Acogiendo al líder del Frente Polisario para recibir tratamiento médico especializado en España, el gobierno de Pedro Sánchez arriesga con reventar la cooperación antiterrorista entre España y Marruecos; lo que se traduciría en consecuencias peligrosas para la seguridad y la estabilidad del país. 
El Ejecutivo de Sánchez se encuentra en la tesitura de aceptar entregar a la justicia española al líder saharaui. “La dos cosas en principio, no están reñidas: prestar servicios sanitarios, con rendir cuentas a la justicia”, ha declarado a ATALAYAR el ex diplomático marroquí, especialista en Derecho internacional, Jamal Eddine Mechbal. “Tratándose de una querella interpuesta ante el juez José de la Mata, por delitos de asesinato, lesiones, detención ilegal, terrorismo, torturas y desapariciones, una vez que se supere el problema sanitario, el gobierno español tiene la obligación de cooperar con la justicia española que lleva el caso”. La denuncia ante la justicia española fue interpuesta por la Asociación Saharaui de Derechos Humanos (ASADEH). 
Otra fuente se pregunta en qué medida el hecho de admitir en España a Brahim Gali, reclamado por la justicia, con identidad falsa y documento de viaje falsificado, el gobierno español  se sitúa en cómplice en vez de colaborador con la justicia española en una materia  penal de suma importancia como es el antiterrorismo. 
No parece que el gobierno de Sánchez haya medido las consecuencias de su “acto humanitario” como lo presenta la ministra de Exteriores González Laya. “El problema grave es que esto tiene consecuencias directas sobre la cooperación en materia antiterrorista” continúa nuestro interlocutor, para quien es inconcebible que, ante una querella en los tribunales españoles por crímenes de lesa humanidad y terrorismo, “al principal acusado se le deje marchar, y después se pida a Marruecos o a otro país la entrega de algún terrorista islamista”.  
En las circunstancias actuales, la coordinación de la lucha antiterrorista, sea bilateral o multilateral, es un requisito de primera importancia, más importante que la cooperación económica, social, cultural o empresarial. Marruecos ha mostrado una elevada capacidad en información, investigación y operaciones antiterroristas, elogiadas por países como Estados Unidos, Francia o Alemania. España no puede permitirse el lujo de hipotecar las buenas relaciones con el vecino del sur, por mezquinos intereses electorales, políticos o de imagen. 
 

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