Opinión

El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune recupera las riendas de la política internacional

photo_camera Abdelmadjid Tebboune

A pesar de su salud delicada, consecuencia del contagio de coronavirus y de su larga hospitalización en Alemania, el presidente Abdelmadjid Tebboune se muestra decidido a recuperar las riendas de la política exterior y de las negociaciones internacionales en las que Argelia se encuentra involucrada.

El nombramiento por decreto presidencial de siete personalidades políticas para hacerse cargo de las cuestiones internacionales más candentes es visto como un movimiento de fondo del jefe del Estado argelino para arrebatar la estrategia y la diplomacia a los servicios de inteligencia militares, hasta ahora dueños de la acción exterior de Argelia. 

Además de las cuestiones del Magreb y del Sáhara Occidental, que el presidente ha encargado al diplomático Amar Belani, ha designado a Ahmed Benyamina para llevar las cuestiones de la seguridad internacional incluido el terrorismo; a Budjema Delmi para asuntos africanos y la región del Sáhara-Sahel; a Taos Haddadi-Djellouli, para la emigración; a Abdelkrim Harchaoui, para  la diplomacia económica; a Nordin  Aouam, encargado del mundo árabe; y a Leila Zerrougui, para llevar los grandes acuerdos internacionales. 

Hasta ahora, en todas estas áreas privilegiaban los informes realizados por los servicios de inteligencia, y detrás de ellos por la cúpula militar. 

Para completar la restructuración del sistema de política exterior, Tebboune ha vapuleado todo el cuerpo de embajadores y representantes diplomáticos con el nombramiento de jóvenes diplomáticos, muchos de ellos mujeres, en los puestos clave en 70 destinos en todo el mundo. 

Numerosas capitales se verán afectadas por este mini terremoto diplomático. No se tiene constancia de que las Embajadas de Argelia en París y Madrid se vayan a ver afectadas. 

El nombramiento de Amar Belani a cargo de la cuestión del Sáhara Occidental y de manera indirecta de las relaciones con Marruecos, en estos momentos en suspenso, se ha prestado a gran polémica. Considerado como intransigente en el apoyo al Frente Polisario y hostil en todos los terrenos a la política marroquí, el exembajador ante la Unión Europea y la OTAN sale del ostracismo para manejar la cuestión en estos momentos más delicada para el régimen argelino. La diferencia, sin embargo, con la situación anterior, es que la Presidencia de la República, y no el Ejército, asumirá y dictará las líneas maestras que deberán seguir los nuevos responsables de la estrategia y de las relaciones internacionales de Argelia. 

Las primeras declaraciones de Amar Belani, respondiendo a los intentos de mediación llevados a cabo por Arabia Saudí para reconciliar Argelia y Marruecos, de que “no habrá ni mediación, ni arreglo” en esta cuestión carecen de importancia para los analistas. Las nuevas directrices de su actuación las recibirá Anar Belani por medio del ministro Ramtan Lamamra, que le incluye en su nuevo organigrama, pero procederán de la Presidencia y no de los servicios secretos. 

En la misma línea, el presidente Abdelmadjid Tebboune ha reforzado el Comité de prevención y gestión de crisis, un organismo encargado de identificar y hacer frente a las amenazas que pueden afectar a Argelia, y que deberá acompañar a la Defensa nacional, sin substituir a la misma. Una manera para la Presidencia de entrar en un sector en el que hasta ahora los militares mantenían un estricto monopolio. 

Hasta ahora no hay reacciones por parte de la oposición, de la sociedad civil y de los intelectuales a los cambios operados por el presidente, pero en la mente de todos está que coinciden en el tiempo con el llamamiento hecho por más de 240 intelectuales y activistas de la sociedad civil en el Magreb en contra de la ruptura de relaciones diplomáticas y a favor de la reconciliación entre Argelia y Marruecos.  

Un capítulo éste para el que el compañero de estudios con el rey Mohamed VI en el Colegio Real de Rabat, Hassan Aourid, recuerda los lazos históricos profundos entre los dos pueblos y entre los dos regímenes. “Quien diseñó la bandera marroquí fue un argelino, Kaddour ben Ghabrit, dice Aourid, el mismo que marcó el Protocolo del sistema de gobierno Makhzen”. Lo mismo que “quien inspiró la celebración de la Fiesta del Trono, fue un argelino que residía en Salé, y que el primer secretario del Rey Mohamed V fue el fquih Si Mammeri (Mohamed Mammeri), nacido en la Cabilia argelina, primer jefe de los Protocolos reales y de las ceremonias, y preceptor de los príncipes en el Palacio real”. 

Los lazos no se limitan al campo de la Administración, sino que se han extendido en la historia al de la lucha anticolonial. “El fundador del mayor partido islámico en Marruecos, fue el Doctor Abdelkrim al-Khatib, de origen argelino, que obtuvo la ciudadanía marroquí, en virtud de un Dahir publicado el día de la independencia de Marruecos, el 18 de noviembre de 1955”, recuerda también Hassan Aourid, “lo mismo que el fallecido historiador oficial del Reino Abdel Wahab ben Mansour, oriundo de Ain El-Hout, cerca de Tlemcen”.

En un extenso trabajo de investigación publicado en el periódico londinense Al-Qods el Arabi, Hassan Aourid señala que “el primer presidente de la Argelia independiente, el difunto Ahmed Ben Bella, es de origen marroquí, de las afueras de Marrakech. Su familia se trasladó de Marrakech a la localidad argelina de Maghnia, cuyo nombre proviene de una santa, Lalla Maghnia, muy venerada a ambos lados de la frontera”. 

Los lazos entre ambos países se muestran también en la figura de Mehdi Ben Barka, que fue profesor de Hassan II y realizó sus estudios en la Universidad de Argel. En cuanto al presidente Ben Bella, Aourid recuerda que se rodeó de asesores, entre ellos los marroquíes Mohamed Tahiri Jouti y Salam Jebali. El primero contribuyó a sentar las bases de la agricultura argelina recuperada de las manos de los grandes colonos franceses. 

También recuerda el excompañero de escuela de Mohamed VI, que fueron muchas las personalidades argelinas que vivieron en Marruecos antes de la independencia de su país, como Houari Boumediene, Abdelaziz Bouteflika, Larbi Belkheir, Kasdi Merbah, Yazid Zerhouni, Abdellatif Rahal, Cherif Belkacem y Chakib Khalil, entre otros.

En el capítulo de estrechas relaciones, que esta brusca ruptura de relaciones diplomáticas no podrá ocultar, se encuentra la organización en suelo marroquí y con el discreto apoyo oficial, de las primeras fábricas de armamento del Ejército de Liberación argelino, en las que trabajaron “combatientes internacionalistas” como el argentino Roberto Muñiz, alias Mahmoud,  que recuerda que los cinco talleres de fabricación de armas instalados en Marruecos, lo fueron con la vista gorda del Sultán Mohamed V y del príncipe heredero Hassan II. 

Aunque la tensión entre los dos países principales del Magreb ha aumentado peligrosamente, facilitando a los grupos armados del Polisario realizar incursiones en la zona del Sáhara Occidental, los dos pueblos son reacios a adentrarse en una aventura militar, de la que no puede salir ningún ganador.