¿A quién benefician los tambores de guerra?

Personas cruzan un puente destruido mientras evacuan la ciudad de Irpin, al noroeste de Kiev, durante fuertes bombardeos y bombardeos el 5 de marzo de 2022 - AFP/ARIS MESSINIS
Personas cruzan un puente destruido mientras evacuan la ciudad de Irpin, al noroeste de Kiev, durante fuertes bombardeos y bombardeos el 5 de marzo de 2022 - AFP/ARIS MESSINIS

Pareciera que las siete trompetas del Apocalipsis se han vuelto locas y tocan a rebato anunciando una nueva Gran Guerra inminente. Jefes de Gobierno en Europa, ministros “de la guerra”, gerifaltes y cabecillas autoproclamados de la sociedad, se suceden sin interrupción para advertirnos que nos preparemos, que hagamos acopio de valentía y de vituallas, porque la Guerra es inminente. 

Pero para que haya guerra hacen falta al menos dos, uno somos todos nosotros, el otro el belicoso Kremlin que, bajo la batuta de azufre del diabólico Vladimir Putin, quiere arrasar con la civilización. Aseguran.

¿Hay algo de verdad en todo esto? Si creemos lo que nos dice la ministra española de Defensa, Margarita Robles, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el jefe de Estado francés, Enmanuel Macron, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, la guerra contra Rusia está a las puertas. Francia alardea de tener el mejor Ejército del continente europeo, que sí, porque dispone de armas nucleares; Gran Bretaña también. Alemania, Italia, Países Bajos y Bélgica también las tienen, pero éstas son de Estados Unidos.

Pero ¿qué pruebas aportan Margarita Robles, Charles Michel, Von der Leyen o Macron? Ninguna. Pruebas son declaraciones de responsables del campo enemigo, documentos verificables o filtraciones de planes secretos. Pues, de eso no hay nada. Los voceros del militarismo nos aseguran que Rusia va a fagocitarse Ucrania, a invadir Polonia y Moldavia, y a extender su guerra de agresión a otros países de la OTAN para 2026. Esto último, según un supuesto informe de los servicios secretos germanos.  

La única verdad tangible y real es que en Ucrania se está viviendo una guerra. El Ejército ruso lleva a cabo su Operación Militar Especial (la OTAN la define como invasión), que se inició hace dos años con la entrada de tropas del Kremlin en el sureste ucraniano, en la región del Donbass, y el reforzamiento de la anexión (recuperación para Moscú) de Crimea, algo que se ha vuelto irreversible. 

¿Significa eso que, si el Ejército ruso gana esta guerra, obligando al régimen de Kiev a ceder definitivamente los territorios que ha ocupado en su operación, seguirá más lejos, atacando a otros países? Los portavoces del militarismo europeo así lo dan a entender, pero, insisto, no hay ninguna prueba fehaciente de ello. Dato que a muchos observadores nos induce a pensar que hay otros intereses en juego: económicos, financieros, industriales y políticos. 

La maquinaria de guerra europea está en su cénit. Prácticamente todos los países de la Unión, además de Gran Bretaña y de los Estados Unidos, han aumentado sus presupuestos de Defensa, (incluido España, aunque en este caso, como señala bien el analista Ignacio Cembrero, no puede hacerlo legalmente porque no hay Presupuestos aprobados por el Parlamento), están comprando armas a diestro y siniestro, y potenciando la producción de todo tipo de artefactos a pleno rendimiento. Vacían sus arsenales (obsoletos o casi) enviando armas a Ucrania, y los vuelven a llenar con más ingenios mortíferos. 

El Tratado de No Proliferación Nuclear podría estar en peligro. Porque algunos países europeos, como Alemania, Noruega, Dinamarca o Suecia, dicen temer “las amenazas rusas de usar bombas atómicas”. ¿Qué amenazas? Putin ha dicho que está dispuesto a utilizar “todos los medios disponibles” (que supondría también el uso de artefactos nucleares) para proteger los territorios rusos, incluidas las cuatro áreas de Ucrania anexionadas. Putin habla de una acción defensiva, no ofensiva. 

¿Quién está haciendo negocios multimillonarios en este clima de guerra? Los grandes fabricantes de armamento, los complejos militares-industriales, sin duda alguna. ¿Tienen estos algo que ver con este ambiente alarmista? Una pregunta que nos gustaría a todos los europeos de a pie, a los españoles, que nuestros responsables políticos explicaran en los Parlamentos. Y no con los dibujitos infantiles de un tal Colin Powell en el Consejo de Seguridad de la ONU para mostrar la tenencia de Armas de Destrucción Masiva por parte de Saddam Hussein, justo antes de que Estados Unidos invadiera Irak, sino con pruebas concretas, reales y verificables.