Opinión

O Europa vigila mejor sus fronteras exteriores o padecerá una nueva oleada terrorista

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Los recientes atentados de Niza, Lyon y Viena han vuelto a encender las alarmas, de forma que gobiernos y organismos multilaterales se pregunten si estamos ante una nueva oleada terrorista cuya primera punta de lanza serían esos atentados. Entre los muchos seminarios y think-tanks que estudian, debaten y escudriñan hechos e indicios, es muy relevante el celebrado on-line por la Asociación de la Prensa Europa-Israel, que, desde su sede en Bruselas ha reunido a tres de los mayores especialistas en contraterrorismo.

Yoram Schwitzer, que encabeza el programa sobre terrorismo y conflictos de baja intensidad de Israel, está convencido de que los ataques realizados en el último mes animarán a muchos individuos, lobos solitarios o no, a imitarlos. Autor del informe sobre los Salafistas Yihadistas y la Pandemia del Coronavirus, Schwitzer cree que la potencialidad de Daesh de actuar en Occidente no ha disminuido, y que es capaz de sorprender al atentar en países como Austria, a los que no se consideraba susceptibles de sufrir atentados, frente a los más expuestos: Francia, Reino Unido y Alemania, sin descartar a España e Italia. 

Comparte esa visión el francés Jean-Charles Brisard, fundador y presidente del Centro Euopeo para el Análisis del Terrorismo. El que fuera jefe de los investigadores y expertos de los abogados de las víctimas del 11 de Septiembre de 2001, considera que seguimos teniendo las mismas amenazas que antes de la derrota del Daesh en Siria e Irak. La liberación y repatriación a sus países de origen de los que fueron a entrenarse y luchar en aquellos escenarios, exige una redoblada vigilancia que choca a menudo con las leyes más protectoras de las libertades del mundo. 

Brisard, autor entre otros muchos libros reveladores del “Forbidden Truth: US-taliban Secret Oil Diplomacy (Verdad prohibida: la secreta diplomacia del petróleo entre Estados Unidos y los talibanes), cifra en el 60% los terroristas que aparecen en las listas de sospechosos de los servicios de inteligencia europeos, que luego terminan consumando acciones terroristas. Estima que la tecnología biométrica es fundamental para reconocer a los individuos susceptibles de realizar atentados, pero que su implementación es harto dificultosa en el ámbito de la Unión Europea, a diferencia obviamente de potencias como China, que tiene ya prácticamente controlada a la totalidad de su población. 

Datos comparados por éste y otros institutos también cifran en un 60% los islamistas radicalizados dispuestos a reincidir en sus acciones terroristas una vez liberados y repatriados. 

Amenaza sobre Canarias

Atalayar introdujo en el debate la repercusión que pueden tener yihadistas camuflados entre la emigración ilegal, un fenómeno que este año se está recrudeciendo, con Canarias como uno de los destinos al alcance de quienes han perdido sus medios de vida fruto de las luchas en el Sahel, y que están convirtiendo al sur de Tenerife en una nueva Lampedusa. Los gobiernos de los países situados en esa franja sahariana no han logrado contener la expansión de los yihadistas. El de Mali ha puesto precisamente en libertad a 180 acusados de pertenecer a grupos yihadistas, impelido a pagar ese precio para rescatar al político Soumaila Cissé, que había sido secuestrado por la filial de Al Qaeda en el país. 

A juicio de los ponentes, el peligro de que combatientes islamistas se mezclen con emigrantes económicos y demandantes de asilo es cada vez más evidente. El caso más reciente es el del checheno que llegó a Francia como refugiado hace menos de un año, y decapitó al profesor de instituto Samuel Paty tras haber mostrado éste las caricaturas de Mahoma de Charlie Hebdo en una clase sobre libertad de expresión. 

La necesaria monitorización de las células, ambientes e individuos radicales islamistas es perentoria, a juicio del alemán Hans-Jakob Schindler, ex coordinador de la Unidad de Monitorización de Daesh, Al Qaeda y los Talibanes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Una tarea para la que no todos los gobiernos, e incluso organismos multilaterales, no están capacitados a la vista de los vertiginosos desarrollos actuales. 

Las facilidades de comunicación y la formidable expansión de las redes sociales han convertido a estas en el medio de contacto preferido por los terroristas. Las investigaciones francesas poseen ya numerosas evidencias de que los autores de los atentados están en estrecho contacto con África, desde donde reciben órdenes y consignas, localizadas originalmente en Argelia, Túnez, Libia, Mali o Marruecos. 

Todo ello convierte a Europa en un territorio vulnerable, que precisa de un trabajo de vigilancia muy sofisticado, pero sobre todo de una labor de prevención que necesita de medios y formación de los que a día de hoy carece en cantidad suficiente.  Una de las mayores conquistas de la UE es la libre circulación por el espacio Schengen. Pero –coinciden los analistas- si Europa no es capaz de reforzar sus fronteras exteriores será víctima  de una nueva oleada terrorista, lo que desembocará de nuevo en la reemergencia de las fronteras interiores como solución populista aunque sea ineficaz, y en definitiva en la erosión de uno de los grandes logros de sus ciudadanos.