El estado crítico del mundo: ¿cómo conseguir la paz? (II)

Contrariamente a estas leyes creadas por el hombre, las enseñanzas del Islam enfatizan la justicia hasta tal punto que el capítulo 5, versículo 9 del Sagrado Corán establece que la enemistad de cualquier nación o pueblo nunca debe incitar a uno a desviarse del camino de la justicia y la equidad. Manifestar tal integridad está más cerca de la rectitud. Incluso las personas no religiosas seguramente reconocerán la sabiduría y el beneficio de adoptar esta norma preeminente de justicia.
Al mismo tiempo, cabe preguntarse por qué, si las enseñanzas del Islam son como las que estoy describiendo, a menudo se alega que el Islam es una religión extremista. De hecho, este debate ha vuelto a salir a la superficie en los últimos días debido a los comentarios incendiarios y equivocados de ciertos políticos. En este sentido, debe quedar categóricamente claro que las guerras y batallas libradas por el Santo Profeta Muhammad (lpbD) y sus Sucesores Rectamente Guiados fueron enteramente defensivas. El Sagrado Corán permitió a los musulmanes defenderse sólo como último recurso después de haber sido atacados sin piedad por los oponentes al Islam y haber sido víctimas de años de persecución sostenida. Este permiso está contenido en el capítulo 22, versículo 40 del Sagrado Corán, que establece que aquellos a quienes se les impone la guerra injustamente tienen derecho a defenderse porque han sido agraviados y son víctimas de la opresión y la persecución.
Además, el Sagrado Corán aclara que el permiso para contraatacar se concedió no sólo para defender el Islam, sino para la defensa de todas las religiones y de los principios de libertad de conciencia y libertad de creencia. Así, en el versículo siguiente, Dios Altísimo afirma que si no se detuviera a quienes transgreden, a través de otros, entonces las iglesias, sinagogas, templos, mezquitas y todos los demás lugares de culto donde se recita con frecuencia el nombre de Dios serían destruidos. Por lo tanto, a los musulmanes se les ordena defender y proteger todas las religiones y lugares de culto en lugar de causarles ningún daño.
Además, dondequiera que se cumplían las condiciones para las guerras defensivas, los ejércitos musulmanes se regían por estrictas reglas de lucha dadas por el Santo Profeta del Islam (sa). En primer lugar, afirmó que las guerras nunca deben librarse para satisfacer intereses personales o creados, o para conquistar tierras o establecer supremacía sobre otros. Más bien, a los musulmanes sólo se les permite luchar si se les impone la guerra. En caso de guerra, otras naciones deben unirse para detener al agresor. Una vez que el agresor deja de usar la fuerza, las demás naciones deben poner fin inmediatamente a la guerra y tratar de establecer una paz duradera. Además, el Santo Profeta Muhammad (lpbD) prohibió estrictamente atacar a civiles, algo muy común en las guerras que se libran en el mundo moderno. Además, prescribió que los musulmanes garantizaran que el alcance de la guerra fuera lo más limitado posible. Debía evitarse cualquier tipo de escalada o expansión de la guerra, tanto en cuestión de territorio como de medios.
El Islam también enseña que, a menos que el oponente utilice un lugar de culto como base militar, no está permitido violar la santidad de un lugar de culto luchando en su interior o incluso en sus proximidades. Está estrictamente prohibido derribar o profanar los lugares de culto de los oponentes. Además, el Santo Profeta Muhammad (lpbD) prohibió la práctica previamente común de mutilar los cuerpos de los soldados enemigos e instruyó que sus cuerpos fueran tratados con cuidado y respeto. También enseñó que en la guerra no se permitía ninguna forma de engaño. Como ya se ha señalado, no podían atacar nunca a las mujeres, los niños, los ancianos y otros civiles inocentes. De manera similar, no se debía perjudicar a los sacerdotes, rabinos u otros líderes religiosos ni impedir que llevaran a cabo sus deberes religiosos.
El Santo Profeta del Islam (sa) también prohibió a los soldados musulmanes infundir cualquier tipo de terror o miedo entre el público en general durante las guerras. De hecho, todos los no combatientes y civiles debían ser tratados con amabilidad y no se debía perpetrar ninguna injusticia contra ellos. Además, ordenó que los ejércitos musulmanes no deberían establecer bases o campamentos en ciudades o zonas donde pudieran causar ansiedad o malestar a los civiles comunes y ordinarios. Afirmó que, durante la batalla, los soldados no deberían golpear a sus oponentes en el rostro y deberían causarles el menor daño y angustia posibles. En cuanto a los prisioneros de guerra capturados, no debían ser separados de sus familiares si ellos también eran encarcelados. Además, se debía hacer todo lo posible para que los prisioneros de guerra se sintieran cómodos, en tal medida, que se diera preferencia a su comodidad y necesidades respecto a las del captor. Si un musulmán infligía cualquier tipo de crueldad o severidad hacia un prisionero de guerra, debía liberarlo inmediatamente para compensar el daño realizado.
Otra instrucción del Santo Profeta Muhammad (lpbD) era que se debe tratar con respeto los representantes o emisarios de otras naciones, y cualquier error o descortesía de su parte debe ser ignorado en aras de la paz y la armonía.
Estas son las reglas islámicas básicas de la guerra. El Santo Profeta (sa) dijo que si un musulmán violaba estos principios, demostraba que no estaba luchando por la justicia; sino que luchaba para infligir crueldad por interés propio. Sin duda, cada nación y gobierno musulmán debe respetar estas enseñanzas islámicas.
Dejando de lado la religión, también creo que si las naciones no musulmanas adoptaran estos principios, incluso en caso de guerra, se evitaría la formación de enemistades tan profundamente arraigadas que perduran, generación tras generación. Por lo tanto, todas las naciones involucradas en una guerra, ya sean las naciones occidentales, aquellas que albergan enemistad hacia el mundo islámico o los países musulmanes, deben reconocer que la paz sólo puede establecerse si actúan de acuerdo con estos principios de guerra y resolución de conflictos. De lo contrario, estaremos al borde de una catastrófica guerra mundial global que sin duda conducirá a niveles inmensos de destrucción y muerte inconcebibles.
Como mencioné anteriormente, muchas personas están llegando ahora a la misma conclusión. Por ejemplo, el profesor Jeffrey Sachs, economista muy respetado de la Universidad de Columbia, escribe:
“El mundo está al borde de una catástrofe nuclear, en gran parte debido a que los líderes políticos occidentales no han sido francos sobre las causas de la escalada de la crisis mundial”.
Y continúa:
“La implacable narrativa occidental de que Occidente es noble, mientras que Rusia y China son malvados, es ingenua y extraordinariamente peligrosa. Es un intento de manipular a la opinión pública para que no se ocupe de una diplomacia muy real y apremiante”.
El profesor Sachs continúa:
“Sobre todo, en este momento de peligro extremo, los líderes europeos deberían buscar la verdadera fuente de seguridad para Europa, no el dinero de cobertura estadounidense, sino acuerdos de seguridad europeos que respeten los intereses legítimos de seguridad de todas las naciones europeas. Sin duda, incluyendo a Ucrania, pero también a Rusia, que sigue resistiéndose a las ampliaciones de la OTAN hacia el Mar Negro. En esta etapa, la diplomacia, no la escalada militar, es el verdadero camino hacia la seguridad europea y global”.
Además, se ha escrito o hablado mucho sobre la guerra en curso entre Israel y Hamás y la grave situación humanitaria en Gaza, que va empeorando día a día. Por ejemplo, durante una entrevista reciente, el senador estadounidense Bernie Sanders, que es judío, condenó enérgicamente las acciones del gobierno israelí. Dijo:
“Lo que Netanyahu y su gobierno de derechas están haciendo ahora mismo al pueblo de Palestina, de Gaza, es indescriptible e inconcebible. Quiero decir, estamos viendo que ya han sido asesinadas entre 25 y 26 mil personas (ésta era la cifra cuando fue entrevistado, ahora esta cifra ha superado este número), dos tercios de las cuales son mujeres y niños. 65.000 personas han resultado heridas. Estamos viendo que el 70% de las viviendas de Gaza han sido dañadas o destruidas. Estamos viendo que 1,8 millones de personas han sido expulsadas de sus hogares. Dios sabe adónde van”.
El senador Sanders continuó diciendo:
“En este momento, y espero que todos escuchen esto, estamos considerando la posibilidad de que cientos de miles de niños mueran de hambre, y nosotros en Estados Unidos, a través de nuestro apoyo financiero a Israel, somos cómplices de lo que está pasando, y que me condenen si doy otro centavo al gobierno de Netanyahu para continuar esta guerra contra el pueblo palestino”.
Cuando se le preguntó si se podría llegar a un acuerdo en Medio Oriente y de qué modo, el senador Sanders dijo:
“La historia de la región es terrible. Se trata del holocausto de seis millones de judíos, se trata del desplazamiento de cientos de miles de palestinos de sus hogares, pero al final del día, el pueblo palestino tiene derecho a una patria propia. Por lo tanto, estamos hablando de una solución de dos Estados”.
Además de las dos personas que he citado, muchos otros comentaristas están llegando ahora a la misma conclusión sobre el estado crítico del mundo, del que he advertido durante mucho tiempo. No me siento satisfecho con esto; más bien, espero y rezo de todo corazón para que, antes de que sea demasiado tarde, el mundo entre en razón y ponga fin a las brutalidades y guerras que se están produciendo en el mundo.
Ciertamente, en mi opinión debería haber un alto el fuego total entre Israel y Hamás o Palestina, y también en la guerra entre Rusia y Ucrania. Por lo tanto, en lugar de incitar a sus respectivos aliados a continuar la guerra, todos los miembros de la comunidad internacional deberían garantizar en primer lugar que se intensifiquen los esfuerzos de ayuda para ayudar a quienes lo necesitan desesperadamente y centrarse en lograr un acuerdo pacífico y duradero. Si, en cambio, nos mantenemos al margen y permitimos que estas guerras se intensifiquen aún más, se perderán innumerables vidas inocentes y, seguramente, la historia nos juzgará con desprecio como autores de nuestra propia destrucción y miseria.
En conclusión, si queremos evitar que nuestras generaciones futuras nazcan con los efectos nocivos de la radiación causada por la guerra nuclear y deseamos salvarlas de las privaciones y la desesperación, y si queremos salvarnos de sus maldiciones y lamentos, debemos actuar con urgencia y sabiduría. Los líderes políticos y quienes tienen acceso a los responsables de la formulación de políticas deben adoptar una visión a largo plazo de lo que es mejor para la humanidad en lugar de dejarse cegar por un deseo egoísta de afirmar su superioridad sobre los demás. Todos debemos unirnos, dejando de lado los intereses nacionales, políticos y otros intereses creados, por el bien de la humanidad y para garantizar que dejamos un mundo próspero para nuestras generaciones futuras. Es necesario en estos tiempos que enfoquemos todas nuestras energías y esfuerzos en establecer una paz verdadera para que podamos vivir en un mundo de esperanza y prosperidad en lugar de un mundo definido por la desigualdad, el odio y el derramamiento de sangre.
Con estas palabras, agradezco sinceramente a todos nuestros invitados por habernos acompañado esta noche y escuchar lo que tenía que decir. Pido disculpas por mi largo discurso, pero sentía que era necesario hacerlo, dado el precario estado del mundo. Gracias y una vez más les expreso mi más sincero agradecimiento a todos.
Muchas gracias.’
(lpbD) – que la paz y las bendiciones de Dios sean con él.
(lpD) – que la paz sea con él.