
El objetivo de la Vida Humana, y los medios para su consecución
Hay personas cuya visión limitada y falta de resolución les conduce a prefijar objetivos para su vida que se limitan a metas y ambiciones mundanales. Pero el objetivo que Dios Exaltado señala para el hombre, en Su Santa Palabra, es el siguiente:
“Ya que no he creado a los yinn y a los hombres sino para que Me reconozcan y adoren” (51:57).
De ahí que el verdadero fin de la vida del hombre sea adorar a Dios, conocerle y mostrar una devoción completa hacia Él. Es evidente que el hombre no puede elegir el objetivo de su propia vida, ya que no viene a este mundo ni lo deja por propia voluntad. Es una criatura, y Aquél que lo creó y otorgó facultades mejores y más elevadas que las de otros animales, también le señaló el objeto de su vida. Compréndalo o no el hombre, el objeto de la creación del hombre es, sin duda, adorar a Dios, conocerle y entregarse a Él.
En otra parte del Santo Corán, Dios Exaltado dice:
“El Islam es la religión que proporciona el verdadero conocimiento de Dios, y enseña el mejor modo de adorarle”. (3:20).
“El Islam es inherente a la naturaleza humana, y el hombre ha sido creado para el Islam. Esta es la fe eterna” (30:30-31).
Esto significa que Dios ha deseado que el hombre se dedique con todas sus facultades al amor, la obediencia y la adoración de Dios. Por eso Él ha otorgado al hombre todas las facultades apropiadas para el Islam.
Estos versículos tienen un sentido muy amplio, una parte del cual hemos expuesto en la tercera parte de la respuesta a la primera consideración. Aquí deseamos afirmar brevemente que el verdadero objetivo de las facultades externas e internas que han sido concedidas al hombre es el amor, el conocimiento y el culto a Dios. Por ello, a pesar de dedicarse a diversos proyectos de esta vida, el hombre no encuentra su verdadero bienestar excepto en Dios. Tras haber sido muy rico, haber ocupado un alto cargo, haber sido un gran comerciante, gobernado un reino importante, o haber sido conocido como un gran filósofo, al final el hombre ha de abandonarlo todo con gran pesar. Su corazón siempre le reprende su preocupación total acerca de los temas de este mundo, y su conciencia jamás acepta la malicia, la falsedad y las actividades ilícitas.
Una persona inteligente puede apreciar el problema también desde este enfoque: el objetivo de todas las cosas ha de ser la máxima expresión, la más elevada actuación que permiten sus facultades, más allá de la cual las facultades no pueden llegar. Por ejemplo, un buey tiene como función principal arar la tierra, sacar agua o acarrear. Sus facultades no se adaptan a ninguna otra cosa. Por lo tanto, las funciones de un buey se limitan a estas tres cosas. No tiene poder para hacer nada más. Pero cuando estudiamos las facultades del hombre, e intentamos descubrir su alcance más elevado vemos que busca a Dios el Exaltado. El hombre desea con tanta fuerza dedicarse a Dios que no guarda nada para sí, sino que todo es para Dios. Comparte con los animales las necesidades naturales de dormir, alimentarse, etc. En el campo de la industria algunos animales están más avanzados que él. Las abejas, por ejemplo, extraen la esencia de distintos tipos de flores, y producen una miel de tan alta calidad que el hombre aún no ha podido igualarla. Es evidente, por lo tanto, que el alcance más elevado de las facultades humanas sea conocer a Dios el Exaltado. De ahí que el verdadero objeto de su vida sea abrir la ventana de su corazón hacia Dios.
Medios para la consecución del objetivo del hombre.
Cabe preguntarse, ¿cómo es posible conseguir este fin y a través de qué medios puede una persona encontrar a Dios?
El primer modo de conseguir este objetivo consiste en reconocer correctamente a Dios Exaltado, y creer en el Verdadero Dios. Porque si el primer paso resulta erróneo, es decir, si una persona tiene como dios a un pájaro, a un animal, a los elementos, o a la descendencia de un ser humano, no puede existir esperanza de que camine por el buen sendero hacia Dios. El verdadero Dios ayuda a aquellos que Le buscan, pero ¿cómo puede un dios muerto ayudar a los muertos? En este contexto Dios el Glorioso nos expone una excelente ilustración:
“Sólo a Él va dirigida la verdadera oración. Aquellos a quienes invocan en lugar de Él no les responden en absoluto, salvo como es respondido el que extiende sus dos manos hacia el agua para que esta llegue a su boca, sin que ésta le llegue. La oración de los incrédulos no es más que un desperdicio” (13:15).
El segundo medio para lograr el fin real de la vida consiste en conocer la belleza perfecta de Dios Exaltado; el corazón se siente naturalmente atraído por la belleza, y al observarla, el amor se genera en el corazón. La belleza de Dios consiste en Su Unicidad, Su Grandeza, Su Majestad y Sus demás atributos, como lo establece el Santo Corán:
“Dios es Único en Su ser, en Sus atributos y en Su gloria. No tiene compañero. Todos dependemos de Él. El otorga la vida a cada partícula. Él es la fuente de gracia para todas las cosas, y no depende de los favores de nadie. No es hijo ni padre, porque no tiene igual, ni tiene semejante”. (112:2-6).
El Corán con frecuencia llama nuestra atención sobre la grandeza y majestuosidad de Dios, inculcando así en la mente humana que solamente este Dios puede ser el objetivo deseado por nuestro corazón, y no un ser muerto, ni débil, despiadado o impotente.
El tercer medio para el acercamiento a Dios consiste en conocer Su bondad; puesto que la belleza y la bondad son los dos incentivos del amor. Los atributos de bondad de Dios quedan resumidos en la Sura Al Fatiha con las palabras:
“Es decir que Dios crea a Sus siervos de la nada por Su Bondad, y pone Su Providencia siempre a la disposición de todos. Él es el apoyo de todas las cosas, y todas las formas de Su bondad han sido manifestadas hacia Sus criaturas” (1:2-4).
Su bondad no tiene límite, como Él dice:
“Si intentarais enumerar las bondades de Al’lah, no seríais capaces de terminar la enumeración” (14:35).
La oración constituye el cuarto medio de conseguir el verdadero objetivo de la vida establecido por Dios Exaltado, como Él dice:
“Invocadme, y responderé a vuestra llamada” (40:61).
Se nos pide con insistencia que oremos para que así encontremos a Dios; no a través de nuestro poder, sino a través del poder de Dios.
(lpbD) – la paz y las bendiciones de Dios sean con él.
(Continuaremos con la entrega 25 donde detallaremos los puntos siguientes sobre “Los medios para la consecución del objetivo del hombre”)