Opinión

La filosofía de las enseñanzas del Islam (5)

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El verdadero propósito de las enseñanzas del Santo Corán es la reforma de las tres condiciones: las condiciones naturales, mediante su regulación, se convierten en cualidades morales.

Antes de entrar en una exposición detallada de la triple reforma que acabo de mencionar, es preciso señalar que ninguna de las enseñanzas del Santo Corán se impone por obligación. El único propósito del Santo Corán es la triple reforma, y las enseñanzas no son sino medios para alcanzarla. Para que un paciente recobre su salud, a veces, un médico advierte la necesidad de realizar una intervención quirúrgica o aplicar una pomada. Del mismo modo, las enseñanzas del Santo Corán, por compasión hacia la especie humana, recurren también a métodos parecidos. Todos sus preceptos, sus reprimendas y sus doctrinas llevan en sí el propósito de elevar al hombre de su estado natural salvaje a un estado moral, y de allí al océano infinito de la espiritualidad.
Ya se ha expuesto que la condición natural del hombre no se puede separar de su condición moral. Cuando es moderada y se utiliza de acuerdo con los dictados de la razón, en la ocasión adecuada, la condición natural adquiere un carácter moral. Antes de someterse al control de la razón y del buen sentido, esta condición no tiene carácter de cualidad moral, sino de impulso natural, por mucho que se parezca a la condición moral. 

Por ejemplo, no puede considerarse prueba de cortesía ni de buenos modales el afecto o la docilidad que un perro o un cordero muestra hacia su amo, ni puede tenerse por rudeza o mal comportamiento la fiereza de un lobo o un tigre. Se llega al estado moral tras meditar y comprender la importancia del papel que juegan el tiempo y la ocasión. Una persona que no emplea la razón y el sentido común es como un niño cuya capacidad mental todavía no está sometida a los dictados de la razón, o como un loco que ha perdido el juicio. Un niño y un loco pueden comportarse de una manera aparentemente moral, pero nadie calificaría tal conducta de moral, ya que no procede del uso de la razón, sino que es un impulso natural ante ciertas circunstancias. 

Por ejemplo, el ser humano apenas nace busca el pecho materno, mientras que el pollo recién salido del cascarón comienza a alimentarse picoteando. Del mismo modo, la cría de sanguijuela se comporta como sanguijuela, la serpiente recién nacida se comporta como serpiente, y el cachorro de tigre, como tigre. Apenas nace, el ser humano empieza a mostrar reacciones humanas, y estas reacciones se acentúan cada vez más conforme pasan los años. Por ejemplo, llora con más fuerza, su sonrisa se transforma en risa, y se concentra más su mirada. Con un año o dieciocho meses de edad, desarrolla otra característica natural: comienza a expresar el placer y el desagrado en sus actos, intentando golpear a alguien o dándole algo. Todos estos actos son impulsos naturales. 

Del mismo modo, un salvaje que posee poco sentido humano expresa sus impulsos naturales a través de sus palabras, actos y movimientos, y obedece a sus emociones naturales. Sus actos no son resultado de la reflexión. Todo lo que hace en obediencia a un impulso natural, o como reacción a estímulos externos, se manifiesta externamente. Es posible que los impulsos naturales provocados por estímulos externos no sean todos malos, y que algunos se parezcan a acciones juiciosas, pero en general no son consecuencia de la reflexión y el razonamiento, y aunque estén hasta cierto punto motivados por la razón, no podemos confiar en ellos a causa del dominio de los impulsos naturales.

La verdadera moral

En una palabra, no podemos calificar de comportamiento verdaderamente moral la conducta de una persona que se halla sometida a los impulsos naturales, como los animales, los niños o los dementes. 

El primer indicio de la moral verdadera, ya sea buena o mala, se presenta cuando la razón comienza a madurar, cuando una persona llega a distinguir entre el bien y el mal, entre varios grados de bondad y maldad, y cuando comienza a lamentar la omisión de una buena acción, y a arrepentirse después de cometer un pecado. Este es el segundo estadio de la vida humana, descrito por el Santo Corán como el alma auto-acusadora. 

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que una simple reprimenda no basta para que un salvaje alcance el estado del alma auto-acusadora. Es necesario que tome conciencia de la existencia de Dios, hasta tal punto, que ya no considere como un acto sin motivo su propia creación por Él, para que la comprensión de lo Divino estimule sus verdaderas cualidades morales. Con este propósito Dios Altísimo nos revela la necesidad de comprender lo Divino, y toda moral da lugar a un resultado que puede originar confort o dolor espiritual en esta vida y que se manifestará claramente en el Más Allá. 

En resumen, al alcanzar el estado del alma auto-acusadora, el hombre adquiere tal grado de razón y conciencia que se reprende a sí mismo cualquier acto injusto, y desea realizar buenas acciones. En este estado el hombre empieza a mostrar altas cualidades morales.

Distinción entre Jalq (creación) y Julq (cualidades morales)

“Jalq” denota el nacimiento físico, y “Julq” el nacimiento interno. Como el nacimiento interno se perfecciona a través del desarrollo moral y no simplemente a través de la obediencia a los impulsos naturales, “Julq” connota cualidades morales y no impulsos naturales. 

Cabe destacar que la creencia popular de que las cualidades morales consisten solamente en la mansedumbre, la cortesía y la humildad, está totalmente equivocada. La verdad es que a cada acción física le corresponde una cualidad interna moral; por ejemplo, caen lágrimas de los ojos cuando se llora, y a esta acción física corresponde una cualidad interna llamada ternura, y esta cualidad, una vez sometida al control de la razón, y debidamente utilizada, asume el carácter de cualidad moral. 

Del mismo modo, cuando el hombre emplea sus manos para defenderse contra un ataque enemigo, a esta acción física corresponde una cualidad llamada valor. Al ejercerse esta cualidad en el lugar adecuado y la ocasión debida, entra dentro de una cualidad moral. 

Igualmente, el hombre desea salvar al oprimido del opresor, o proteger al desamparado o al hambriento, o servir la humanidad de alguna manera. A todos estos actos corresponde la cualidad interna de compasión. Cuando un hombre castiga a un malhechor, existe una cualidad interna llamada venganza. Hay ocasiones en las que un hombre atacado no desea atacar a su vez, y se abstiene de actuar. En tales casos la abstención corresponde a la cualidad de la indulgencia y la paciencia. Cuando el hombre emplea sus pies y sus manos, su cerebro o su fortuna, para fomentar el bienestar de otros seres humanos, dichos actos reflejan la cualidad de benevolencia. Por lo tanto, cuando una persona muestra todas estas cualidades en el lugar y momento debidos, se denominan cualidades morales. Dios Glorioso se ha dirigido al Santo Profeta (lpbD) con las siguientes palabras:

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“En verdad tú posees altas cualidades morales” (68:5).

Esto significa que en la persona del Santo Profeta (lpbD) se reunían todas las altas cualidades morales: caridad, valor, justicia, clemencia, bondad, sinceridad, longanimidad, etc. 

En resumen, todas las cualidades naturales del hombre - cortesía, modestia, integridad, benevolencia, celo, perseverancia, castidad, piedad, equidad, compasión, valor, generosidad, paciencia, tolerancia, bondad, sinceridad, lealtad, etc. - manifestadas en el momento debido, y sometidas a los dictados de la razón y la reflexión, serían consideradas como cualidades morales. En realidad son estados naturales e impulsos humanos, que llegan a ser cualidades morales al ser ejercidos voluntaria y debidamente. El progreso es una característica natural del hombre, y por lo tanto la verdadera religión, la buena compañía y los preceptos virtuosos transforman sus impulsos naturales en cualidades morales. El hombre no comparte esta característica con ningún animal.

(lpbD) – la paz y las bendiciones de Dios sean con él.

[Continuaremos con la entrega 6, donde expondremos al estimado(a) lector(a) diversos versículos del Sagrado Corán que fueron revelados al Santo Profeta Muhammad (lpbD) para enseñar normas elementales de comportamiento humano al pueblo donde fue enviado como Mensajero]