
LA PAZ SOCIO-ECONÓMICA.
Seguimos con nuevas reflexiones sobre la Paz Socio-Económica en base a las enseñanzas del Sagrado Corán.
(Pueden consultar las referencias del Sagrado Corán en https://www.ahmadiyya-islam.org/es/coran/)
Límites amplios para el gasto.
El Santo Corán extiende los límites de lo que debe gastarse en la causa de Al’lah a dimensiones muy amplias. Una frase que se repite con frecuencia en el Sagrado Corán, difícil de encontrar en ningún otro sitio es:

“Y los verdaderos creyentes gastan en Nuestra Causa de todo lo que Nosotros Mismos les hemos provisto”. (2:4)
Esto abarca todas las facultades, cualidades así como, indudablemente, cualquier tipo de posesión material, relaciones y lazos humanos. La frase también incluye valores como el honor, la paz, el confort, etc.
En resumen nada que pueda concebirse está fuera del campo de la expresión árabe “WA MIMMA RAZAQNAAHUM”.
De nuevo resulta llamativo cómo el empleo de la palabra MIN (algo de, de ello) hace que el consejo sea accesible a todo el mundo. No quiere decir que debéis de gastar todo o una parte fija de lo que os hemos dado por Nuestra causa. Todo lo que se pide es que debéis gastar algo de lo que Dios os ha concedido. El ámbito de algo es tan variable que incluso la gente corriente y débil, que carece de valor para realizar sacrificios importantes, pueden, al menos, participar en la medida que les sea permisible. Este es el entorno de servicios sociales que el Islam intenta promover. Pertenece, en parte, a la conducta social del hombre, y en parte, a sus actividades económicas.
En una economía en la que toda la sociedad está orientada hacia la posesión y preocupada sólo por lo que se puede adquirir, es muy difícil e impracticable trazar una línea entre lo que es justo e injusto. Es más probable es que tal sociedad traspase el dominio de los derechos de los demás, en lugar de permanecer en el entorno de sus propios límites.
Por el contrario, una sociedad a la que se recuerda y educa constantemente a ofrecer a los demás más de lo que les pertenece, está lejos de usurpar los derechos de los demás. Es difícil imaginar cómo puede florecer la explotación en tal ambiente.
El principio del concepto islámico del servicio, se describe en un solo versículo de una manera muy bella y clara. Dice:
“(¡Oh pueblo que seguís el Islam!) Sois el mejor pueblo ensalzado para el bien de la humanidad; ordenáis lo bueno, prohibís lo malo y creéis en Al’lah.”… (3:111)
Continuaréis siendo los mejores siempre que estéis dispuestos al servicio del prójimo. Si dejáis de servir a los demás no tendréis en adelante derecho a jactaros de la superioridad del Islam ni de la Umma (Comunidad) musulmana.
Cuando se habla de adicción se piensa generalmente en las drogas. Existe otra connotación de la adicción en un sentido más amplio, que raras veces se asocia con la palabra adicción. Me refiero a la consideración social ante ciertas formas de placer, como son la bebida y el juego, ninguno de los cuales promete nada bueno para la paz y el bienestar de la sociedad.
El juego está reglamentado en casi todos los países desarrollados del mundo. Pero incluso en algunos países del Tercer Mundo, donde no está reglamentado a escala tan amplia, se puede encontrar el juego a todos los niveles como una ocupación individual de ratos libres. La bebida es la segunda adicción en la que las sociedades del mundo han caído presas.
El Santo Corán prohíbe tanto el juego como la bebida:

“¡Oh, vosotros, los que creéis! Las sustancias intoxicantes, los juegos de azar, los ídolos y las flechas de la suerte no son más que una abominación de las obras de Satanás. Alejaos, pues, de todas ellas para que prosperéis. Satanás sólo busca crear la enemistad y el odio entre vosotros mediante las sustancias intoxicantes y los juegos de azar, y apartaros del recuerdo de Al’lah y de la Oración. ¿No os vais a abstener?”. (5:91-92)
El Santo Profeta, (la paz y bendiciones de Dios sean con él), declaró que la bebida era:
“La Madre de Todos los Males”
Los dos vicios están tan extendidos y son tan universales en su naturaleza que es difícil trazar una línea divisoria. Desde el punto de vista político, Oriente y Occidente posiblemente no se fusionen nunca, pero en su gran inclinación hacia el juego y la bebida, el Este y el Oeste, el Norte y el Sur ya se han unido.
Tanto la bebida como el juego son males socioeconómicos. La suma que se invierte en la bebida en un solo día en Gran Bretaña, es suficiente para alimentar a las multitudes acosadas por el hambre en África durante muchas semanas. A pesar de todo, en los países más empobrecidos de África y de otros continentes la bebida no se considera un lujo que la gente no pueda adquirir. Habiendo fracasado en proveer las necesidades básicas de la existencia y la educación a los niños, hay millones de africanos que aun tienen acceso al consumo del alcohol. En la indigente parte sur de la India, donde es imposible crear una planta de producción de vino, sirve como substituto un ponche hecho en casa. Sin embargo, es cierto que la pobreza frena, hasta cierto punto, la propagación de “La Madre de Todos los Males”.
Mientras aumenta la renta per cápita, lo mismo ocurre con los gastos en la bebida. Hasta que uno no se vuelve alcohólico a nadie parece preocuparle excesivamente.
Podría argumentarse por qué razón deben la bebida y el juego considerase problemas del mundo contemporáneo cuando, en realidad, son tan antiguos como la propia historia de la humanidad. Sin duda, el alcohol y el juego han existido en todas las épocas y lugares del mundo; no obstante, por su naturaleza intemporal, pueden ser considerados como problemas de todas las épocas.
Desde el punto de vista de la economía, el juego es más perjudicial que la bebida. En el juego, el dinero cambia de manos sin impulsar la rueda de la economía, pues el dinero se intercambia por dinero sin el esencial intercambio de mercancías en los mercados monetarios. Asimismo, en el juego, el dinero cambia de manos sin participar en el proceso de desarrollo económico y producción de riqueza. Mientras que en los mercados monetarios existe algún fin económico, el juego no sirve prácticamente a ningún fin. Bajo el libre comercio y en un entorno industrial, el dinero no cambia de manos sin servir a la economía de una forma material. En la industria y el comercio, el intercambio de valores es beneficioso, en la mayoría de los casos, para todos los que participan. Es inconcebible que la mayoría de los comerciantes sufran pérdidas como norma, mientras que en el juego, por regla general, la gran mayoría de participantes sufren pérdidas, la mayor parte de las veces. Por ejemplo, pocos casinos van a la quiebra. La ganancia de unos pocos implica que cientos de miles de personas tengan que padecer. La única compensación que reciben a cambio del dinero que pierden es la emoción y la sensación de suspense, hasta que empiezan a comprender que han perdido su apuesta; a continuación, empiezan a hacer nuevas apuestas para recuperar sus pérdidas, hasta que la tensión y el estrés superan al placer de la emoción que reciben a cambio. La angustia y la amargura dejan de ser un asunto personal del individuo, puesto que empiezan a repercutir en sus relaciones familiares. En los sectores más empobrecidos de la sociedad las necesidades cotidianas de los miembros de la familia han de ser sacrificados ante el altar del juego. El Santo Corán, a la vez que prohíbe la bebida y el juego, reconoce que existen ciertamente algunos beneficios parciales derivados de ambos, pero que, sin duda alguna, el perjuicio supera siempre a la ventaja.
(lpbD) – La paz y las bendiciones de Dios sean con él.
(Continuaremos en la entrega 38, desarrollando el tema de la Paz Socio-Económica en base a las enseñanzas del Sagrado Corán).