El Frente Polisario se enfrenta a un ajuste de cuentas de Estados Unidos y hay mucho en juego a escala mundial

Llegada de Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario, al aeropuerto de FireBlade, Kempton Park, Sudáfrica, en un avión presidencial argelino - PHOTO/TWITTER/ @DIRCO_ZA
Llegada de Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario, al aeropuerto de FireBlade, Kempton Park, Sudáfrica, en un avión presidencial argelino - PHOTO/TWITTER/ @DIRCO_ZA
En una iniciativa que podría redefinir la política estadounidense en el norte de África, el congresista Joe Wilson, de Carolina del Sur, ha presentado un proyecto de ley bipartidista que pretende designar al Frente Polisario -el movimiento separatista que opera en el Sáhara Occidental- como organización terrorista extranjera
  1. El eje de la inestabilidad: Irán, Hezbolá y el Polisario
  2. Por qué es importante ahora
  3. Una prueba para el Congreso y para la estrategia estadounidense
  4. ¿El fin de un mito?

Más que un gesto simbólico, esta iniciativa podría desencadenar profundos cambios geopolíticos desde el Sahel hasta el Mediterráneo.

Durante décadas, el Frente Polisario se ha presentado a sí mismo como un movimiento de liberación que busca la independencia del Sáhara Occidental. Sin embargo, este discurso se enfrenta ahora a un feroz escrutinio en Washington, donde las preocupaciones en materia de seguridad, las alianzas ideológicas y las asociaciones estratégicas están convergiendo de un modo que el grupo probablemente no había previsto.

El eje de la inestabilidad: Irán, Hezbolá y el Polisario

El proyecto de Wilson no surge en el vacío. Llega tras los alarmantes informes de dos de los grupos de reflexión conservadores más influyentes de Washington -la Fundación Heritage y el Instituto Hudson- que advertían de los crecientes vínculos entre el Polisario y la red de representación de Irán, incluido Hezbolá. Estas conexiones, antes sospechosas, se citan ahora con creciente confianza en los círculos políticos como prueba de la transformación del Polisario en un desestabilizador regional.

El marco es claro: Wilson describió al grupo en X (antes Twitter) como una “milicia marxista apoyada por Irán, Hezbolá y Rusia”, y lo acusó de socavar Marruecos, un aliado clave de Estados Unidos durante casi dos siglos y medio. Estas declaraciones no son florituras retóricas, sino que forman parte de un esfuerzo estratégico para reposicionar al Polisario en la narrativa de seguridad estadounidense como una amenaza en lugar de un socio en el diálogo.

Por qué es importante ahora

El momento oportuno lo es todo en política, y el movimiento de Wilson no es una excepción. El legislador republicano ha sido durante mucho tiempo un amigo cercano de Marruecos en el Congreso, y su iniciativa coincide con los renovados esfuerzos del Partido Republicano por reafirmar una política exterior más dura y anti iraní, especialmente en África, donde la huella de Irán se está expandiendo a través de actores no estatales.

La implicación es clara: si se logra designar al Polisario como organización terrorista, no sólo quedaría excluido de cualquier compromiso formal de Estados Unidos, sino que también podría enfrentarse a sanciones, congelación de activos y prohibición de viajar. Además, la medida enviaría un mensaje escalofriante a cualquier Estado o entidad que ofreciera apoyo al grupo, especialmente a los alineados con los intereses iraníes.

Una prueba para el Congreso y para la estrategia estadounidense

Por supuesto, el proceso legislativo sigue siendo un obstáculo formidable. Wilson tendrá que conseguir apoyo bipartidista tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado para sacar adelante el proyecto de ley. Pero en el actual clima geopolítico -en el que Estados Unidos se está replanteando su postura en África ante el aumento de la influencia rusa e iraní- la propuesta puede encontrar más tracción de la esperada.

Para la Administración Biden, el proyecto de ley plantea un dilema. Aunque hasta ahora ha mantenido una cautelosa continuidad en su enfoque sobre el Sáhara Occidental, respaldando el plan de autonomía de Marruecos sin replicar plenamente el reconocimiento de Trump de la soberanía marroquí, ahora se enfrenta a la presión del Capitolio para trazar una línea más nítida.

Esto es más que una disputa regional. Es una prueba de si Estados Unidos está dispuesto a enfrentarse a la forma en que los adversarios globales utilizan los conflictos indirectos para ganar influencia, y si apoyará inequívocamente a su aliado más antiguo en África.

¿El fin de un mito?

Durante décadas, el Polisario se benefició de una cierta ambigüedad: una causa idealizada en algunos círculos diplomáticos, protegida por la inercia en otros. Pero las tornas están cambiando. Con la creciente evidencia de sus enredos con actores malignos y el firme apoyo del que goza Marruecos en todo el mundo árabe, África y, cada vez más, Europa, la imagen del Polisario como movimiento de liberación legítimo se está erosionando rápidamente.

El proyecto de ley de Joe Wilson puede aprobarse o no. Pero ya ha conseguido una cosa: ha hecho añicos la ilusión de que el Polisario opera en un vacío geopolítico. La era de la indiferencia ha terminado, y las consecuencias podrían ser históricas.

Said Temsamani, analista político