Un error de cálculo de Biden

joe biden

Aunque pasó sin pena ni gloria, en abril de 2021 la Unión Europea hizo pública su estrategia para el Indo-Pacífico, en un documento de diez puntos con los que se formula la posición común de los 27 respecto a la cooperación en el Indo-Pacífico. La estrategia hilvana los diferentes elementos con los que la UE aspira a mejorar su autonomía estratégica y promover sus intereses en la región. Sería una frivolidad restar valor a la importancia de este documento, ya que es fruto de un consenso logrado después de un laborioso y dilatado proceso de negociación cuyo resultado plasma la diversidad de prioridades estratégicas de los estados miembros, el diagnóstico del ecosistema político de Bruselas sobre las cuestiones de seguridad internacional en Asia, y el posicionamiento europeo como actor en política exterior. 

La existencia de esta estrategia hace aún que el error de cálculo de la administración Biden en las formas y en el fondo del anuncio de la iniciativa AUKUS sea aún más flagrante, algo que la cortina de humo del affair submarinos no puede ocultar. Después de la reacción francesa -que incluyó la inédita llamada a consultas del embajador francés en EEUU- a Biden y a Blinken no les pueden quedar muchas dudas de que han abordado este asunto con una bisoñez tan inexcusable como contraproducente, al aceptar, instigado por Londres, que fuese Australia quien notificase a Francia el cambio de socios para mejorar sus capacidades militares de navegación submarina como hecho consumado. Tanto es así, que el Secretario de Estado Blinken, y el asesor de seguridad nacional Sullivan se apresuraron a enmendarse la plana así mismos la plana viajando a París con el paso cambiado, para tratar de reconducir la situación. Los norteamericanos deben ser ya conscientes de que París no se va a contentar con disculpas diplomáticas, y que pondrá un precio a la vuelta a la normalidad que probablemente incluirá la obtención de mayor apoyo estadounidense en el Sahel y respaldo incondicional al desarrollar europeo de sus capacidades industriales de defensa.

Esto es ahora inevitable, por cuanto la falta de sagacidad de la administración Biden en este caso delata la inconsistencia de la postura norteamericana respecto a su exigencia a la Unión Europea de un mayor compromiso en materia de defensa, solo para actuar en contra de los avances hacia la autonomía estratégica de los europeos, cuando no sigue los dictados de Washington, o puja por desarrollar una industria armamentística propia, que inevitablemente irá en contra de los intereses de empresas americanas como Boeing y Lockheed Martin

Si la UE y EEUU hablan en serio de una alineación estratégica basada en la gradual reducción de la brecha defensiva entre ambos socios, tendrán que producirse una serie de reajustes bidireccionales, que serán baldíos sin un esfuerzo pedagógico por parte de las autoridades europeas para que Washington entienda que la Unión Europea no puede hacer tabla rasa del status quo en materia de política exterior y defensa como parecen creer algunos influyentes analistas norteamericanos, sino que debe avanzar contra el instinto de supervivencia de las instituciones nacionales que se resisten a ceder soberanía, para implementar una autonomía estratégica que requiere modificar los tratados por unanimidad. Los recientes casos de los tribunales constitucionales de Alemania y de Polonia, al cuestionar la primacía del derecho comunitarios sobre el estatal son buena prueba de que no hay atajos

Empero, no cabe duda de que el entendimiento es inevitable. Francia, y por lo tanto la Unión Europea, tiene tal peso especifico en el Indo-Pacífico que es incluso grotesco pensar que Australia pueda ser un socio mejor para EEUU: Francia posee un número importante de territorios de ultramar en la región con unos dos millones de habitantes, todos ellos con representantes en  la Asamblea Nacional francesa, y que cuentan la protección de un contingente francés de más de 7.000 hombres destacado en la zona. 

Por lo tanto,  la estrategia europea para el  Indo-Pacífico tiene claramente acento francés, y que la configuración geoestratégica del Pacífico Sur depende mucho más del sentido del voto de los 175.000 ciudadanos franceses con derecho a sufragio en el referéndum sobre la independencia de Nueva Caledonia del próximo diciembre que del tipo de submarinos que su vecina  Australia tenga a medio plazo.