Diálogos transatlánticos, Marruecos hoy: lectura y comentarios 

MARRUECOS

¿Por qué  Clara Riveros en su libro —Diálogos transatlánticos, Marruecos hoy le otorga una enfática prioridad a la  cuestión de género, prioridad que se hace patente en la información que nos proporciona, en las entrevistas y en todo su análisis? 

Una explicación podría ser el interés subjetivo de Clara, pero yo la descarto, no me parece suficiente; otra podría estar basada en la importancia relativa, fáctica, de la cuestión de género en la actual sociedad saharaui. Ninguna de estas explicaciones me parece satisfactoria. 

Para plantear una tercera, voy a comenzar desarrollando lo que entiendo que es su contexto. Pensando los procesos de cambio social, de modernización, en el marco de los cuales (como Clara bien enfatiza) puede florecer o no la modernidad. El gran problema de los actores del cambio (institucional/social/económico) en la periferia del sistema capitalista es  desde dónde  se constituyen como agentes del cambio. Recordemos que esta dimensión de la cuestión es previa a la consolidación histórica del capitalismo y de los regímenes políticos que lo acompañaron, está por ejemplo el libro de fama bien ganada de Barrington Moore sobre el Estado y las revoluciones sociales. 

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Miradas las cosas desde este ángulo, la modernización de la región parece claramente estableciéndose desde afuera y desde arriba, prácticamente sin fuerzas sociales que aporten su iniciativa o su respaldo al cambio y, por lo tanto, puedan incidir sobre su dirección y sobre su rumbo. 

Esto, teóricamente, puede explicar aquello en lo que insiste Clara: modernización sin modernidad. Desde arriba y desde afuera se inyecta modernización (económica, por ejemplo, o institucional, estipulando un marco constitucional), pero sin actores genuinos que desde la sociedad sean capaces de asumir y motorizar cambios, instituir nuevos valores, otorgar densidad a nuevas prácticas y comportamientos, no avanza la modernidad. 

Es en este marco que cobra sentido, a mi ver, el énfasis que otorga Clara a la cuestión de género. Aunque creo que no lo dice, es evidente que considera, y con buenas razones, que en la mujer saharaui es donde se encuentra el mayor potencial de cambio, genuino, desde abajo, en la región; que es posible, por ejemplo –apenas por ejemplo– que sean ellas las que consigan que la ley se afiance más allá de la letra, existan más firmemente el rule of law y el enforcement, o que su presión sea capaz de generar vínculos que pongan en jaque las restricciones tribales al movimiento de los habitantes. 

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Como sea, creo que este tema es central: en la región el avance de un cambio hacia una mayor modernidad todavía no descansa en actores nítidamente visibles sino en el potencial y la virtualidad, y estos están, por lo que parece, en el lado de las mujeres. 

Desde luego, esto plantea una gramática política muy compleja, vertical (los actores del Estado desde la cúspide marroquí) y horizontal (las tensiones que viven las propias mujeres, las grietas en términos de género) y las relaciones de poder locales, el peso de las tribus y de las familias, áreas micro y macro de cualquier esfuerzo. 

Las mujeres tendrán que tomar decisiones, y hacer opciones y no es nada fácil ver cuáles son sus pasos, o podrían ser, en términos de acción colectiva. 

Porque ese es otro tema: la acción colectiva parece estar por ahora completamente ausente. 

Mientras las tribus son poderosas y están bien organizadas, y las familias tienen mucho poder aún para estructurar la vida cotidiana, las mujeres están atomizadas y las más dinámicas optan por “estudiar afuera”. 

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La pregunta, por lo mismo, «¿Qué hace Marruecos para avanzar en la construcción de ciudadanía y de sociedad civil en las provincias del sur?», es una excelente pregunta porque identifica el problema que no tiene ninguna respuesta clara aún, ni fácil, empezando por el hecho de que, en el contexto de análisis de Clara, Marruecos no es más que una metáfora. 

Lo que sí se ha hecho es una especie de transacción, de negociación a gran escala que es típica de modernizaciones periféricas: se transfirieron recursos (materiales, tecnológicos) comprando la inmovilidad de las tribus y probablemente su apoyo político. Esto, naturalmente, condiciona los resultados en términos de modernidad. 

Y no es un proceso lineal, que tiene un punto de partida y un destino y entre una cosa y la otra hay simplemente tiempo. Los procesos de cambio tan complejos son como un cruce de un puente entre dos orillas, en el que es el puente, las particularidades y peculiaridades del puente, el que le da forma a la nueva orilla.

Vicente Palermo es escritor, sociólogo y politólogo argentino