Opinión

La tormenta perfecta desatada por John Bolton

photo_camera LIBRO BOLTON

La semana política en Washington tiene un protagonista con nombre y apellido de relumbrón: John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional. La editorial Simon & Scuster le ha publicado un libro crítico sobre la presidencia del actual inquilino de la Casa Blanca, y los primeros capítulos han sido ya filtrados y escrutados por los cenáculos del poder en el Distrito Federal. El culebrón ha comenzado, y va a llegar hasta los tribunales, y como todo lo que rodea a los dos personajes centrales, el presidente y su exconsejero, está rodeado de exageraciones y brochazos gruesos. 

Entre abril de 2018 y septiembre de 2019 ocupó el cargo de consejero de Seguridad Nacional, al que había accedido esquivando el examen del Senado, que no es necesario para este puesto, y para estar cerca del presidente Donald Trump. El matrimonio entre ambos estaba cortado con el patrón de una radicalidad que parecía encajar en la trayectoria pública de ambos personajes. Bolton siempre ha sido un alto cargo muy bien colocado en las administraciones republicanas: con Reagan llegó a fiscal general Adjunto de Estados Unidos, con George Bush padre fue secretario de Estado Adjunto para Asuntos Internacionales y con Bush junior llegó a ser subsecretario de

Estado para asuntos relacionados con el Control de Armas durante la guerra de Irak de 2003, y embajador en Naciones Unidas. Ha sido comentarista habitual en los programas de la cadena Fox News, el azote del progresismo estadounidense, y siempre se declaró escéptico respecto a los tratados multilaterales y la globalización (por ejemplo, deplora la labor de la Corte Penal Internacional)

El político de Baltimore siempre ha enarbolado una idea polémica pero que define su ultraliberalismo: prefiere la libertad antes que la democracia. Palabras mayores que rayan en cosas que desde Occidente se tratan siempre de esquivar. Se marchó del último cargo público que ocupó porque Trump era poco contundente en cuestiones como el diálogo con Corea del Norte o las conversaciones con los talibanes en Afganistán. Y es ahora, al levantar las alfombras de su relación política con el jefe, cuando se ha desatado la pasión por su figura.

Cuando Bolton era un halcón republicano defendiendo enviar a los marines a Venezuela o usar la fuerza contra Irán para frenar su escalada nuclear, era pasto de críticas y ataques constantes desde los medios situados más a la izquierda. Hoy John Bolton ha pasado a ser un personaje admirado por todos aquellos que lo rechazaron durante años, y el motivo no es otro que la apertura del tarro de sus esencias anti-Trump, un argumento que en media sociedad americana es recibido como el maná caído del cielo. 

El caos que pinta en el Despacho Oval y sus dependencias colindantes hace las delicias de los matinales y del prime time. Las cadenas se lanzan a hacer gráficos, entrevistas y debates sobre lo que Bolton desvela, en lo que podríamos denominar como la tormenta perfecta del verano político en Estados Unidos. Las lagunas del presidente en geografía y su desconocimiento de geoestrategia están siendo por ahora el plato preferido, aunque poco novedoso. Su desconocimiento de que Reino Unido es una potencia nuclear resulta más peligroso aún. Pedir ayuda a su enemigo comercial para ganar las elecciones de 2020 Xi Jing Ping con la compra de productos agrícolas americanos encaja directamente en lo rocambolesco: aquél que ha sido tu máximo enemigo exterior pasaría a convertirse en tu aliado para la reelección. No hay quien se lo crea. 

Venezuela es un capítulo clave. Por lo que ha trascendido, Trump ha tenido sobre la mesa realmente la intervención militar en 2019, después del infausto mes de enero en el que Maduro decidió atornillarse al poder incumpliendo la Constitución de su propio país. Se llegó incluso a la antesala de un pronunciamiento contando con militares venezolanos, pero una conversación del presidente con Vladimir Putin lo frenó. Las revelaciones de Bolton pueden ser un delito si ha traicionado el contenido de conversaciones de carácter reservado, pero no hay duda de que son carnaza para la prensa y para todos los que suspiran por la caída de Trump el próximo 3 de noviembre.

El divertimento que entretiene estos días al entorno del Capitolio y a todas horas a las televisiones pro y contra Trump, acabará en los tribunales, con la denuncia presentada por el Departamento de Justicia. ¿Ha revelado secretos oficiales Bolton en su libro? Si lo ha hecho, le espera un calvario judicial pero, también, un púlpito mediático