El paradigma Rittenhouse entra en campaña

Kyle Rittenhouse

Kyle Rittenhouse es un joven de 17 años que reside en Antioch, en el estado norteamericano de Illinois. Su pueblo podría considerarse un suburbio de Kenosha, el foco de la última protesta racial en Estados Unidos por los siete disparos de un policía que recibió por la espalda Jacob Blake. Pero administrativamente, Kenosha pertenece al vecino estado de Wisconsin y está bañada por el Lago Michigan, en una posición sorprendentemente equidistante de Milwaukee y Chicago, de las que recibe sus mayores influencias.  Antioch no le va a la zaga: tener dos gigantes tan cerca, con sus franquicias de la NBA próximas y sus skylines, hace del pueblo pese al frío invernal un lugar bien ubicado para cuidar a tu familia.

Rittenhouse es un incondicional de Donald Trump, seguramente uno de esos jóvenes de similar perfil que, con derecho a voto, apoyaron al republicano en la elección de 2016 por hartazgo hacia Obama y su inconsistente Administración. Tras el grave suceso con Blake, vio por televisión cómo las protestas provocadas por el tiroteo degeneraban en violentos disturbios, enfrentamientos con la Policía e inseguridad en las calles de la urbe vecina que salpicaban a su barrio. No dudó un instante en responder al llamamiento de la comunidad blanca para organizar milicias ciudadanas que ayudaran a las fuerzas de seguridad a repeler esos ataques a la convivencia que se habían producido en unas manifestaciones inicialmente pacíficas, pero rotas por la violencia al final. El martes 25 de agosto, Kyle tomó del armario de casa un fusil de asalto militar y se dirigió a Kenosha junto a otros vecinos.

Durante su aparición en la manifestación contra el racismo policial, un agente le dio las gracias y le ofreció un trago de agua para pasar mejor el cuerpo a cuerpo que le esperaba. “We appreciate you guys. We really do”, según el diario USA Today, fueron las palabras del policía. Minutos después, en una de las refriegas con los manifestantes saqueadores, el aprendiz de shooter disparó varias veces a un grupo de personas que le acorraló, causando la muerte a dos de ellos y heridas graves a un tercero. Rittenhouse ha crecido en un ambiente violento y reaccionario. Se crió al norte de Chicago y siempre tuvo a los agentes de la ley como héroes de su infancia. No le gustaban ni Spiderman ni el Capitán América. Él prefería los uniformes azules a los que ha glorificado con la frase Blue Lives Matter desde que a principios de verano surgió el movimiento mundial Black Lives Matter tras la muerte de George Floyd. Poco antes de abatir a los tres manifestantes, dijo en una grabación que su obligación era proteger a la gente. La justicia por la mano.

Ahora su empeño y el resultado de su “acción de protección” divide al pueblo norteamericano en dos mitades irreconciliables, que tendrán reflejo en las urnas el día 3 de noviembre. Se han organizado colectas para sufragar su defensa, que tendrá que lidiar con los cargos de homicidio en primer grado. El candidato republicano a la presidencia cree que, si Kyle no hubiera abierto fuego, habría muerto a golpes. Con eso Trump polariza aún más el enfrentamiento civil en lugar de aplacarlo, como debería ser su obligación. Las imágenes del espeluznante vídeo del suceso prueban que sus agresores no iban con intenciones pacíficas precisamente, incluso uno de ellos portaba un arma corta con la que le amenazó, como ha demostrado la organización Watching the Watchers. (enlace: https://www.youtube.com/watch?v=e7SooO03bJ8)

Pero eso no justifica sus disparos, como tampoco estuvo justificada su persecución, ni mucho antes su decisión de poner orden en las calles impartiendo su forma de ver la justicia. Estados Unidos es un polvorín. Los patriot prayers se enfrentan a los antifas y la sangre está corriendo por las calles. Allí todo ocurre a lo grande. Los golpes, empujones y salivazos que hemos visto por ejemplo en Cataluña de partidarios de la separación de España contra ciudadanos que se sienten españoles se transforman en disparos y peleas a machete.

Si dices en EEUU que eres seguidor de Trump te expones a una reprimenda; si dices que te opones a lo que representa, te expones igual. Pero el problema viene de mucho antes, se ha ido acuñando durante muchos años, probablemente desde aquel recuento de votos mariposa en Florida que resolvió el Tribunal Supremo del país para dar la presidencia a Bush hijo. Luego los dos mandatos de Obama no resolvieron un problema oculto por los neones de su presidencia cargada de metáforas y de marketing. El paradigma de una sociedad dividida hasta la violencia está a flor de piel en la campaña, y el martes posterior al primer lunes de noviembre de 2020 no hará sino sacarlo aún más a la luz.