
Un San Valentín sangriento en el Gobierno de Boris Johnson. Demasiadas salidas y entradas en la remodelación del Gabinete del primer ministro. Las más sonadas, por un quítame allá esos asesores. Lo ocurrido en las últimas horas demuestra que Johnson quiere que todos los colaboradores sean leales hasta el punto máximo, que no haya fisuras en el apoyo y el reconocimiento al líder y en el grado de implicación con su figura y sus inminentes políticas.
Y en este nuevo escenario emerge la eterna figura del hombre en la sombra, el que susurra al oído del jefe, el que promueve todas y cada una de las decisiones que se van articulando en la acción de un gobierno. En España tenemos al neo progresista Iván Redondo, en el Reino Unido se forja estos días el nombre de Dominic Cummings, quien realmente maneja subliminalmente, nunca ante los focos, la política de la oficina del primer ministro.
Él designó a algunos de los influyentes asesores de la cartera de Economía, y eso es algo que en política no puede ser aceptable por quien lo sufre: si no tienes la confianza del que está en la cúspide para rodearte de tu equipo, el que tú elijas, mejor dejarlo a tiempo. Sajid Javid, hasta ayer ministro del Tesoro, ha presentado su dimisión pocos días antes de tener que dar cuenta de los Presupuestos, algo inaudito en la vida pública británica. Cummings le ha ido comiendo terreno, ha horadado su relación con el primer ministro sembrando de minas su camino, y, finalmente, ha ejecutado su venganza haciéndose con el poder del 11 de Downing Street, sede del Chancellor o ministro del dinero, vía nombramiento de colaboradores. Las peleas constantes entre ambos han desembocado en que la cuerda se rompa, como siempre, por el lado más débil, aunque en esta ocasión la debilidad sea la de la tremenda fortaleza y poder que tiene quien ocupa el cargo de ‘Her Majesty's Exchequer’.
Ahora podemos afirmar que será la oficina del primer ministro la que decida la composición de los presupuestos. El número 10 se impone al 11. Pero las heridas que deja la guerra de poder que se ha librado entre bambalinas desde el triunfo de Boris el pasado 12 de diciembre son demasiado profundas. Cummings, el hombre que impulsó el Brexit dirigiendo la campaña ‘Vote Leave’ para la salida, seguirá siendo el Maquiavelo que mueva los hilos en la sombra. Y Rishi Sunak ocupará el puesto de Chancellor, y, por supuesto, dejará que el 10 de Downing Streeet manipule a su antojo el número y los nombres de todos aquellos asesores que sean incorporados. Si Javid no podría haberse mirado al espejo cada mañana en caso de aceptar que un fontanero le nombrara a sus altos cargos, en consecuencia, hay que pensar que Sunak tampoco podrá hacerlo. Y tiene ya pruebas evidentes de cómo se las gasta el Redondo británico, que no paga traidores. Ha trabajado en Goldman Sachs, algo que, por ejemplo, en el Gobierno español sería un estigma que le condenaría a galeras. Pero todo lo que aprendió en la City y la herencia humanística recibida de su familia de inmigrantes procedentes de India es poco al lado de lo que va a vivir junto a Cummings.
La remodelación del Gabinete de Boris Johnson ha dejado además otros nombramientos y salidas. Michael Gove será el ministro de Gabinete, algo así como vicepresidente con plenos poderes junto al líder. Dominic Raab sigue como ministro de Exteriores, el poderoso Foreign Office. Suella Braverman, entusiasta radical del Brexit, será abogado del Estado y Priti Patel seguirá como responsable de Interior. Alok Sharma será el secretario de Negocios, Energía e Industria, y será el encargado de organizar la conferencia COP-26 en Glasgow el próximo noviembre. George Eustice ocupará Medioambiente, Alimentación y Asuntos Rurales. Oliver Dowden será el secretario de Estado de Política Digital, Cultura, Comunicación y Deportes. Anne Marie Trevelyan ocupará Desarrollo Internacional.
Y entre los caídos en esta guerra de cuchillos de la víspera del Día de los Enamorados, nombres muy conocidos como Julian Smith, el hasta ahora responsable de los asuntos relacionados con Irlanda del Norte, cuyos lazos con Johnson se han roto definitivamente por la salida de la UE. Geoffrey Cox abandona a su vez la Abogacía del Estado finiquitado por las suspicacias de Johnson sobre su escasa implicación en su proyecto. Ahora seguirá, tal y como ha anunciado en su carta de renuncia, en los Comunes defendiendo los intereses de sus representados en los distritos electorales de Torridge y West Devon.