La estabilidad de Sudán es fundamental para la región, mientras que su posición geográfica y sus recursos naturales despiertan el interés de naciones como Rusia, Turquía o China

Sudán, actor clave a nivel regional e internacional

AFP/IBRAHIM ISHAQ - El buque ruso de recolección de inteligencia Ivan Khurs en el puerto de la ciudad sudanesa de Port Sudan

Varias naciones tratan de mantener e impulsar su presencia en Sudán en distintos ámbitos

Sudán entra en su tercera semana de combates entre el Ejército, liderado por Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), encabezadas por Mohamed Hamdan Dagalo, también conocido como Hemetti. La lucha por el poder entre ambos militares, en el pasado aliados, ya ha provocado la muerte de más de 500 personas.

A pesar de las treguas alcanzadas entre ambos bandos, los enfrentamientos continúan en puntos del país como la capital, Jartum, o en la conflictiva región de Darfur. A consecuencia, la cifra de heridos y desplazados sigue aumentando. Según previsiones de Naciones Unidas, más de 800.000 personas podrían convertirse en refugiados en los países vecinos durante los combates.

Esta lucha de poder entre Al-Burgan y Dagalo acentúa la inestabilidad política y social que atraviesa Sudán desde hace años. Tras el derrocamiento del dictador Omar al-Bashir en 2019, el país africano ha tratado de desarrollar una transición hacia la democracia. Este intento por cambiar el rumbo de la nación se vio truncado por un golpe de Estado en octubre de 2021. Dicho levantamiento -orquestado y liderado por Al-Burhan- estuvo dirigido contra el gobierno de transición encabezado por el exprimer ministro Abdalla Hamdok y supuso la suspensión de fondos internacionales destinados a Sudán, lo que incrementó la crisis humanitaria.

Después de numerosas protestas que terminaron con cientos de muertos y heridos y años de inestabilidad económica y social, la nación africana volvió a albergar esperanzas de cambio después de que la élite militar y civil acordasen a finales de 2022 iniciar una nueva transición democrática. Sin embargo, antes de que se llegase a firmar ese acuerdo marco, las tensiones volvieron a estallar, dando lugar a los actuales enfrentamientos entre Al-Burhan y Dagalo.

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Los combates comenzaron después de desacuerdos sobre como integrar las FAR dentro del Ejército. Semanas antes, Dagalo, número dos de Al-Burhan entonces, ya había criticado el proceso de transición militar, calificándolo como “un error que ha abierto la puerta a una vuelta del antiguo régimen”, A pesar de sus críticas, Dagalo está al frente de las FAR, una milicia paramilitar creada por Al-Bashir acusada de crímenes contra la humanidad durante la guerra de Darfur.

Dagalo quiere más poder para las FAR porque las considera fundamental para la seguridad del país. Como respuesta, Al-Burhan reubicó estas fuerzas en distintas zonas del país, lo que Dagalo entendió como una manera de minar el poder de las FAR”, explica a Atalayar Soraya Aybar Laafou, politóloga y directora de Africa Mundi.

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La estabilidad de Sudán es fundamental para la región

Desde el pasado 15 de abril, día que comenzaron las hostilidades, la comunidad internacional -especialmente los países vecinos- ha estado presionando a ambas partes para que alcancen un alto el fuego permanente y duradero.

La estabilidad de Sudán es importante para la estabilidad regional. Por este motivo, países vecinos como Egipto, Sudán del Sur o Chad, redoblan esfuerzos para lograr un diálogo entre Al-Burhan y Dagalo que retome las conversaciones, impulse la transición democrática y evite un contagio regional.

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Dentro de los países vecinos, es necesario destacar el papel que está teniendo El Cairo como mediador dado lo importante que es para su estabilidad lo que ocurra en Sudán. “Egipto es y va a ser una de las naciones más afectadas por el conflicto tanto en lo humanitario como en lo político”, asegura Laafou. Por este motivo, es uno de los grandes interesados en la estabilidad de su vecino. Respecto a su visión del conflicto, Laafou pone de manifiesto las buenas relaciones del Gobierno de Abdel Fattah al-Sisi con Al-Burhan, quien se formó como militar con colegas egipcios. “Al-Burhan se ha mostrado como un socio fiable en los últimos años en sus intereses con la Gran Presa del Renacimiento”, recuerda la politóloga.

La preciada agua del Nilo es fundamental para Egipto, y otro de los motivos por los que ansía el cese de los combates en Sudán. “La gestión segura del agua del Nilo es crucial para la estabilidad de la región. Egipto depende en un 90% del río para su suministro de agua”, apunta Christopher Tounsel, profesor de historia de Sudán, en The Conversation.

Por otro lado, se encuentra Libia, en concreto el Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés), liderado por el mariscal Jalifa Haftar. Existen indicios que vinculan a las fuerzas de Dagalo con el Ejército libio, así como la supuesta ayuda que recibe las FAR por parte de Haftar, a pesar de que el portavoz de este lo haya negado rotundamente.

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Recientemente, la CNN -basándose en imágenes satelitales- informó sobre un “aumento inusual” de la actividad en las bases del Grupo Wagner en Libia, lo que sugiere un respaldo a Dagalo por parte de la organización rusa como por parte del LNA. En este sentido, respecto a las relaciones entre el LNA y Dagalo, Laafou recuerda que alrededor de 30.000 miembros de las fuerzas del militar sudanés lucharon a favor del mariscal Haftar en Libia.

Además de ser clave a nivel regional, Sudán es un país que despierta gran interés a nivel internacional debido a su ubicación geográfica y a sus recursos naturales. Por ello, varias naciones tratan de mantener e impulsar su presencia en el país en distintos ámbitos.

La nación africana se encuentra en una región estratégica clave pero también inestable. Entre el mar Rojo, el Sahel y el Cuerno de África, y haciendo frontera con países como Sudán del Sur, Libia o Somalia, varias potencias ven a Sudán como un punto clave para impulsar su influencia y proteger sus intereses económicos.

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“Aproximadamente el 12% del comercio mundial pasa por el Canal de Suez y el 10% por Bab El-Mandeb. Para 2050 se espera que el PIB de la región del mar Rojo alcance los 6,1 billones de dólares, mientras que su volumen de comercio rondará los 4,7 billones”, indica a Atalayar el analista político Niranjan Marjani. Además de su ubicación privilegiada, Sudán posee valiosos recursos naturales como petróleo, gas natural, oro, hierro, plata, cobre, mármol o goma arábiga. Esta riqueza natural es también uno de los motivos por los que la nación africana atrae a potencias extranjeras como Rusia, China o Turquía.

“A menudo, los países ricos en recursos naturales, pero con un sistema de gobernanza débil acaban convirtiéndose en escenarios de conflictos entre potencias. Sudán es uno de estos ejemplos”, comenta Marjani.

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Presencia militar en el mar Rojo: el objetivo de Rusia en Sudán

Las relaciones entre Moscú y Jartum se remontan a tiempos del régimen de Al-Bashir. Entonces, Rusia era un aliado fundamental para hacer frente a las sanciones impuestas desde Occidente contra la dictadura. Asimismo, Moscú se posicionó como un proveedor de armas clave para Jartum. En 2019, año del derrocamiento de Al-Bashir, Sudán se convirtió en el segundo mayor comprador de armamento ruso en África, superado tan solo por Argelia.

Mientras Al-Bashir se apoyaba en Moscú para sus propios beneficios, el Kremlin perseguía su principal objetivo: establecer una base naval a orillas del mar Rojo. En 2017 se sentaron las bases para llevarlo a cabo. En la capital rusa, durante una visita de Al-Bashir, ambas naciones pusieron sobre la mesa varios acuerdos de cooperación militar que incluían la construcción de la base rusa en Puerto Sudán que podría albergar a 300 militares, así como buques de guerra de propulsión nuclear.

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Sin embargo, dos años después, su régimen amigo caería ante las multitudinarias protestas en contra de un autoritario gobierno de casi 30 años. Manifestaciones donde miembros del Grupo Wagner tuvieron un papel clave a la hora de reprimir a los ciudadanos, según el grupo ruso de investigación CIT.

A pesar de los cambios políticos en Sudán, el presidente ruso Vladimir Putin mantiene la vista fija en este fin, ya que le permitiría ganar influencia en esta relevante región. “Moscú ha sido un importante proveedor de armas para el África subsahariana, por lo que una nueva base naval abriría una variedad de posibilidades militares, geopolíticas y económicas”, señala Nada Ahmed en Carnegie Middle East Center.

No obstante, los planes de Rusia se vieron truncados durante el gobierno de transición de Hamdok, cercano a Occidente. Bajo este ejecutivo, el acuerdo alcanzado en 2017 entre Sudán y Rusia quedó suspendido, de acuerdo con fuentes rusas, debido a la “presión de Estados Unidos”.

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Tras el golpe de Estado de Al-Burhan, Washington volvió a intervenir a través de su embajador en Jartum, John Godfrey, quien señaló que el establecimiento de una base rusa “sería perjudicial para los intereses del país”. Godfrey también advirtió que esa decisión provocaría el aislamiento internacional de la nación africana. “Todos los países tienen el derecho soberano de decidir con qué otros países asociarse, pero estas elecciones tienen consecuencias, por supuesto”, declaró al periódico sudanés Al-Tayar.

A pesar de las advertencias de Estados Unidos, el Gobierno militar sudanés encabezado por Al-Burhan dio su visto bueno a la construcción de la base, ratificando el acuerdo al que llegó Rusia con Al-Bashir. A cambio, el Ejército ruso proporcionará al país africano armas y equipos militares.

El oro sudanés fortalece la economía rusa

Aunque la base militar a orillas del mar Rojo no es lo único que interesa a Moscú. Los ricos y valiosos recursos naturales sudaneses son otro punto jugoso que mantienen a Rusia pendiente de la nación africana, el tercer productor de oro del continente. En este punto entra el grupo ruso Wagner, vinculado al Kremlin.

De acuerdo con una investigación de la CNN, tanto Al-Burhan como Dagalo -ahora enfrentados- han permitido a Rusia extraer oro en distintos puntos del país, lo que ha reforzado la economía rusa en medio de la guerra en Ucrania. A cambio, Moscú habría apoyado a ambos militares tanto política como militarmente.

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A la hora de operar en las minas de oro sudanesas, Moscú habría delegado en Wagner, vinculado con Dagalo -dueño de minas de oro en el norte- desde que se estableció en el país en 2017. Al igual que ha hecho en Sudán, la organización paramilitar creada por Yevgeny Prigozhin también está o ha estado presente en países como República Centroafricana, Libia, Mozambique o Mali.

Tras el estallido de los combates entre Al-Burhan y Dagalo, han surgido rumores sobre el posible apoyo de Wagner a este último. De acuerdo con fuentes diplomáticas sudanesas citada por la CNN, el grupo ruso ha estado suministrando misiles a las FAR, lo que ha reforzado “significativamente” a Dagalo en su lucha por el poder en Sudán.

No obstante, Rusia no quiere apostar por un solo bando, ya que eso significaría arriesgarse a perder influencia en el país. “El objetivo principal de Moscú no es ver a uno u otro ganar el conflicto, sino más bien frustrar una transición democrática, ya que un gobierno autoritario facilita las ganancias de las minas de oro y la construcción de una base naval rusa en Puerto Sudán”, escribe el analista Samuel Ramani en Middle East Institute.

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Por su parte, Laafou plantea que uno de los futuros escenarios del conflicto es que Dagalo se haga con el control del país gracias al apoyo de Wagner. Sin embargo, esta situación parece improbable debido a que actualmente el grupo ruso está enfocado en su ofensiva en Ucrania y en su expansión en el Sahel. Además, de acuerdo con la politóloga, “implicaría la internacionalización del conflicto, lo que empeoraría el panorama”.

Otros escenarios que se contemplan son la victoria de Al-Burhan, una guerra civil y la más deseada, un acuerdo de paz entre ambas partes. No obstante, Laafou destaca que es “difícil” hacer un pronóstico. “Estamos en una región bastante convulsa, cualquier acto de intromisión o ataque podría cambiar la narrativa del conflicto”, añade.

Turquía utiliza el soft power para mantener la influencia en Sudán

Turquía, junto con Qatar, fue uno de los principales aliados de Al-Bashir. La agenda islamista de Recep Tayyip Erdogan coincidía con la del antiguo régimen sudanés, con el que desarrolló fuertes lazos a nivel comercial y económico.

Tras la caída de Al-Bashir, Ankara ha tratado de mantener las buenas relaciones con los nuevos líderes sudaneses con el fin de mantener su influencia en el país. Por ello, desde Turquía han optado por impulsar el comercio bilateral, así como proyectos humanitarios y de desarrollo, las inversiones, la cooperación en defensa y la diplomacia.

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En este sentido, es necesario destacar el soft power (poder bando) empleado por el Gobierno turco con el fin de recuperar la presencia en Sudán, carta que también usa en otros países africanos. A través de la educación u organizaciones benéficas, Turquía trata de crear una percepción positiva en el continente africano para así expandir su influencia y, en el caso de Sudán, recuperarla.

Para Ankara, la ubicación de Sudán es un factor importante “para aumentar su proyección en el norte de África”, apunta Marjani, quien añade además que otro objetivo de Erdogan es “contrarrestar a los países árabes como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Egipto”.

“Turquía siempre ha tratado de ganar, incluso antes de Erdogan, influencia en África”, señala por su parte, el Dr. Jihad Mashamoun, analista político del Cuerno de África. “Con Erdogan los planes de ampliar la presencia en África se han incrementado, a través de misiones humanitarias que se tradujeron en las relaciones comerciales y de defensa”, explica. 

Otro de los fines de Turquía en la nación africana es similar al de Rusia. Al igual que Moscú, Ankara busca aumentar su presencia militar a orillas del mar Rojo, en este caso, en Suakin, al sur de Puerto Sudán. En 2017, Erdogan acordó con las autoridades del régimen de Al-Bashir desarrollar un puerto con fines militares y civiles en la ciudad, algo que alertó a países árabes como Arabia Saudí o Egipto. Con los nuevos gobernantes, Ankara ha tratado de recuperar este acuerdo con el que ganaría influencia y poder en la región.

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Suakin también ha despertado el interés de Qatar, quien llegó a un acuerdo el año siguiente, en 2018, para también desarrollar el puerto de la localidad. “Esto reflejó la ambición de Qatar de ingresar también en el mar Rojo y fue visto como un intento de contrarrestar la extensa presencia naval de los Emiratos en el Cuerno de África”, apunta Nada Ahmed en Carnegie Middle East Center.

Las relaciones entre China y Sudán, firmes ante los cambios políticos

Los intereses de China en Sudán se basan en los objetivos de Pekín proyectados en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés). A través de este ambicioso proyecto, el gigante asiático ha incrementado sus inversiones en el país africano, así como el comercio bilateral, lo que ha convertido a Pekín en el principal socio de Sudán en este ámbito.
Más de 120 empresas chinas operan en Sudán, la mayoría enfocadas en la exportación de oro y petróleo. Estas compañías, al igual que los lazos económicos entre ambos países, parecen quedarse al margen de la inestabilidad en la nación.

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“Las relaciones no se han visto afectadas por las crisis políticas de 2019 y 2021. China ha mantenido relaciones cordiales con todas las facciones políticas de Sudán”, destaca Marjani. No obstante, los intereses chinos podrían verse amenazados por el actual conflicto, en el cual Pekín aún no ha tomado partido y se ha presentado como un actor neutral.

Además de los intereses económicos, China, al igual que Rusia, también quiere ganar influencia en países donde Estados Unidos tiene intereses. “Esto puede verse en Egipto y en Arabia Saudí, al otro lado del mar Rojo”, comenta el periodista Adam Lucente. 

Además de los países mencionados, hay otros como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos que también tienen intereses estratégicos y económicos en Sudán. Ambas naciones han aumentado su presencia en el país africano a través de infraestructuras e inversiones. Por otro lado, Sudán es una fuente importante de alimentos para el Golfo. Tal y como subraya Marjani, “cualquier inestabilidad en Sudán afecta directamente a la seguridad alimentaria de los Estados del Golfo”, que importan alrededor del 85% de sus necesidades alimentarias.

La visión de Occidente hacia Sudán

Desde que estallasen los combates el pasado mes de abril, tanto Estados Unidos como la Unión Europea han trabajado con sus socios de la región para tratar de impulsar un alto el fuego permanente en Sudán. Ni Washington ni los países europeos han reconocido públicamente su apoyo a ninguno de los dos bandos. “Ni Estados Unidos ni la Unión Europea se quieren mostrar a favor de ninguno de ellos. Ambos vienen de un régimen militar que ni EE. UU. ni la UE apoya de por sí”, explica Laafou.

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Occidente, por el contrario, apoyó el derrocamiento de Al-Bashir y el posterior gobierno de transición encabezado por Hamdok, que recibió el respaldo financiero de organismos internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Tras el golpe de Estado de 2021, tanto Estados Unidos como la Unión Europea han apoyado e impulsado las conversaciones entre las distintas facciones con vistas a establecer un gobierno de transición que facilite el ansiado camino hacia la democracia.

“Creo que Washington vio en la destitución de Al-Bashir una oportunidad para mejorar las relaciones”, afirma Lucente, quien recuerda que Sudán tiene “una importancia renovada para Estados Unidos, así como para Israel”. En octubre de 2020, y con Washington como intermediario, Sudán e Israel acordaron normalizar sus relaciones, expandiendo los Acuerdos de Abraham firmados anteriormente con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. No obstante, la normalización no se ha implementado por completo, “pero podría ocurrir si la estabilidad política llega a Sudán”.

Este sábado se cumplirán tres semanas desde que empezaron los combates que, a pesar de la tregua, continúan en varios puntos de Sudán. Respecto a la posible evolución del conflicto, el analista Sami Hamdi expone tres posibles escenarios: una victoria del Ejército sobre las FAR, lo que, de acuerdo con Hamdi, abrirá “renegociaciones sobre una transición que incluya a un mayor número de partidos civiles”. En segundo lugar está la posibilidad de una mediación auspiciada por Estados Unidos y otros países de la región, como Emiratos Árabes unidos. Y, finalmente, el tercer escenario -y el menos deseado-, una expansión del conflicto que “amenace con reavivar los movimiento separatistas, la entrada incontrolada de armas y el derramamiento de sangre que conduzca a una mayor división territorial de Sudán”. 

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