El centro cultural de la Fundación ”la Caixa” acoge la exposición Top secret. Cine y espionaje

CaixaForum Madrid se cita con los grandes espías del cine

Foto fija del rodaje Goldeneye con Desmond Llewellyn I Pierre Brosnan
Crédit foto: Keith Hamshere.
photo_camera Foto fija del rodaje Goldeneye con Desmond Llewellyn I Pierre Brosnan Crédit foto: Keith Hamshere.

La directora general adjunta de la Fundación ”la Caixa”, Elisa Durán; la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes, y los comisarios Matthieu Orléan y Alexandra Midal han presentado Top Secret. Cine y espionaje en CaixaForum Madrid.

Coorganizada por la Fundación ”la Caixa” y La Cinémathèque française, la exposición propone un viaje entre las relaciones del cine y el espionaje en un recorrido cronológico-temático que abarca todo un siglo. Tras su paso por La Cinémathèque française, en París, la muestra llega a CaixaForum Madrid hasta el 22 de octubre, para luego viajar a CaixaForum Barcelona, Zaragoza, Sevilla, y València.

Dentro de su programación cultural, la Fundación ”la Caixa” dedica una atención preferente a las manifestaciones artísticas más características del siglo XX y XXI. En esta línea se enmarcan las exposiciones dedicadas al cine. Así, la entidad ha dedicado retrospectivas a grandes nombres del mundo del cine, como Charles Chaplin, Federico Fellini y Georges Méliès, y a compañías pioneras como Pixar o Disney. Gracias a la colaboración con La Cinémathèque française, se han presentado con anterioridad proyectos conjuntos como George Méliès. La magia del cine; Arte y cine. 120 años de intercambios; Cine y emociones. Un viaje a la infancia; Vampiros. La evolución del mito y Cine y moda. Por Jean Paul Gaultier.

Cartel exposición Top secret.
Cartel exposición Top secret.

«Top Secret. Cine y espionaje recorre la historia inédita de los vínculos entre cine y espionaje: entre el oficio de actor/actriz y la figura del o la espía (el disfraz, el ocultamiento, el juego); entre la ficción y los hechos históricos; entre los elementos de attrezzo, los gadgets y la tecnología desplegada por los verdaderos agentes de los servicios de inteligencia. Pero aunque todos los espías tienen algo de actores, lo contrario no es forzosamente cierto. La metáfora debería de ser diferente: todos los directores son espías, porque despliegan técnicas para registrar y, a la vez, falsificar el mundo.

Siguiendo un recorrido cronológico-temático, la exposición establecerá como punto de partida este juego de espejos, casi de semejanzas, entre el cineasta y el espía, aportando ejemplos concretos, cinematográficos e históricos que demuestran al visitante hasta qué punto ambos utilizan tecnologías de grabación de sonidos e imágenes cada vez más eficientes para poder escenificar la realidad. Para los dos se trata de elaborar y, al mismo tiempo, imaginar, sin olvidar lo más importante: explicar historias.

La idea de la exposición es, también, implicar al visitante en una investigación. En un primer nivel, se podrían imaginar carteles u otros textos redactados en morse que deban descifrarse. Pero a un nivel más sofisticado, se podrían imaginar incluso dispositivos de vigilancia que convirtieran al visitante un potencial sujeto a vigilar. Actualmente, existen muchos inventos que permitirían, por ejemplo, jugar a distancia con el teléfono móvil de las personas que entren en la exposición. El visitante “pirateado” se volverá participativo al tratar de entender qué hay detrás de esa intrusión tecnológica». Alexandra Midal y Matthieu Orléan, comisarios de la exposición.

A través de las figuras de espías emblemáticos —desde Mata Hari hasta Carrie Mathison, pasando por James Bond y Edward Snowden—, la exposición se infiltra en las relaciones entre cine y espionaje a lo largo de un siglo. La exposición recupera el papel de la mujer espía, más allá del estereotipo del sexpionaje ampliamente explotado en el mundo del cine. Además, la muestra intercala un total de 16 obras de arte de artistas como Andy Warhol, Ceryth Wyn Evans, Julien Prévieux, JeanLuc Blanc, Nina Childress, David Lynch, Nemanja Nikolic, Simon Menner, Walid Raad, Trevor Paglen, Heather Dewey-Hagborg y Sophie Calle, de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación ”la Caixa”, entre otras.

Siguiendo un recorrido cronológico -desde finales del siglo XIX hasta nuestros días- y mediante ámbitos diferenciados, la exposición presenta un conjunto de unas 270 piezas que establecen un diálogo entre gadgets de cine, artefactos históricos, documentos de archivo, clips de 90 películas e incluso obras de arte, contemporáneo en su mayoría.

La muestra cuenta con cinco ámbitos distintos: «Espionaje y cine, una historia de técnicas»; «Clandestinas de las grandes guerras»; «Guerras frías y gentlemen», «Terrores y terroristas (década de 1970 a nuestros días)», y «¿Todos espías? El ciudadano espía: perspectivas de futuro».

Durante el recorrido, se abordan la historia de las técnicas desplegadas por los agentes de los servicios de inteligencia y el papel singular que tuvieron las espías entre 1870 y 1945, así como sus representaciones cinematográficas, el nacimiento del mito del espía moderno durante la Guerra Fría (principalmente a través del personaje de James Bond), la evolución de la figura del agente secreto en relación con las transformaciones geopolíticas de la década de 1970 y, finalmente, la aparición de nuevas formas de espionaje encarnadas por los alertadores que solo obedecen a sus propios valores en un contexto de vigilancia generalizada.

La exposición hace un esfuerzo por incluir títulos de la cinematografía española del género como El Lobo, de Miguel Courtois, Mataharis, de Icíar Bollaín, y Estambul 65, de Antonio Isasi-Isasmendi, y un fragmento del documental Garbo, el espía, de Edmon Roch entre otros, además de carteles españoles de filmes internacionales.

El aspecto participativo y de mediación ocupa un lugar destacado en la muestra, reforzado por una museografía inmersiva: el visitante se implica en una investigación que abarca juegos de encriptado y diferentes paradas que quieren expandir noción de vigilancia y espionaje a la experiencia del espectador para que el espectador se convierta en espía y a la vez en un ser espiado.

De hecho, los títulos de cada ámbito expositivo están inscritos en la pared a través de un código que solo puede leerse cuando un foco de luz dorada pasa por encima.

A través de preguntas y diferentes elementos, la muestra quiere convertirse en un espacio de reflexión y análisis de los temas y debates que presenta la exposición, así como busca convertirse en un espacio en el que el espectador “sea espiado” y en la que se simule la recogida de datos e imágenes de los visitantes, que se muestran al final.

La exposición se complementa con un catálogo, un ciclo de conferencias, una retrospectiva de películas, así como una noche temática, un escape room, visitas guiadas para diferentes públicos y edades.

Cámara filmográfica « Tessina L » 35mm, fabricada en Suiza, 1960-1990. 
DGSE- Ministère des Armées, Francia.
Cámara filmográfica « Tessina L » 35mm, fabricada en Suiza, 1960-1990. DGSE- Ministère des Armées, Francia.

Recorrido de la exposición: bienvenida en código morse

Un juego de espejos con siluetas que pertenecen a seis estereotipos del mundo del espionaje recibe al visitante, envolviéndolo ya en un universo de capas y ocultaciones amplificadas por la lámpara de araña y adornos de cristal del artista, escultor y cineasta Cerith Wyn Evans, cuyo encendido y apagado responde a un sistema de código morse. El mensaje codificado pertenece al ensayo La part maudite, de Georges Bataille publicado en 1949.

A continuación, a modo de gabinete de curiosidades elegante y misterioso, se muestran numerosos objetos originales en vitrinas, ya sean procedentes el ámbito del espionaje como del cine. En este espacio, se pueden ver desde una estación de reprografía usada por agentes de la KGB y del Departamento Central de Espionaje Ruso (GRU, en sus siglas en ruso), a minicámaras automáticas ocultas de la Guerra Fría. También un receptor automático usado por agentes de la CIA, monedas con compartimentos secretos para microfilmes de la KGB, tres falsos vinilos hechos con radiografías que permitían transmitir música y mensajes del Este al Oeste, hasta carteles de cine, cámaras y micros utilizados de atrezo en el cine.

En este ámbito, se incluyen tres proyecciones con montajes audiovisuales que hacen patente que, en el ámbito del espionaje y los servicios de inteligencia, el cine constituye una herramienta de investigación esencial: la proyección de todo tipo de imágenes es un método generalizado en las reuniones con colaboradores, subalternos o superiores jerárquicos. Así, las películas de espías rebosan de sesiones de proyección, como La carta del Kremlin (John Huston, 1970), que abre este bucle de fragmentos. En Minority Report (Steven Spielberg, 2002), que lo cierra, el personaje interpretado por Tom Cruise maneja unas pantallas táctiles intangibles, ofreciéndonos así una reflexión sobre la omnipresencia de las imágenes en el mundo actual.

Nina Childress. Agente doble (Lee Remick), 2022. 
Cortesía del artista, Nathalie Karg Gallery (New York)
Nina Childress. Agente doble (Lee Remick), 2022. Cortesía del artista, Nathalie Karg Gallery (New York)

El espionaje tiene nombre de mujer: el mito de Mata Hari

El segundo ámbito de la exposición hace parada en las agentes secretas en la Primera y Segunda Guerra Mundial, teniendo en cuenta los inicios del espionaje moderno, que coinciden con las convulsiones históricas de finales del siglo XIX.

Durante la primera mitad del siglo XX, muchos de los filmes de espías están basados en hechos reales, y tiene como personaje principal a una mujer que es agente secreta clandestina. El arte de la seducción es fundamental en la concepción del espionaje de aquellos años, y el sexpionaje se convirtió en motor de multitud de narraciones cinematográficas, en su mayoría filmadas solo por hombres como femmes fatales. Por ejemplo, Mata Hari, condenada a muerte por realizar presuntamente labores de espionaje a favor del enemigo alemán durante la Primera Guerra Mundial, e interpretada en la gran pantalla por Greta Garbo, Jeanne Moreau, Sylvia Kristel o Vahina Giocante; Marlene Dietrich como agente X27 en Fatalidad, sobre la cual también se ha dicho que habría espiado a los nazis en la vida real. Otra actriz a destacar en esta sección, como inventora por su aportación a la tecnología del espionaje es Hedy Lamarr quien, de hecho, inventó un sistema secreto de codificación de transmisores precursor del GPS y del Wifi.

Esta sección cuenta con el retrato de la actriz Greta Garbo como Mata Hari de Andy Warhol (The Star), además de cuatro fotografías originales de la famosa bailarina y cortesana neerlandesa, de la que también se exponen álbumes personales que, a su vez, se proyectan digitalizados en una pequeña pantalla. También incluye documentos sobre el camuflaje: archivos, fotografías y carteles.

Greta Garbo en Mata Hari (1931), dirigida por George Fitzmaurice.
Credit: M.G. M. /Album. Exposición coorganizada por La Cinémathèque française y la Fundació ”la Caixa”.
Greta Garbo en Mata Hari (1931), dirigida por George Fitzmaurice. Credit: M.G. M. /Album. Exposición coorganizada por La Cinémathèque française y la Fundació ”la Caixa”.

James Bond: el espía gentlemen más pop

El tercer ámbito evoca el mundo de la Guerra Fría, basado en la bipolaridad ideológica EEUU-URSS y CIA-KGB. Se trata de la época de los agentes dobles y de los tránsfugas, de los juegos con las identidades y las nacionalidades y, aunque en la realidad todo estaba mezclado, la exposición separa de forma clara, visual y gráfica: el Bloque del Oeste y el Bloque del Este. La primera de estas subsecciones está dedicada a los filmes de James Bond, a sus herederos y predecesores con numerosos fragmentos de películas, accesorios, trajes y fotografías, así como obras de arte desde la década de los 60 hasta nuestros días, entre otras, dos piezas de Sophie Calle y la instalación Casino Royale (Sculpture de Voyage), del artista Rodney Graham (1990), un homenaje a la primera novela en la que aparece James Bond: héroe literario tipo gentleman, creado por Ian Fleming en 1953 e inspirado en el escocés Fitzroy Maclean, diplomático y militar del Special Air Service.

Los filmes más oscuros, en la Europa del Este

En la segunda subsección, dedicada al Bloque del Este, se impregna de los filmes más oscuros ambientados en la Europa del Este (principalmente Berlín y la RDA, territorio cinematográfico sobrerrepresentado), como El espía que surgió del frío o La vida de los otros. En este espacio, se muestra el uso que hacían los espías de la Alemania del Este de la cámara, la fotografía, el maquillaje, los postizos, a través de algunos ejemplos reales utilizados por miembros de la KGB y también a través de los archivos fotográficos recuperados por el artista Simon Menner. En ellos, se pueden ver espías inmersos en distintos looks y atuendos para fingir diversas identidades con diferentes elementos de atrezo.

Ulrich Mühe en La vida de los otros, Wiedemann & Berg Film GmbH, 2006. 
Crèdit foto: Hagen Keller.
Ulrich Mühe en La vida de los otros, Wiedemann & Berg Film GmbH, 2006. Crèdit foto: Hagen Keller.

Desde los 70 hasta nuestros días: terrores y terrorismos

El cuarto ámbito, muestra una evolución del contexto geopolítico, desde los 70 hasta nuestros días, con un cine más ambiguo y también más comprometido. La acción de las películas se desplaza mayoritariamente de Europa a Oriente Medio (Argo, de Ben Affleck, La noche más oscura, de Kathryn Bigelow o Múnich, de Steven Spielberg) y Latinoamérica (Carlos, de Olivier Assayas), en un contexto en el que el terrorismo ha sustituido cualquier forma de ejército civil.

Los agentes secretos han cambiado (tanto mujeres como hombres), y también las puestas en escena que lo representan. La realidad más descarnada y sucia del espionaje se muestra en filmes exigentes, de larga duración, que optan por mostrar la duplicidad, márgenes de un mundo cínico en que reina el simulacro. El agente secreto ya no es un héroe unilateral. De hecho, este ámbito hace parada en los agentes turbios y espías torturados con Paul Greengrass (Jason Bourne), Olivier Assayas (La red avispa), Miguel Courtois (El Lobo) y Ridley Scott (Red de mentiras), entre otros. Algunos filmes pueden considerarse lo más parecido a una ópera macabra, mientras que otros son minimalistas y están interesados en mostrar una realidad sórdida y desmitificada. En este ámbito, se puede ver un busto del actor Arnold Schwarzenegger utilizado para sustituir al actor en el rodaje de la escena en la que su personaje se saca por la nariz un sensor que tenía en la cabeza del film Desafío total de Paul Verhoeven.

El espía, a veces al borde de la implosión o de la locura, a veces, es perjudicado, traicionado por su propia jerarquía que al final le abandona. De hecho, series de televisión de culto como Homeland y Oficina de infiltrados presentan a agentes secretos maltratados. El ámbito también aborda el fenómeno de espías a la fuerza: entre la paranoia y el control mental a la gente le preocupa que la manipulen sin ser consciente de ello o el lavado de cerebro que han abordado películas como Ipcress, Sidney Furie. En esta sección se muestran numerosos fragmentos de películas y de series, accesorios, trajes, fotografías, así como unas litografías de David Lynch que reflejan un espionaje que se ha vuelto caótico.

Minicámara fotográfica automática “Tessina” de 35mm escondida en un paquete de cigarros, utilizada por la SDECE durante la Guerra fría, 1960-1980
DGSE- Ministère des Armées, Francia
Minicámara fotográfica automática “Tessina” de 35mm escondida en un paquete de cigarros, utilizada por la SDECE durante la Guerra fría, 1960-1980 DGSE- Ministère des Armées, Francia

Todos podemos ser espías y todos somos espiados

Por último, la sección final aborda la actual era de la vigilancia, información e hipermediatización, en que el ciudadano espía muestra y denuncia. ¿Y si todo el mundo estuviera vigilado? De hecho, hoy en día, en estas primeras décadas del siglo XXI, todo el mundo parece ser espía: todo el mundo cuenta con las herramientas para espiar, recoger información, exponerla, denunciar, vigilar o tender una trampa a los sistemas de vigilancia del Estado. La práctica se ha generalizado y los que espían no son siempre identificables y reconocibles como tales. El nuevo espía ultracontemporáneo forma parte de una comunidad de perfil desdibujado, como lo demuestran los documentales Citizenfour, sobre el informático Edward Snowden, y XY Chelsea, sobre la analista militar transgénero Chelsea Manning. Estas mujeres, hombres, personas transgénero que espían tienen acceso a los secretos de defensa, pero no son espías de profesión. Su arma es revelar secretos sirviéndose de los medios como una cámara de eco gigante. Por primera vez en la historia del espionaje, el sistema general se pone en marcha y las propias agencias de información se ven sobrepasadas o en peligro por estos agentes secretos de una nueva época: los alertadores.

Coincidiendo con la llegada de la exposición a CaixaForum Madrid, la plataforma digital CaixaForum+ estrenará el próximo 20 de julio la pieza de ballet en dos actos Mata Hari, una creación del coreógrafo Ted Brandsen con música de Tarik O'Regan y el Ballet Nacional de Holanda. El respetado coreógrafo cuenta en esta pieza de ballet la vida de la legendaria Margaretha Geertruida Zelle, la bailarina convertida en espía y conocida como Mata Hari.

El primer acto de esta pieza relata la juventud y el infeliz matrimonio de la joven Margaretha, así como su posterior partida a París, donde se reinventará como Mata Hari. En el segundo acto, Brandsen dramatiza su faceta como espía al trabajar para el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. El inmenso talento de la bailarina principal Anna Tsygankova y el realismo de las más de 300 piezas de vestuario que ha creado François-Noël Cherpin, así como la impresionante escenografía de Clement & Sanôu, sumergen al espectador por completo en el salvaje mundo de esta figura histórica, fascinante y enigmática.

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