Festivales de Marruecos Mayo del 2015: una mirada hacia el África subsahariana

Antonio Gallego Roca
Marruecos, país que vibra al norte de África, se acerca cada vez más a la cultura subsahariana no sólo en su vertiente política, sino también cultural, como puede observarse en sus múltiples y variados festivales y espectáculos artísticos. Estos se llevan a cabo sobre todo en los meses en los que, por el bien tiempo, pueden disfrutarse al aire libre.
Del 29 de mayo al 6 de junio de este año, es Mawazine que en los escenarios de Salé, Bouregreg, Soussi o Chellah – por hablar de sus espacios abiertos – y en su catorceava edición, cuenta con diversas actuaciones de artistas consagrados y noveles de varias geografías además de la nacional, entre ellas Brasil, España, Francia, la India, Egipto, Argelia, Siria, Colombia, Portugal, Argentina, Estados Unidos y por supuesto, el resto de África, como Nigeria, Senegal, Mali o Guinea.
En esos días, me permití ver a Carmen Souza, originaria de Cabo Verde, quien entre el increíble marco del Chellah interpretaba una hermosa versión de “Sous le ciel de Paris”, sobrevolando, “bajo el cielo de Rabat”, blancas y fornidas cigüeñas a su música.
Era emocionante ver a sus jóvenes, en oleadas por las calles rabatíes, acudir a estos eventos, ya sean musicales o a los talleres organizados paralelamente, algunos ajenos a las polémicas que se desatan alrededor de actuaciones como la de Jennifer López y otros atentos a lo que este debate representa como fenómeno social y de modernidad.
Por su parte, a un poco más de doscientos kilómetros, en la histórica ciudad de Fez, por la misma época – esta vez del 22 al 30 de mayo – se llevaba a cabo en sus “bab” (puertas) y museos como el célebre Batha, uno de los festivales más antiguos y prestigiosos del país magrebí, el Festival des Musiques Sacrés du Monde. Este, en su veintiún edición, se arropaba bajo el lema “Fes au miroir de l’Afrique et ses musiques”, con manifestaciones musicales acompañadas de foros académicos donde uno de los centros de interés fue la figura del viajero “León el Africano”, al que acudía uno de nuestros especialistas, haciendo notar, como dato curioso, que nunca hubo -hasta ese momento- presencia española en los foros de debate.
En este mosaico de músicas e imágenes, encontramos en la costa Atlántica, otro de los Festivales vinculados por razones evidentes con el mundo africano, el clásico Festival de Essaouira “Gnaoua Musiques du Monde” (14 al 17 de mayo). En su dieciochoava edición, contó con artistas mayoritariamente marroquíes, aunque también de Mali o Nigeria. La fundadora de este festival, Neila Tazi Abdi, reconoce en la presentación del festival que Essaouira, conocida como “la puerta de Tombuctú”, lo es ahora más que nunca, ya que Marruecos se ha convertido en la “puerta de África”.
Si nos vamos un poco más lejos, en zonas como el Rif, también se busca la conexión con África, esta vez a través del cine. Así lo pudimos constatar en festivales jóvenes como el de Nador, que en su cuarta edición (2 al 9 de mayo) se dedicó a “África y el Mediterráneo, memoria de horizontes compartidos”. Largometrajes y documentales de diferentes calidades se podían disfrutar al mismo tiempo que mesas redondas donde la presencia africana era notable. Documentales como “A place for everyone”, del griego Angelo Rallis, sobre Ruanda y el conocido conflicto entre hutus y tutsis, narrado a través de una conmovedora historia de amor, competía en simpatía del público con el de un director rifeño, Tariq el Idrissi, quien se presentaba con una historia poco contada “Rif 58-59: romper el silencio”, acerca de la revuelta rifeña que sucediera tras la independencia marroquí.
A través de esta breve cartografía de algunos festivales representativos, podemos sentir como Marruecos, inevitablemente, vive esta calurosa primavera al ritmo de África.