Las heridas abiertas de la partición Indo-Paquistaní

Waqas Khwaja, el poeta de la poscolonización, presentó en Madrid una nueva edición de su monumental “Nadie espera el tren”, una colección extraordinaria sobre la Partición de India en 1947 

Se cumplen este mes de agosto 77 años de la trágica partición de la India en dos Estados, cuyas fronteras fueron diseñadas apresuradamente por el abogado Cyril Radcliffe, que jamás había pisado el territorio, bajo las órdenes de Lord Louis Mountbatten, primo del rey Jorge VI y hasta entonces virrey de la denominada joya de la corona británica.  

No fue una separación amistosa. Se enfrentaron dos concepciones poscoloniales: la del Mahatma Gandhi y Jawaharlal Nehru, partidarios de que la India fuera una nación única y unificada, y la del líder de la Liga Musulmana, Mohammad Ali Jinnah, convencido de que los musulmanes estarían cada vez en mayor inferioridad si no disponían de su propio estado soberano. Tan solo un año antes, en 1946, Jinnah ya lo profetizó al impulsar un día de acción: “Elijamos entre una India dividida o una India destruida”. Aquel día de acción se saldaría con 4.000 muertos y 10.000 heridos, que preludiarían los muchos enfrentamientos entre una y otra comunidad.  

Waqas Khwaja, nacido en Lahore y reconocido como uno de los más grandes poetas paquistaníes, autor de numerosas obras, plasma en gran parte de ellas la tragedia que supuso para no menos de entre 15 y 18 millones de personas el mayor episodio migratorio de la humanidad: millones de musulmanes abandonando su patria de origen, hogar de sus familias y antepasados durante cientos o incluso miles de años, para instalarse en un territorio para ellos nuevo y desconocido, denominado ya Pakistán. Igualmente, otros cuantos millones de hindúes, con semejante historia personal y familiar a sus espaldas, cruzaban en sentido inverso aquella frontera para instalarse en el “país correcto”. La estación ferroviaria de Lalamusa, en la que se procedería al primer izado de la bandera paquistaní, sería el principal nudo de aquella migración forzosa, en donde se cruzaban miradas de odio, previas a las numerosas agresiones que se producirían en aquellos momentos de rediseño del legado colonial británico, y a las cuatro guerras que ambos países han disputado desde su independencia, en un conflicto que muchos juzgan permanente e irresoluble.  

“El olor de la muerte por todas partes/El olor de la pérdida/La peste mortal de la traición/ Cada momento de la existencia/Una afrenta a la vida/ Y después parece que toda la ciudad/ Se vertiera en las calles/ Y se asombrara de la desolación/ Que marca cada rostro”. Khwaja plasma en palabras sobrias y escuetas las imágenes de aquella tragedia, palabras que resucitan su contenido temible en vívidas imágenes. Evoca la tragedia y la violencia de aquellos tiempos y se las ingenia para hacerlo de manera tan lírica como lo hace también con la palpable sensación de pérdida del narrador que debe dejar atrás su amada Cachemira. 

Waqas Khwaja, cuya abultada obra insiste siempre en el cruce y la interconexión de las diferentes culturas, habla varios de los siete idiomas que imperan en Pakistán, además de haberse convertido en catedrático de inglés en el Agnes Scott College de Estados Unidos, país en el que reside, y en el que organiza anualmente una celebración pública de poesía, dentro del proyecto internacional 100.000 Poetas por el Cambio.  

El nuevo embajador de Pakistán en España, Zahoor Ahmed, organizador de la velada con Khwaja, hizo suya la glosa que el profesor Deepika Bahri escribe acerca de su colección poética: “Esta es una poesía con conciencia, lenguaje con corazón, intelecto que brilla a través de las emociones. Con estos poemas, Khwaja ha entrado en la oscuridad de la Partición y extraído de su violento, enconado núcleo, aquello que puede volvérnoslo soportable: el bálsamo agudo de la memoria y su promesa parcial, pero esperanzada, de cura a través de dolorosas asistencias”.  

Sorpresa agradable para el lector la que presenta esta edición de “Nadie espera el tren” (Ed. Juglar, 267 págs), en que el editor Francisco Javier González ha compuesto el libro con los poemas originales en lengua inglesa en las páginas pares, enfrentados en las impares a la excelente traducción en español de Elisa Corona Aguilar.