La literatura árabe cae víctima de la sobreproducción

La calidad de las novelas ha decaído por la crisis del modelo de negocio cultural árabe
<p>Una lectora hojea libros en una librería de Rabat - PHOTO/ARCHIVO&nbsp;</p>
Una lectora hojea libros en una librería de Rabat - PHOTO/ARCHIVO 
  1. La presencia de la literatura árabe en Occidente

Escritores, editoriales, críticos literarios o académicos, e incluso academias de premios de escritura árabes se han visto envueltos en un modelo basado en el “bienquedismo” y la perpetuación de intereses personales, económicos y políticos que afectan a la formación intelectual de los lectores. 

Según el colaborador de Al-Arab Mohamed Saeed Ahjiuj, las novelas árabes se producían anualmente, es decir, con una frecuenta bastante escasa. Actualmente, experimentan una sobreproducción que se ha traducido en una calidad cada vez más menguante. 

Una de las razones es la necesidad de las editoriales de sacar más títulos por fines puramente comerciales. La lógica mercantil de la inmediatez y la eficacia ha conseguido que descarten por completo si esas obras de veras tienen algún valor cultural o no. 

Otra es que el rigor de los críticos literarios también ha decaído. Mohamed Saeed Ahjiuj se quejó de que estos expertos ya no hacen su trabajo, se limitan a actividades puramente propagandísticas, afectando así a la construcción del criterio de los lectores más novatos y la confianza de los más avispados. 

<p>Libros de nueva edición del difunto novelista egipcio Naguib Mahfouz expuestos a la venta en el centro cultural Consoleya en El Cairo, Egipto - REUTERS/SAMEH ELKHATIBA </p>
Libros de nueva edición del difunto novelista egipcio Naguib Mahfouz expuestos a la venta en el centro cultural Consoleya en El Cairo, Egipto - REUTERS/SAMEH ELKHATIBA 

Los premios literarios también contribuyen a la decadencia de la industria con sus mecanismos de “soft power”. El prestigio que los caracterizaba por su arbitrariedad y buen criterio ha caído preso de una manipulación respaldada por agentes ajenos a una industria que debería valorar el arte.

Los periodistas no han sido una excepción, ya que los medios dedicados a este ámbito tuvieron que cerrar por otra crisis: la del periodismo. Debido a la proliferación de las redes sociales y la necesidad de financiarse de alguna manera, hacen pactos con las editoriales para promocionar las obras que se les encomiendan, sean las que sean. 

La poetisa libanesa Asala Lamaa corroboró las palabras de Saeed Ahjiuj expresando que la calidad literaria del mundo árabe es mediocre comparada con el resto del mundo por culpa de las políticas editoriales. “La fragmentada situación política árabe dificulta que los escritores árabes alcancen el podio (…) Gira en torno a su entorno y carece de la capacidad, mediante la traducción y el marketing, de llegar a zonas más distantes del mundo”, comentó Lamaa. 

Margarita Castells Criballés, profesora de Literatura Árabe en la Universidad de Barcelona, destacó en una entrevista que los conflictos en el mundo árabe presentan un gran impacto. Las diásporas obligan a que, por ejemplo, las poetisas publiquen sus obras en internet sin una editorial que las respalde. Si bien la red favorece la divulgación, no garantiza una recepción eficaz. 

<p>Libros de nueva edición del difunto novelista egipcio Naguib Mahfouz expuestos a la venta en el centro cultural Consoleya en El Cairo, Egipto - REUTERS/SAMEH ELKHATIBA </p>
En las principales arterias del casco antiguo de Rabat, decenas de libreros ambulantes ofrecen libros en francés, árabe y, a veces, inglés, hasta diez veces más baratos que los originales - PHOTO/ARCHIVO 

El crítico tunecino Haytham Ayoushi también confirmó que el problema reside en el sistema, no en los escritores, “la razón principal reside en la laxitud de los sistemas y organismos directamente relacionados con la cultura y que la influyen”. Porque al igual que hay muchos libros malos, también hay muchos libros buenos que sí contribuyen de manera positiva. 

Por otra parte, Mohamed Saeed resalta que los críticos académicos están demasiado enfrascados en usar las obras árabes como un experimento. Experimento en el que sacan el esplendor de su sabiduría sobre lo abstracto y lo occidental.

En consecuencia, muchos lectores como el propio colaborador de Al-Arab han adoptado medidas con las que esquivar las obras de mala calidad. Algunos se limitan a leer obras de aquellos autores que ya reconocen, mientras que otros forman comunidades.

<p>Feria Internacional del Libro de Sharjah - PHOTO/ARCHIVO </p>
Feria Internacional del Libro de Sharjah - PHOTO/ARCHIVO 

La presencia de la literatura árabe en Occidente

“Creo que, a pesar de la proliferación de la mediocridad, algo normal, la literatura árabe tiene algo que decir. Incluye grandes escritores que han alcanzado un verdadero logro que merece el lugar que le corresponde en la literatura mundial”, dijo el escritor egipcio Ahmed El-Fakharany.

Hubo un escritor árabe que ganó el Premio Nobel de Literatura. Ese fue el ilustre novelista egipcio Naguib Mahfouz en 1988. Pero, desde aquel entonces, ningún otro lo consiguió. 

Debido a que desde entonces los ganadores siempre han sido occidentales, varios literatos no descartan la idea de que esos premios, al igual que los árabes, están condicionados por intereses ajenos como los políticos. 

El poeta iraquí Ali Al-Bazzaz cree que eso es implícitamente humano: “No existe una mente imparcial, y si existe arbitrariamente, está fuera de su naturaleza, que acepta la diferencia, la alternancia y el posicionamiento. (….) Esto aplica a los comités de los Premios Nobel”. 

Tanto El-Farakhay como la escritora egipcia Nora Naji señalaron que la falta reconocimiento de los escritores árabes se debe a la falta de instituciones que ayuden a los creadores y la poca traducción. 

Hubo intentos eficaces de dar a conocer esta cultura literaria a Occidente, como, por ejemplo, el doctor en Filología Semítica de la Universidad Complutense de Madrid y precursor del arabismo español, Pedro Martínez Montávez. Él fue quien presentó a Naguib Mahfouz al igual que a otros ilustres autores a los lectores hispanohablantes.