Por Francisco Mamani Fuentes (webislam.com)
Foto: Lalla Meryem, hermana del rey Mohamed VI, inaugura la exposición 'Marruecos Medieval: Un imperio de África a España'.
Este es el año de Marruecos en el ambiente cultural parisino. Las exposiciones sobre arte medieval y contemporáneo, y las charlas en relación a ellas completan la agenda cultural de estos últimos meses del año. Las dos grandes exposiciones son la del período medieval en el ‘Musée du Louvre’ y otra sobre arte contemporáneo en el ‘Institut du Monde Arabe (IMA)’. La exposición que comentaremos acá es la que se desarrolla en el Louvre, ubicada dentro del museo en el Hall Napoléon. Reagrupa 300 obras que nos hacen descubrir la historia de Marruecos y de las dinastías sucesivas desde el siglo VIII al XV. Desde la entrada de la exposición, una campana de iglesia transformada en una lámpara de una mezquita nos recuerda la ubicación de Marruecos entre Oriente y Occidente. Esta obra nos evoca especialmente las guerras que convulsionarán la región. Ahora, esta lámpara está conservada en Fez, en la mezquita de al-Qarawiyyin. La historia preislámica de Marruecos es recordada a través de la villa de Volubilis, un burgo de origen romano. Es en este lugar donde Idris I, quien se decía descender del profeta Muhammad, eligió instalarse en los últimos años del siglo VIII. Aunque la región era mantenida al margen de los principales ejes comerciales durante la Antigüedad, la dinastía idrísí abrió una nueva vía comercial desde Mali, una región rica en oro. Es el nacimiento del ‘Maghrib al-Aqsa’, donde el Occidente islámico tendrá como centro vital a Marruecos. Fez fue fundada en el año 789 y se volverá la capital de la dinastía idrísí. La ciudad está dividida en dos barrios separados por un ‘wadi’: Fez y al-Aliya. La ciudad se convertirá muy temprano en un refugio para las poblaciones de Andalucía y de las regiones más orientales, como se evidencia en las mezquitas de al-Qarawiyyin y de los Andaluces. Un increíble minbar en madera de cedro y de pino tallado de fines del siglo X proveniente de la mezquita de los Andaluces, ilustra la riqueza artística de la ciudad. El principado de Sijilmasa cohabitó con este reino durante los siglos IX y X y su rol comercial fue preponderante cuando tuvo el control de las rutas de oro del África subsahariana. Unos objetos originarios de Níger ilustran las relaciones comerciales que se mantenían entre las dos regiones gracias al desarrollo de las rutas caravaneras. La riqueza de este reino es perceptible a través de los estucos finamente decorados que nos han llegado y que podemos ver en el museo.
El poder de los Almorávides
Aunque el poder idrísí comienza a declinar en el siglo X, los Almorávides van a instalarse y reinarán de 1049 a 1147 sobre una región que se extiende hasta una gran parte de al-Ándalus. Para ello, fundaron la ciudad de Marrakech en 1070. Las obras arquitectónicas de esta dinastía son ilustradas por el material arqueológico y por las placas autocromas de inicios del siglo XX. Podemos así admirar la torre Hasan de Rabat, construida en el siglo XII, la que debía ser la torre más grande del mundo, permaneciendo sin embargo inacabada. Las placas autocromas ilustran muy a propósito el discurso artístico de la época, pudiendo así disfrutar de imágenes de archivo de calidad. Ellas vuelven la arquitectura de manera accesible y son a veces los únicos testimonios de las construcciones que hoy están destruidas. Según la nueva directora de la sección de las Artes del Islam en el Museo del Louvre, Yannick Lintz, “ellas testimonian también el interés inmediato de los franceses por este patrimonio”, evocando así la historia reciente de la región. Esta historia reciente ha marcado efectivamente las investigaciones históricas y arqueológicas en la región, unos objetos provenientes de los hallazgos de Théodore Monod nos muestran este fenómeno artístico. El reino almorávide comercializará con el África subsahariana y con al-Ándalus. La ‘chasuble’ (casulla) de Saint-Exupère de la basílica de Saint-Sernin de Toulouse testimonia la buena reputación de los talleres de textiles andaluces, especialmente de Almería. Esta casulla circuló así hasta encontrarse en una iglesia cristiana. El estado de conservación es increíble a pesar del corte de tres piezas en la casulla en el siglo XX con fines mercantiles.
Mezquitas imperiales
Este periodo vio también la fundación de mezquitas imperiales que testimonian la piedad de los soberanos almorávides. Un ejemplo de esta política fue la expansión de la mezquita de al-Qarawiyyin durante este periodo. La exposición destaca el papel que ha jugado la arqueología en los hallazgos que se han encontrado bajo la sala de oración de la mezquita durante 2006. Éstos han puesto en evidencia el ambiente cultural de la mezquita durante la época y se han exhumado decoraciones en estuco pintado. Éstas se muestran en el museo e ilustran la efervescencia intelectual de la época. Después de las revueltas populares y las reivindicaciones religiosas, el poder almorávide se debilitó a mediados del siglo XII. Ibn Tumart se proclamó el nuevo Mahdi y refundó el imperio alrededor de un nuevo dogma religioso unitarista (1147-1269). Consiguió especialmente federar a las tribus bereberes del sur de Marruecos y extender así los límites del Imperio almohade hasta Libia, fundando Rabat hacia 1146. Este imperio centralizado se articuló alrededor de sus tres capitales: Marrakech, Sevilla y Rabat. La propaganda almohade se manifestó a través de la caligrafía y la elección de ciertos motivos como el león que están presentes en la exposición. Veremos así la boca de la fuente con forma de león que se encuentra normalmente en el departamento de Artes del Islam en el museo del Louvre, el llamado León de Monzón. También está presente en la exposición un manuscrito escrito por el propio filósofo judío Maimónides, figura importante de este período.
Tribu bereber
La tribu bereber de los benimerines alcanzó su poder cuando tomó la ciudad de Marrakech en 1269. Este periodo vio el retorno de Fez como centro político. Los objetos presentados ponen en evidencia la figura del soberano en el centro de la propaganda benimerín. Esta política se manifestó por la creación de madrasas y de una necrópolis dinástica en Chellah. El poder volvió a reubicarse políticamente en Marruecos pero volviéndose comercialmente hacia el Mediterráneo. Sin embargo, la peste negra y el avance de los cristianos en el Norte marcan el fin del Imperio en 1465. La exposición es muy rica iconográficamente y el recorrido histórico se sigue sin ningún problema. Para cada dinastía se expone un minbar altamente decorado permitiendo mostrar la continuidad entre las diferentes dinastías que se manifiestan a través de la piedad y el mecenazgo. Las cerámicas y los objetos de la vida cotidiana testimonian la alta productividad de los centros de arte y de intercambios comerciales que se extendieron desde el África subsahariana hasta el Mediterráneo septentrional, especialmente Al-Ándalus. Esta extensión pone constantemente en evidencia las influencias que existen de manera recíproca en la cultura material de las artes cristianas e islámicas. La exposición finalizará el 19 de enero de 2015.