Sharjah pone su mirada en el mañana: los niños y jóvenes

El reloj marcaba poco más de las diez de la mañana y el día, da igual si fue un lunes o un jueves, nos regalaba una significativa imagen: el aparcamiento del Centro de Exposiciones de Sharjah lleno de autobuses amarillos, que son los escolares.
Procedentes de los numerosos colegios de todo el emirato, los pequeños y adolescentes estudiantes participaron y disfrutaron de la SIBF, la más importante del mundo editorial árabe, y que ha estado cargada de múltiples actividades para ellos, además de los expositores específicos con obras infantiles y juveniles, en donde, por supuesto, no podían faltar los cómics.

Educar de cara al futuro
Sharjah, uno de los siete Emiratos Árabes, se ha convertido en un referente en el ámbito cultural, pero también en el de la educación, un sector en el que se vuelcan y en el que no escatiman recursos. El futuro será mejor si quienes lo conforman, es decir, estas generaciones de niños y jóvenes están bien formadas y educadas y poseen las herramientas necesarias para fortalecer su pensamiento y encaminar sus vidas profesionales. Esta es la filosofía que mantienen y que ejercen.
Para tener un buen futuro hay que sembrar en este presente, y en Sharjah la apuesta es clara: mientras más preparados estén mejor irá el país. Por eso, aunque este sector de la población cuenta con su Festival del Libro específico, que se celebra cada mes de mayo, o el de Cine, en el mes de octubre, en este evento global, que organiza la Autoridad del Libro de Sharjah bajo el patrocinio de su gobernador, Su Alteza Dr. Sultan bin Mohamed al-Qasimi, también disfrutaron de su espacio y su propia programación con multitud de talleres y actividades. Aprender y divertirse. Formarse y entretenerse.

Cientos y cientos de niños con sus uniformes, seña de identidad del colegio al que pertenecen, y acompañados por sus profesores, llenaron de energía y alegría los pasillos y los distintos stands repartidos por varios pabellones. Tras una intensa mañana, los más pequeños, y no tanto, no dudaron en sentarse en el suelo para descansar tras el madrugón, la visita por la feria, la participación en alguna actividad y la emoción… porque el cansancio no es incompatible con la ilusión de una jornada diferente lejos del aula.
Muchos adolescentes en grupo se hicieron sus selfis y fotografías en el Social Media. En este espacio, dedicado a las redes sociales, influencers y expertos hablaron de los contenidos, el perfil, el lenguaje, el diseño, la animación y muchos otros temas para hacer más atractivas y utilizar mejor esas redes sociales como Instagram. Muchas chicas vestían sus Abayas, túnicas largas negras; mientras que ellos lucían las Kandouras, igualmente hasta los pies, pero de color blanco. En común, el interés por sacar el mayor rendimiento a sus móviles.

Talleres para aprender y divertirse
Dentro del Centro de Exposiciones se diferenció una zona destinada a los más pequeños y jóvenes hasta los 17 años con distintos espacios divididos en workshop numerados para distinguir bien el tipo de taller que se celebraba en cada uno.
En estas actividades, sostenibilidad, creatividad, respeto, imaginación, buena alimentación, sensibilidad, reciclaje, lectura, tradición o robótica se convertían en más que simples palabras, eran los ejes esenciales para transmitir valores e importantes mensajes. Los participantes no sólo trabajaron con sus manos también con su mente, jugaron aprendiendo y reflexionaron sobre la importancia de actuaciones necesarias para tener un mundo mejor, para cuidarlo y para cuidarnos más. Un pequeño granito de arena que entre todos irá creciendo.

En estos talleres, abiertos por la mañana y por la tarde, además de los cientos de escolares llegados en los autobuses amarillos, participaron muchos niños acompañados por sus padres, quienes pacientemente esperaron a sus hijos mientras, eso sí, les hacían fotos con sus móviles. Porque para Sharjah, otro de sus grandes compromisos está en la familia.
La cámara de Atalayar también inmortalizó muchos de esos momentos, a esos niños entusiasmados mientras participaban en estos encuentros. En uno de los workshops, no sólo aprendieron manualidades imitando una colmena que se convertiría en una caja de cartón para guardar cosas, sino que a la vez aprendieron por qué las abejas son tan importantes para nuestro entorno y el papel que juegan en la polinización.

En otro, los niños crearon sus propios imanes de nevera utilizando arcilla polimérica. Tras elegir tres colores, y aunque el tema propuesto era el de los superhéroes, cada niño se inspiró en lo que quiso para así dar rienda suelta a su imaginación.

Descubrir todas las posibilidades que ofrece el arte de la voz fue el eje de otro de los talleres diseñados. Pequeños y adolescentes jugaron con los sonidos y las palabras a la vez que comprendieron la necesidad de saber expresarse, de sacar los sentimientos.

La cocina también tuvo su protagonismo, pero desde un punto de vista educativo y nutricional, pues es importante que desde pequeños aprendan a comer bien y diferenciar los alimentos más saludables. Con sus delantales de plástico e ingredientes sanos, los participantes aprendieron a preparar distintos platos. Por ejemplo, en el rincón de la cocina, bajo el nombre “Pequeño chef emiratí”, conocieron los platos típicos de los Emiratos Árabes y prepararon un buen desayuno, el Balaleet, que consiste en fideos endulzados con azúcar, cardamomo y azafrán, cubiertos con de huevo.

Ciencias y humanidades
Y en este mundo totalmente tecnológico, no podían faltar los talleres de informática, robótica, electricidad, el desarrollo de aplicaciones sostenibles… Una vez más, enseñanza y creatividad se dieron la mano y los participantes que eligieron adentrarse en el mundo de la robótica pudieron construir y programar su propio robot utilizando el conjunto de robótica Spike Prime.

Los niños también pudieron adentrarse en la jardinería a la vez que tomaban conciencia de la importancia del reciclaje. Así, en otra de las actividades, con material cotidiano como bolsas de papel, palillos o pajitas de plástico diseñaron un jardín de flores iluminado con bombillas LED; mientras en otro, convertían latas, tras pintarlas, en bonitos maceteros.

Diseñar y hacer brazaletes y otras piezas de joyerías, coser sus propias bolsas, aprender a bordar, crear libros en miniatura, convertir cosas desechables en útiles, jugar con el lenguaje y apreciar su valor, acercarse a la poesía, convertir los recuerdos en bonitas historias, rescatar y conocer las tradiciones, como, por ejemplo, la artesanía de Marruecos, país que en esta 43ª edición de la SIBF ha sido el invitado de honor, escuchar cuentos, valorar y acercarse a la música… todo ha sido posible en la SIBF.

Ciencias y humanidades, tradición y modernidad se han fundido en este práctico e interesante rincón donde el objetivo está más que cumplido: mirar hacia ese mañana para que en este hoy niños y jóvenes aprendan de forma divertida.