El 32. Ese es el nuevo número mágico del Real Madrid. Son las fases de grupo de Champions que lleva disputadas el club blanco y en las 32 se ha clasificado para la siguiente ronda. Quizá nadie se acuerde de la 14ª Champions, como dice Piqué, pero si no reconocen aquella heroicidad, al menos tendrán que asumir que el club blanco escribe cada temporada la historia de una competición que, en lugar de honrarle, pone en un segundo plano sus triunfos siempre que puede.
Ante el Braga el Real Madrid necesitaba un punto. Y muchos jugadores un descanso merecido. Bellingham no pasó las pruebas por los problemas en su hombro y Ancelotti decidió dejarle en el banquillo. Nacho, Lucas y Brahim fueron los elegidos por el italiano para dar descanso a los habituales titulares. Lo de Kepa fue una lesión en el calentamiento que volvió a dar la titularidad a Lunin, que no jugaba desde agosto.
El Bernabéu quería espectáculo y el Real Madrid se encargó de encender a la grada, aunque fue con un disgusto en los primeros minutos. Lucas cometió un penalti en el área que Lunin se encargó de parar con una buena estirada. La defensa volvió a estar insegura. Lucas se llevó por delante a otro jugador del Braga dentro del área que pudo haber sido el segundo penalti a favor de los lusos.

En medio de aquel correcalles entretenido, Brahim era el encargado de pegarse el balón al pie y conducirlo de un lado a otro. Pases interiores, desmarques, paredes… el recital fue tan bueno que lo coronó con el primer tanto para celebrar su reciente decisión de acudir con Marruecos a las próximas convocatorias de Regragui. El hispano-marroquí controló el ataque blanco bien escoltado por Kroos, Camavinga y Valverde.
El Braga se fue alejando de la portería de Lunin y, tras el descanso apenas culminó sus jugadas de ataque. En los minutos 58 y 60, Vinicius y Rodrygo respectivamente anotaron los dos goles que sentenciaron el partido. El segundo acudió a celebrar el gol con Ancelotti, en agradecimiento a la confianza cuando el balón no entraba.

Vini Jr celebró con la grada, pero el murmullo estuvo presente cuando fallaba porque el caldo de cultivo que deja el brasileño empieza a generar problemas. Quizá tenga que hablar con Puyol, o quizá el club tenga que dedicarle más tiempo a modelar su temperamento para que esa mecha corta se vaya alargando.
El partido acabó con cinco nuevos jugadores y el cupo de cambios completo, algo poco habitual en Ancelotti. El canterano Nico Paz fue el más destacado, aunque eso dejó sin debutar a Arda Güler, la nueva sensación blanca que espera su turno tras la lesión.

El partido coloca al Madrid en octavos de final de Champions y la eterna duda de qué hará Ancelotti con jugadores como Brahim, al que abrazó tras el cambio, pero que tiene difícil entrar en juego el sábado ante el Valencia. Una injustica parecida a la de Ceballos hace dos temporadas, que el italiano reconoció. Y es que al entrenador del Real Madrid le gusta poner a su guardia de corps en las grandes citas. Este año Kroos y Modric han dejado paso a Tchouaméni o a Camavinga, incluso Mendy le ha quitado el puesto de manera incomprensible a Fran García. Un banquillo motivado puede ganar partidos y la espera hasta los octavos de final, allá por febrero, será larga si no hay tiempo para todos.