El Real Madrid llegaba al exilio de Montjuic para rendir cuentas ante el Barcelona en el primer Clásico de la temporada. Las 16:15 no son horas para vivir un partido de ese nivel. El sol molesta, aunque Xavi no se quejó, y el ambiente no es el mismo de las históricas noches de fútbol en España.
Un Clásico a beneficio de Asia porque ni en Inglaterra pudieron ver el partido por ser en horario protegido para favorecer la asistencia a los estadios de las categorías inferiores. Lo que se perdieron las islas británicas fue a Bellingham en estado puro. Ese inglés que no se iba a aclimatar a España lleva ya 10 goles en Liga y es “una sorpresa para todos” como aseguró Ancelotti tras el partido.
El italiano no acaba de hacer la transición en el equipo que podría abandonar en junio rumbo a Brasil. Mendy formó en la banda izquierda y en la segunda parte se lesionó otra vez y lo cambió por Camavinga. Fran García todavía no está para estos partidos de alto nivel. En el centro del campo Kroos estuvo acompañado de Tchouaméni y Valverde para que arriba marcasen la diferencia Rodrygo, Vinicius y Bellingham.

Las bajas del Barça se saldaron con Fermín en el once inicial de Xavi. Gündogan y Gavi cubrían las espaldas de Joao Félix y de Ferran Torres. En la defensa, Christensen, Íñigo Martínez junto a Balde y Cancelo. Un crisol de jugadores habituales y otros que estaban llamados a cubrir el expediente ante bajas como las de Pedri o De Jong que veían el partido desde la grada.
Xavi aseguró tras el encuentro que habían dominado 60 minutos. Así fue. El Real Madrid estuvo incómodo durante la primera parte hasta el punto de regalar el primer gol a Gündogan en un mal despeje de Alaba que suma demasiados fallos esta temporada en una posición donde tampoco hay mucho donde elegir. En esas llegadas, Fermín mando un balón al palo y el rechace fue al brazo de Kepa que recordó a Courtois con esa parada milagrosa que evitó el segundo tanto.

Vinicius no encaró lo que se esperaba del brasileño. Rodrygo tampoco estaba fino porque el conjunto catalán llenó de jugadores su mitad del campo para evitar la velocidad blanca. Así acabó una aburrida primera parte en la que ese “Clásico de las nuevas generaciones”, como lo bautizaron desde Dazn, hacía pensar al aficionado que cualquier tiempo pasado parece mejor.
Ancelotti dijo a los jugadores en el descanso que, si tenían que perder, al menos lo hicieran con intensidad y ritmo. Curiosa forma de motivar del italiano que solo está al alcance de entrenadores de nivel mundial como él. Los dos únicos cambios planeados fueron el de Kroos por Modric y el de Rodrygo por Joselu en el 63, cinco minutos antes de que marcara Bellingham el primero.

Xavi veía desde la banda cómo su equipo se diluía en esos minutos. Un zapatazo desde la frontal del área que ni vio venir Ter Stegen y elevó la moral del Real Madrid hasta ese límite donde ningún equipo es capaz de llegar. En ese momento los blancos dominaron el partido y empezaron el correcalles con el que disfrutan. Joselu cambia el partido solo con su presencia. Un delantero puro que no se mueve del espacio del 9 y que baja balones y fija defensas. Algo hay en su presencia en el césped que cambia el modelo de juego del Madrid. El 14 tuvo una buena ocasión para hacer el 1-2, pero tuvo que ser un centro del incombustible Carvajal que tocó en Modric el que llegara a las botas de Bellingham en la frontal del área pequeña. Un toque sutil para colar el balón entre las piernas de Ter Stegen en el 92 y dar al Real Madrid una victoria de líder.
Xavi hizo sus habituales maniobras para pedir faltas y fueras de juego, pero todo era legal, mucho más que su forma de afrontar las derrotas. Al acabar el partido se le escapó un “esta vez no hemos perdido por el árbitro”, no tenía motivos para decirlo, ni los tiene cuando se queja. Ese perfil lastimero no le va a ayudar en las malas.
La actitud de Vinicius no puede pasar desapercibida. El brasileño fue sustituido en el 96 por Lucas y su salida del campo fue demasiado provocadora con aplausos a la grada innecesarios. El asistente le llamó la atención y ambos se encararon hasta que Ancelotti se tuvo que llevar al delantero del brazo y calmarle en el banquillo. Volvió a sufrir gritos racistas que no tienen justificación. Ahora el Barça tiene que actuar rápido, aunque los precedentes no son buenos y los Mossos siguen buscando energúmenos tres años después sin resultados. Raro. Pero Vinicius debe controlar ese lado provocador y nadie mejor que Ancelotti para ayudarle.
El Real Madrid es líder con cuatro puntos más que el Barça. Por allí anda el Girona que aguanta el tirón y el Atlético de Madrid, el gran candidato a disputar una Liga que ya ha vivido su primer Clásico.