Xavi sale del Barça y Laporta arruina la marcha de otra leyenda

Se une a los despidos de Koeman y de Messi 
El entrenador español del Barcelona, Xavi - PHOTO/AFP/AXEL HEIMKEN
El entrenador español del Barcelona, Xavi - PHOTO/AFP/AXEL HEIMKEN

Solo cuatro semanas después de que Joan Laporta llorase públicamente por la renovación de Xavi como entrenador del Barça, el propio presidente puso en la calle al tipo que le aupó a la presidencia del club un día antes del último partido de Liga y con dos ruedas de prensa por delante.  

Si algo puede salir mal, el Barça tiene la capacidad de que salga mucho peor de lo esperado. El “soçi” aplaude a su presidente haga lo que haga y más si se da un baño de masas por conseguir la Champions femenina y dice que “todas las decisiones que se toman son por el bien del Barça”.  

Complicado apuntalar esa frase con argumentos sólidos y mucho menos con hechos. A Xavi le hicieron una convocatoria en Champions ante el Amberes para que incluyera a Lewandowski, Gündogan y Araújo. Laporta y Deco tomaron la decisión, el técnico aceptó y el vestuario olió la sangre o, mejor dicho, la falta de liderazgo de quien fuera una figura del mejor Barça de la última era.  

El Barça se ha convertido en un club presidencialista, pero no al estilo del Real Madrid, más bien dirigido por un populista que no quiere ver la realidad. Laporta abrazó a un busto de Messi para decirle al socio que el argentino se iba a quedar una temporada más. El resultado fue que el mejor jugador de todos los tiempos que ha tenido el equipo azulgrana salió rumbo al PSG por la puerta de atrás porque no había dinero para pagarle. Tampoco pudo volver, aunque el presidente telegrafiara reuniones en su casa con el padre de Messi que no fueron más que un teatro porque Miami estaba más cerca que Barcelona.  

Xavi se va por decir la única verdad en su etapa como entrenador. No es que sea un mentiroso compulsivo, pero sus ruedas de prensa plagadas de justificaciones y de excusas por cada derrota no le han ayudado. El sol, el césped, el árbitro, el rival... todo jugaba en su contra cuando lo que no jugaba a nada era su equipo. Incluso llegó a decir que el juego y las victorias llegaban después tras anunciar su marcha porque los jugadores se habían liberado. No había una rueda de prensa donde expresara algo coherente hasta que se le ocurrió revelar que el Barça estaba en una pésima situación económica y que no eran el mismo equipo que hace 25 años, incluso comentó que no podían competir con otros equipos, y metió al Real Madrid en la comparativa. Eso molestó a Laporta que prefiere que su masa social viva en la ignorancia con mensajes propios de la novela “1984” de Orwell.  

Deco tampoco ayudó cuando Laporta decidió poner en la calle a Xavi, aunque eso le cueste a las arcas del club 20 millones de euros que, quien sabe si el entrenador perdonará con la esperanza de volver algún día a su casa. El portugués ha tomado las riendas de la dirección deportiva para poner en marcha su agencia de colocación de futbolistas.  

Las dos últimas ruedas de prensa de Xavi Hernández con el despido en la mano han sido una humillación a una leyenda. Algo parecido a lo que le pasó a Koeman cuando dijo aquello de “esto es lo que hay” refiriéndose a una plantilla mermada donde no funcionaba nada.  

El jugador que marcó el gol más importante en la historia del Barça sufrió un acoso inhumano en el club de su vida que le pudo costar hasta la salud tras un problema cardíaco días antes de dejar el Barça, también, por la puerta de atrás.  

El alemán Hans-Dieter Flick es el elegido para dirigir al club la próxima temporada. Un externo a la paranoia azulgrana que podría poner algo de cordura o, quién sabe, si dejarse arrastrar por ella y acabar desquiciado en Navidad. De momento, hay que pagar a Xavi, rebajar masa salarial y, todo apunta, a que se debe vender a una estrella de la cantera. Y todo sin más palancas que las que se activaron el pasado verano. Si LaLiga decide tratar al Barça como exige al resto, es posible que sufra hasta para meterse en Europa League, pero a nadie le viene bien que una de las grandes locomotoras del fútbol de España y de Europa descarrile por mucho que su presidente no sepa conducirla.