Argelia atraviesa actualmente una grave crisis económica que está causando grandes trastornos. La subida de los precios y el suministro limitado de ciertas categorías de productos agrícolas están teniendo un impacto negativo en la población argelina. Desde el comienzo de la crisis, el Gobierno argelino ha intentado tomar medidas administrativas para resolverla. Sin embargo, éstas han resultado ineficaces para controlar los precios y proteger el poder adquisitivo de los consumidores.
El mercado argelino experimenta un aumento constante del precio de las legumbres secas en los mercados locales, a pesar del descenso de su consumo estacional, así como una escasez de productos de alimentación y de puntos de venta al por menor. Otra categoría de productos de difícil acceso para los argelinos es la fruta. Según Algérie 360, la fruta local de temporada se ha vuelto inasequible debido a sus elevados precios, que rivalizan con los de la fruta importada.
En marzo de 2023, los precios de los alimentos subieron un 13,94 %, mientras que, de marzo de 2022 a marzo de 2023, la variación global (para todos los productos) fue del 10,16 %, mientras que la tasa de inflación alcanzó el 9,79 %. Desde la guerra de Ucrania, Argel también sufre una crisis del trigo. El 28 de febrero de 2023, la Oficina Interprofesional de Cereales (OAIC) lanzó una convocatoria internacional de preselección para ampliar su “fichero de proveedores” de cereales y legumbres.
Según el medio argelino 360, el hundimiento de la economía argelina es el resultado de la falta de diversificación de su economía - la economía rentista de Argelia depende casi totalmente de los hidrocarburos, que representan alrededor del 90 % de las exportaciones nacionales -, del hundimiento de las reservas de divisas, del aumento de la deuda pública y del déficit presupuestario.
El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, ha intentado contener la creciente cólera popular ante el deterioro del poder adquisitivo, los elevados precios y la escasez de muchos productos de consumo. Según Al Arab News, el jefe del Estado argelino declaró recientemente en una entrevista concedida regularmente a los medios de comunicación locales que “se vengaría de los grupos de presión que conspiran contra los medios de subsistencia de los argelinos, con el objetivo de crear un estado de inestabilidad social y poner a las calles en contra de las autoridades, y que se opondría a cualquiera que intentara manipular los precios”.
Las autoridades argelinas han prohibido a los importadores privados la importación de legumbres secas, otorgando el monopolio a la Sociedad Nacional de Cereales y Leguminosas Secas, propiedad del Gobierno. Sin embargo, estas iniciativas no han impedido una subida repentina y sin precedentes de los precios.
Una crisis persistente desde la epidemia de COVID-19
Desde 2020, Argelia experimenta de nuevo fenómenos de precios elevados y de escasez injustificada, incluso con el clima económico y comercial que ha reinado en todo el mundo a raíz de la pandemia de COVID-19. Ha hecho resurgir las prácticas burocráticas y la retórica política para justificar los fenómenos económicos.
Según los especialistas en asuntos agrícolas, la subida de los precios y la escasez se deben al fenómeno de la sequía y al cambio climático, así como a las consecuencias de la guerra en Ucrania. Esta crisis afecta también a agricultores y comerciantes. Según estos últimos, el bajo nivel de producción de este año se debe en parte al retraso de las lluvias en primavera.
Según Algérie 360, todos estos fenómenos han afectado al rendimiento de los cultivos, creando escasez. Los comerciantes intentan mantener un cierto equilibrio, pero la demanda supera con creces a la oferta, lo que provoca importantes subidas de precios.
¿Es Argelia un Estado fallido?
Por su fragilidad económica, su falta de visión económica y la ausencia de una gobernanza eficaz, Argelia podría considerarse un Estado fallido. Así lo afirma el investigador marroquí Mohamed Mliless en un artículo publicado en el medio Newslooks.
“Si esta situación persiste, el país podría convertirse en un lastre para el desarrollo de la región. Su vulnerabilidad podría alentar revueltas internas y hacerlo susceptible de caer en manos de fanáticos, ya sean militares o extremistas. Por ello, abordar estos retos será crucial para la futura estabilidad y prosperidad de Argelia”, concluye.