La inflación disparada observada con inquietud desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la falta de liderazgo en el Parlamento del Líbano son dos de los factores que no hacen sino arrastrar hacia un abismo de inseguridad a la sociedad libanesa. Y buena muestra de esa inquietud es la avalancha de asaltos que se ha vivido en todo el país contra las sucursales de diversos bancos. Los ahorradores libaneses han pasado nuevamente a la acción y han irrumpido exigiendo sus ahorros en lo que ha sido la reapertura parcial de los bancos tras una semana de huelga como protesta precisamente contra los continuos asaltos que vienen sufriendo las últimas semanas.
Una sucursal del Banco Internacional del Líbano (IBL, por sus siglas en inglés) en Hazmieh ha sido testigo de la irrupción de Georges Habib Siam, cónsul general honorario de Irlanda y exdirector de protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Líbano, que se negó a abandonar el banco hasta que le fuesen entregados todos sus ahorros. Algo similar a lo que hizo en en BLC Bank en la región de Bekaa, Ali Deeb Al-Sahli, miembro retirado de las Fuerzas de Seguridad Interna, que pedía una transferencia de 4.300 dólares a su hijo en Ucrania, quien fue expulsado de la universidad por impagos.

Este caso es el que más revuelo ha generado en redes sociales debido a un vídeo en el que se aprecia a Al-Sahli agitando un arma mientras gritaba a los trabajadores de la sucursal que “cuenten el dinero, antes de que uno de ustedes muera”. El grupo de protestas Depositors’ Outcry ha asegurado que el asaltante se ofreció para vender su riñón para financiar los gastos de su hijo tras meses esperando que el banco desbloqueara la transferencia del dinero. No obstante, Al-Sahli no consiguió que el banco le facilitase el dinero y fue reducido por las fuerzas de seguridad.
#Lebanon: A citizen stormed the BLC Bank of #Chtaura and reports about hostage-taking. pic.twitter.com/dnK0unbtfo
— خالد اسكيف (@khalediskef) October 4, 2022
La jornada de asaltos ha traído casos como el de Ali Hassan Hodroj que, al igual que Ali Deeb Al-Sahli, portaba un arma que incluso llegó a disparar a modo de advertencia. En esta ocasión, el asaltante recibió 9.000 libras libanesas de las 40.000 que exigía en un comienzo, y consiguió entregárselas a un manifestante que se encontraba a las puertas del banco antes de ser arrestado por la policía.
Los límites informales de retirada de dinero impuestos por los bancos están ahogando a una sociedad necesitada de liquidez. Y es una visión compartida por el director de la Asociación de Depositantes del Líbano, Hassan Moghnich, quien cree que “la situación empeorará mientras no haya una solución radical al problema de la retención de depósitos”. A lo que también añadía que “ignorar esto conducirá a más caos, a pesar de todas las medidas tomadas, ya que todas las personas tienen depósitos en los bancos”.

A pesar de las palabras de Moghnich, la situación no parece que vaya a tener una solución fácil y, menos aún, rápida. El último comunicado emitido por la Asociación de Bancos del Líbano tenía más tintes alarmistas que de optimismo. En él se aseguraba que, si la situación no sufría un importante cambio, el FMI dejaría de negociar con Beirut, haciendo inevitable el cese total del abastecimiento de electricidad, agua, telecomunicaciones, medicamentos, y un largo etcétera de servicios mínimos. Todo ello advirtiendo que la tendencia actual hace indicar que las reservas del Banco Central se agotarán y, como consecuencia, no se podrá garantizar ningún tipo de compra en el extranjero.