La digitalización del sistema energético y el cambio de paradigma del sector

Una economía descarbonizada es uno de los principales objetivos de la transición energética. Las empresas privadas del sector, al igual que el sector público, son conscientes del papel que juegan en sustentar esa transición y en especial del papel de la energía en la transición hacia una economía de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI), algo esencial en tanto que responde de una parte importante de esas emisiones.
Para impulsarlo la transformación digital es una de las maneras que posibiliten lograr avanzar hacia el objetivo de descarbonizar la economía. "Solo mediante la penetración de la digitalización en el sector eléctrico se pueden conseguir los objetivos de 2030", aseguró Diego López Garrido, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas.
Por ello las enormes oportunidades que ofrece la innovación tecnológica, como viene sucediendo en años recientes, debe ser el elemento clave de la descarbonización. Así lo constató Inmaculada Ordinales, autora del reciente informe publicado por la Fundación Alternativas, 'El impacto de la digitalización en la descarbonización del sector de la energía'.
El informe, entre otros objetivos, analiza la aplicación de las tecnologías digitales en los tres elementos fundamentales del nuevo modelo energético descarbonizado, es decir, en la mejora de la eficiencia energética, en la integración de las energías renovables y, sobre todo, en la electrificación de las economías. "El sistema eléctrico se encuentra ante un nuevo paradigma determinado por una generación más descentralizada y distribuida, por una mayor participación de energías renovables y por el especial protagonismo que adquieren los consumidores y usuarios", asegura el informe.
¿Cuáles son algunos de los rasgos del nuevo paradigma? La electricidad se puede almacenar, que no es un bien homogéneo y que los consumidores tienen capacidad de negociación. "La digitalización y la mayor conectividad, junto a la mejora de las interconexiones internacionales o del almacenamiento en grandes baterías, están cambiando el paradigma del sector de la energía puesto que desbloquean el problema de la falta de flexibilidad de las energías renovables no gestionables".
El sector de la energía está siendo modificado y hay múltiples avances que lo ilustran como es la creciente integración de las energías renovables, la extensión del uso de los vehículos eléctricos o los desarrollos de nuevas soluciones en el almacenamiento de energía. Estos cambios "ofrecen unas perspectivas favorables sobre la contribución que puede hacer el sector de la energía a la mitigación del cambio climático". Según la autora del informe, la transición hacia este nuevo modelo energético, descarbonizado e inteligente, exige impulsar tres aspectos fundamentales: la mejora de la eficiencia energética, la penetración de las energías renovables y sobre todo, la electrificación de las economías.
Pero ello las innovaciones tecnológicas han sido fundamentales. En ámbitos como la digitalización, la conectividad a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) o la inteligencia artificial "están acelerando el proceso de transición energética y ofrecen soluciones a todos los sectores involucrados en la descarbonización de las economía como son el transporte, los usos residenciales, los procesos industriales y, por supuesto, la industria de la energía", lee el informe. "La digitalización del sistema energético contribuye al cambio de paradigma del sector, modificando el marco de actividad de las empresas del sector y las reglas de mercado sobre las que se han venido sustentando los sistemas energéticos".
En la Unión Europea el fin del carbón está cerca. La UE adaptó en 2016 lo que se ha conocido como 'Winter Package', o paquete de invierno, donde reconocía la necesidad de llevar a cabo una transición energética que tuviera como prioridades la eficiencia energética, el liderazgo mundial de la UE en materia de energías renovables y el trato justo a los consumidores. La nueva presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, quiere llevar esa hoja de ruta a una nueva dimensión.
En noviembre de 2018, la UE fijó sus objetivos de descarbonización en base a un escenario a medio plazo, en 2030, en el busca un 40% de reducción de emisiones de GEI respecto a 1990 (y con el objetivo de llegar a emisiones cero en 2050); un 32% de renovables sobre el consumo total de energía final, para toda la UE; un 32,5% de mejora de la eficiencia energética; y un 15% de interconexión eléctrica de los Estados miembros.
Con esos objetivos en mente en el corto plazo y la urgencia que supone la crisis climática parece que los mecanismos para llegar a un modelo económico descarbonizado son más indiscutibles que nunca. Además, los actores parecen estar de acuerdo en que la base de la transición energética, cuyo objetivo final sería positivo en nuestra relación con el medio ambiente, es que debe impulsar la economía y mejorar el bienestar social.