Un análisis del organismo asegura que la expansión de la COVID-19 en los países de la región MENA está provocando la disminución de los ingresos de los hogares

El FMI alerta de que el coronavirus supone una gran amenaza para las economías de Oriente Medio y el norte de África

PHOTO/Agencia de Prensa de Sudán - Unas mujeres reciben ayuda humanitaria en el estado sudanés Nilo Azul, el pasado 4 de mayo

Aunque todas las naciones del mundo se están viendo azotadas por la crisis sanitaria y económica ocasionada por la expansión de la pandemia de la COVID-19, no todas afrontan esta compleja situación con los mismos recursos. El FMI (Fondo Monetario Internacional) alerta que los países de Oriente Medio y el norte de África, con estructuras estatales frágiles y con conflictos armados en curso, se encuentran en una posición de debilidad para lidiar con el coronavirus. El organismo asegura que, en lugares como Afganistán, Djibouti, Iraq, Líbano, Sudán o Somalia los ingresos de las familias han caído muchísimo como consecuencia del distanciamiento social y las cuarentenas, según un análisis elaborado por la entidad esta semana y remitido a los medios de comunicación. 

Las personas más vulnerables son las que trabajan en los sectores informales o los trabajadores poco cualificados, entre los que se encuentran los refugiados. Las remesas que envían los inmigrantes a sus familiares en la región, que representan cerca de un 14% del PIB de esta zona y permiten a muchos hogares subsistir, pueden derrumbarse hasta un 20%, según el FMI. El PIB real de los países caerá en conjunto un 7%, según las previsiones del organismo internacional. El PIB per cápita se reducirá a 2.100 dólares en 2020, cuando en 2019 fue de 2.900 dólares. 

Esta pérdida de ingresos empeorará los problemas económicos y humanitarios existentes, según expone el FMI en su análisis. Los países con conflictos en curso de la región MENA (Oriente Medio y África por sus siglas en inglés) ya presentaban antes problemas de pobreza, inestabilidad política, estados débiles e infraestructuras deficientes. El organismo advierte que la inestabilidad social y política se podría ver agravada por la pandemia. La crisis económica se suma a la humanitaria que ya estaban sufriendo algunos países en guerra, como Libia, Siria o Yemen. 

Gráfico FMI

Un brote generalizado de la COVID-19 puede sobrepasar la capacidad sanitaria de la región. Los países de Oriente Medio y África del Norte sufren escasez de médicos, solo hay ocho por cada 10.000 personas. También se enfrentan a la falta de camas de hospital y al acceso limitado a instalaciones para lavarse las manos. La protección individual contra el virus es más complicada que en otros lugares del globo. La escasez, debido a la reducción de las importaciones y a la competencia internacional para hacerse con equipos médicos, supone una vulnerabilidad aún mayor para la región.

La contención del virus es muy complicada para los 17,2 millones de desplazados internamente o para los 2,7 millones de refugiados de la zona. Muchas de estas poblaciones viven en condiciones precarias en campamentos, donde hay la falta de agua y las personas viven hacinadas. Solo entre el 10% y el 20% de los refugiados de Djibouti y Sudán tienen garantizado el acceso a estos servicios básicos, según el FMI. Dos personas ya han dado positivo por coronavirus en el campo de refugiados más grande del mundo, el Cox’s Bazar de Bangladesh, según informaba este viernes la versión digital del diario El Mundo.

Inseguridad alimentaria

La región ya presentaba problemas de inseguridad alimentaria antes de la expansión de la pandemia. El suministro de alimentos se ha visto afectado por las restricciones al transporte. A esta circunstancia se suman las sequías, las inundaciones y una plaga de langostas, que han afectado a la producción y a los precios de los alimentos en algunos países. El apoyo internacional será fundamental para que estas naciones puedan incrementar su gasto en salud, proporcionen cierta protección social y apoyen económicamente a las familias, según expone el FMI en el análisis. 

Junto con otras instituciones financieras internacionales, el FMI está prestando asesoramiento y apoyo en materia de políticas para ayudar a hacer frente a los problemas económicos. Afganistán, Djibouti y Yemen ya se están beneficiando de la financiación de emergencia y el alivio de la deuda. Naciones Unidas ha comenzado a movilizar recursos para un plan de respuesta de 2.000 millones de dólares y han pedido que se establezca un alto al fuego en todo el mundo, fundamental para permitir una respuesta médica adecuada.

Gráfico 2 FMI

“Una acción enérgica ahora protegerá el progreso tan duramente ganado en materia de reformas en algunos países y evitará una nueva crisis humanitaria, reduciendo el doble riesgo de futuras demandas de ayuda internacional y el aumento de los flujos de refugiados”, explica Jihad Azour, director del departamento del Oriente Medio y el Asia Central del FMI, en declaraciones incluidas en el documento del organismo. 

La entidad señala que, con el apoyo adecuado, los países pueden transformar esta crisis en una oportunidad. Es probable que se produzca una segunda oleada de contagios de la COVID-19, por ello el FMI anima a que se refuercen las capacidades en salud y protección social como forma de reforzar el avance político y social de la región. La crisis también podría acelerar la digitalización y contribuir con una mayor transparencia de la administración, que puede conducir a reducir la informalidad de la economía y a mejorar el acceso de la población a productos bancarios básicos. 

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