El cártel energético ha aprobado la mayor reducción de la producción de petróleo en un contexto de crisis energética global

Occidente escenifica su malestar con la OPEP+ por beneficiar a Rusia

photo_camera PHOTO/REUTERS - Logo de la OPEP+

La OPEP+ barajaba en las últimas semanas acometer una reducción significativa de la producción de petróleo. Los mercados estaban prevenidos, el anuncio era cuestión de tiempo. Pero nadie anticipó la magnitud de la medida. El cártel energético acordó recortar en 2 millones la producción de barriles diarios, el equivalente al 2% de la oferta mundial de crudo. Un tijeretazo ostensiblemente mayor al esperado que tensionará aún más los precios. Nadie quedó satisfecho con la medida. Nadie, claro, salvo los 23 países exportadores. En especial, Rusia. 

La medida, que entrará en vigor en noviembre, significa la mayor reducción de la producción acometida por la OPEP+ en dos años. No obstante, es probable que el recorte real se limite al millón de barriles, ya que algunos países vienen produciendo crudo por debajo de sus objetivos. La última vez que la alianza tomó una decisión en ese sentido, la pandemia de COVID-19 empezaba a propagarse por el mundo. Era marzo de 2020. Entonces decidieron por unanimidad recortar la producción en más de nueve millones de barriles diarios. Los precios estaban por los suelos y la demanda rozaba su mínimo histórico. 

El escenario actual es distinto. La crisis energética provocada por Rusia para minar el respaldo occidental a Ucrania ha afectado ya a más de medio mundo y ha traído consigo un aumento inédito de los precios. El interés de los países demandantes pasa por aumentar la oferta y así destensar los mercados. El de los productores, sin embargo, se mueve en otra dirección. El mejor ejemplo es la decisión tomada en el seno de la OPEP+, que pretende disparar de nuevo los precios y redoblar sus ganancias, precisamente a costa de la crisis.

OPEP

“El mercado mundial del petróleo ha interpretado que el recorte no es más que el equilibrio de las cuentas como resultado de la subproducción de la OPEP+ en los cuatro meses anteriores y, por lo tanto, lo que se anuncia como un recorte de 2,0 millones de barriles diarios (mbd) podría reducirse a 500.000 o a ningún recorte. En pocas palabras, se trata de un brillante acto de magia por parte de la organización”, explica en conversación con Atalayar el economista especializado en petróleo y consultor del Banco Mundial, Mamdouh Salameh.

Dicho y hecho. Los precios del petróleo subieron un 5% el viernes, antes incluso de que se celebrara en Viena la reunión presencial de la OPEP+ en que los miembros consumarían el recorte. El primer encuentro presencial, por cierto, desde marzo de 2020. Una vez anunciada la medida, ya en la tarde del miércoles, el precio del barril de Brent —medida de referencia en Europa— sobrepasó los 93 dólares, frente a los 84 que marcaba la semana previa. Shock en los mercados. Las gráficas arrojaban el precio más elevado en los últimos siete años, con la excepción de las primeras semanas de invasión.

Las presiones de Estados Unidos cayeron en saco roto. La diplomacia norteamericana intentó persuadir hasta el último minuto a Arabia Saudí, líder oficioso del grupo, para revertir la decisión o, como mínimo, amortiguarla. No hubo manera. Riad priorizó los beneficios sobre sus relaciones con Washington, que pasan quizá por sus horas más bajas desde la fundación del reino wahabí. El titular de Energía saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, justificó la decisión alegando que el mercado necesitaba incentivar la inversión. Preguntado por las reacciones de Occidente, el ministro respondió desafiante: “Muéstrenme dónde está el acto de beligerancia”.

atalayar_jake sullivan

La Administración Biden cargó con dureza contra la medida de la OPEP+. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, consideró que el cártel energético estaba alineándose con Rusia. Mientras que los principales asesores del presidente en materia de seguridad nacional y economía, Jake Sullivan y Brian Deese, emitieron un comunicado conjunto en el que apuntaban en la misma dirección. Las agendas e intereses de Riad y Moscú, al menos en esta materia, convergen.

“Rusia sugirió y consiguió el acuerdo y Arabia Saudí aceptó porque su cooperación con Rusia ha sido absolutamente beneficiosa”, sostiene Salameh.

La medida beneficia a las arcas del Kremlin. A menor producción, menor oferta. Y a menor oferta, mayores precios. Rusia podrá recaudar más ingresos energéticos, que irán destinados principalmente a recuperar su maquinaria bélica en Ucrania, golpeada con contundencia en las últimas semanas por los avances de las fuerzas de Kiev. Por este motivo, tanto Washington como Bruselas venían planteando imponer un límite al precio del gas ruso, una medida que destensaría los mercados pero que podría afectar al resto de productores, que lo ven con malos ojos. 

eeuu-arabia saudi-bin salman

De nada parece haber servido el desplazamiento en julio del presidente Biden a Arabia Saudí. En Riad persiste el descontento por la escasa implicación de su Administración en la seguridad del reino, entre otras cuestiones. Un motivo que empuja al Gobierno saudí a buscar afecto en otras capitales como Moscú y Pekín. En cualquier caso, Estados Unidos no ha perdido demasiadas posiciones en suelo saudí. Sigue siendo el mayor proveedor armamentístico y militar del Reino del desierto, un factor que puede utilizar en el corto o medio plazo. No será fácil, porque, aunque encabece a la OPEP+, en el grupo se oyen más voces. 

“El Gobierno de Biden, que calificó la decisión de la OPEP+ de miope, no sabe cómo responder”, señala Salameh. “No puede aumentar la producción de petróleo de esquisto de EE.UU. ni liberar más petróleo de su Reserva de Petróleo Estratégica (SPR), que está en su punto más bajo desde 1984. Además, al Departamento de Energía le resultará prácticamente imposible sustituir las liberaciones anteriores de la SPR debido a la estrechez del mercado”.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo plus (OPEP+) es un grupo conformado por 23 países —el núcleo duro solo lo conforman 13—, en su mayoría de Oriente Medio y África, además de América Latina, que tiene la capacidad de producir cerca del 40% de petróleo mundial. Establecen el nivel de producción y deciden la cantidad de la oferta que lanzan al mercado mundial. Operan como un cártel, sin cortapisas, y los grandes productores imponen a menudo sus intereses sobre los del resto.

Rosneft

En declaraciones al Financial Times, el ministro de Energía de Emiratos Árabes Unidos, Suhail Al Mazrouei, reconoció que el grupo “no podía ponerse del lado de este o aquel país”. “En Europa tienen su propia historia, en Rusia tienen su propia historia”, sentenció. El grupo, dijo, busca evitar a toda costa un desplome general de los precios similar al de 2008, cuando se situó en mínimos históricos. La realidad es que ningún miembro de la OPEP+ ha adoptado ninguna medida hostil hacia Rusia como consecuencia de su agresión sobre Ucrania. Gana el mutismo. 

“Parece que la verdad es mucho más sencilla: en las condiciones actuales del mercado, no es razonable que la OPEP haga movimientos bruscos para saturarlo o retire un número importante de barriles del mismo para complacer a alguien”, escribe en Middle East Institute el analista Nikolay Kozhanov. “La situación del mercado sigue siendo imprevisible y a los principales actores de la OPEP no les interesa formar un bando antirruso. Incluso con las pérdidas de producción previstas, Moscú sigue siendo un gran productor cuya palabra puede ejercer una presión psicológica sobre el entorno de los precios”, sentencia.

Coordinador de América: José Antonio Sierra. 

Más en Economía y Empresas