La agencia de calificación Moody’s rebaja sus previsiones para el país y avisa de que la pandemia del COVID-19 supondrá un duro impacto

Porvenir negro para la economía turca

PHOTO/AP - El presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan habla al comienzo de una reunión sobre el coronavirus con sus ministros, en Ankara (Turquía), el miércoles 18 de marzo de 2020

Malos tiempos para las finanzas turcas. El mal momento que atraviesa la economía del país de Anatolia podría prolongarse y, lo que es peor, agravarse debido a la crisis mundial por el coronavirus. Así lo cree la agencia de calificación de riesgo de Nueva York Moody’s, que ha rebajado notablemente sus previsiones de futuro al territorio presidido por Recep Tayyip Erdogan.

Antes de que estallara la pandemia del coronavirus, las predicciones de la agencia eran bastante halagüeñas y situaban el crecimiento estimado de Turquía para este 2020 en un 3%. En el presente, sin embargo, el panorama ha cambiado radicalmente. Para el segundo y el tercer trimestre del año, Moody’s pronostica una pérdida acumulada de en torno al 7% del producto interior bruto.

“Esperamos que Turquía sea la economía más golpeada de entre los países del G20”, es la conclusión principal que arroja la sección dedicada a Turquía del informe ‘Global Macro Outlook’ publicado por la entidad. 

¿Qué es, en concreto, lo que causará el retroceso en el tejido económico turco? Fundamentalmente, es la caída en el sector turístico, uno de los más importantes del país, la que da pie a las pesimistas estimaciones de Moody’s. El vacío que dejarán las restricciones de movimientos de personas, tanto a nivel interno como las procedentes del extranjero, será extremadamente difícil de llenar.

“El sector [turístico] se verá reducido en un 80% debido al brote de coronavirus. No creo que ningún turista del mercado europeo vaya a venir a Turquía este año”, asegura a Arab News Bulut Bagci, presidente del Instituto del Fórum Mundial del Turismo.

Debido a que su economía se encuentra relativamente poco diversificada, Moody’s augura que tendrá una capacidad de recuperación bastante baja. Su previsión de crecimiento para el próximo año 2021 es de un muy modesto 0,8%; una cifra que no serviría, desde luego, para recuperar lo perdido en el periodo anterior.

El Gobierno turco, ajeno a estas advertencias, muestra, sin embargo, una visión bastante más optimista del panorama económico. Berat Albayrak, ministro de Tesorería y Finanzas, se mostró confiado en que su país alcanzaría en 2020 el objetivo fijado del 5% de crecimiento (Moody’s contempla que, más bien, decrecerá un 1,4%).

Recientemente, el Ejecutivo de Erdogan ha inyectado un estímulo de 15.000 millones de dólares en su sistema productivo para intentar paliar, en la medida de lo posible, los efectos de la crisis derivada de la pandemia. El dinero está destinado, sobre todo, a proporcionar liquidez a las pequeñas y medianas empresas, las más vulnerables en la actual situación.

¿Una respuesta insuficiente?

No obstante, los pasos emprendidos por Ankara no parecen convencer a todo el mundo. De hecho, la patronal TUSIAD ha enviado una carta al presidente Erdogan en la que consideran insuficientes las medidas puestas en marcha hasta la fecha. 

“El paquete anunciado por Erdogan parece un paquete para una crisis económica normal, pero la situación en la que estamos no tiene precedentes y requiere respuestas sin precedentes, similares a las políticas anunciadas por Reino Unido o Alemania”, analiza para Arab News Wolfango Piccoli, copresidente de la compañía londinense Teneo Intelligence.

“Están subestimando el daño que puede ocasionar, y no están proporcionando a la comunidad de empresarios directrices sobre la duración de las medidas restrictivas o sobre la extensión de la desaceleración económica”, apostilla Piccoli.

La actual crisis en ciernes viene a castigar una economía ya de por sí endeble, que, a lo largo de los últimos meses, se ha visto sometida a las duras sanciones impuestas desde la Casa Blanca. Washington ha castigado a Ankara por su reciente acercamiento a Moscú en materia de defensa; Turquía ha alcanzado acuerdos con el Kremlin para adquirir sistemas de defensa antiaérea del modelo S-400 -de fabricación rusa-, lo que va en contra de los intereses de la Alianza Atlántica.

La divisa nacional, la lira, cotiza a la baja y la balanza comercial es, además, cada vez más deficitaria. El tiempo dirá si tenía razón Moody’s o el Gobierno turco, pero los indicios, al menos, no parecen halagüeños para el país.

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