Oriente Medio se enfrenta en 2022 a varios retos destacados, como la lucha contra el cambio climático y la transición energética, así como a tareas pendientes como la democratización y los derechos humanos, que siguen sin respetarse en la mayor parte de los países árabes, donde desde las revueltas de 2011 ha habido progresos limitados, mientras que los indicadores económicos no han mejorado.
La lucha contra el cambio climático
Si bien Oriente Medio es una región especialmente afectada por el cambio climático, debido a la creciente desertificación de sus países, ya de por sí áridos, hacer frente a este fenómeno no ha sido una prioridad de los Gobiernos árabes hasta hace poco.
El próximo año, las políticas medioambientales cobrarán protagonismo con la celebración de la COP27 en Egipto y la preparación de la COP28 que tendrá lugar en Emiratos en 2023, citas en las que los anfitriones y sus vecinos tendrán que enfrentarse en casa a la necesaria transición de los combustibles fósiles a las energías limpias.
Esta transición será especialmente difícil para los países petroleros del golfo Pérsico cuyas economías dependen fuertemente de la venta del crudo, con países como Arabia Saudí que ha emprendido un ambicioso plan para diversificar sus ingresos de cara a 2030.

Indicadores a la baja
Oriente Medio tendrá que hacer frente en 2022 a los indicadores de pobreza y hambre que han empeorado desde 2020 debido al impacto de la crisis de la covid-19 y que, en algunos casos, han ido a la baja en la última década desde las revueltas populares de 2011 que, precisamente, exigían condiciones de vida digna y un futuro mejor.
Según el último informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 69 millones de personas en el mundo árabe padecieron hambre en 2020, lo que representa un 15,8 % de la población, mientras que un 32,3 % no ha tenido acceso regular a alimentos suficientes y nutritivos el año pasado.
Asimismo, la pandemia ha hecho que aumenten las desigualdades y puede suponer un gran retroceso en los índices de pobreza en Oriente Medio y el Norte de África, según un informe de diciembre del Banco Mundial, que advierte de que las consecuencias pueden hacerse sentir a largo plazo.

La difícil recuperación tras la pandemia
La crisis económica generada por el impacto de la pandemia es la cuarta que afecta a la región desde 2011 -tras las revueltas árabes, la caída de los precios del crudo en 2016 y la segunda ola de protestas en 2019- por lo que las condiciones socioeconómicas ya eran muy frágiles cuando llegó el coronavirus.
El Banco Mundial estima que el PIB ha caído en más del 5 % en 2020 y no prevé una recuperación hasta 2024 o 2025, mientras que calcula que la pandemia ha costado unos 227.000 millones de dólares en 2021, con las medidas de apoyo fiscal que han representado una media del 2,7 % del PIB en los países de Oriente Medio y el Norte de África.

La crisis económica libanesa
El Líbano es el país con una situación económica más dramática, debido a la crisis que se desató a finales de 2019 con las protestas masivas que sacudieron el país, a las que se sumaron en 2020 la pandemia y la explosión del puerto de Beirut, que devastó barrios enteros de la capital.
Actualmente, Líbano vive la que ha sido catalogada por el Banco Mundial como una de las peores crisis económicas a nivel mundial en el último siglo y medio, con una inflación disparada, el valor de su moneda por los suelos y una grave escasez de productos y servicios básicos.
El Gobierno del primer ministro libanés, Najib Mikati, formado in extremis el pasado septiembre, tendrá que buscar soluciones a los problemas más acuciantes de los libaneses, un 80 % de los cuales son pobres, y seguir negociando con el Fondo Monetario Internacional para salvar al país del colapso financiero.

La transición en Sudán
La transición democrática iniciada tras el derrocamiento del dictador Omar al Bashir en 2019 se vio bruscamente interrumpida el 25 de octubre de 2021 con un golpe de Estado militar, que depuso al primer ministro Abdalá Hamdok, que había liderado el Gobierno civil que compartía el poder con los militares en Sudán.
Los generales, encabezados por Abdelfatah al Burhan, le volvieron a nombrar a finales de noviembre, tras alcanzar un nuevo acuerdo para gobernar juntos, aunque la mayoría de las fuerzas políticas y grupos civiles se han quedado fuera del proceso y rechazan el pacto, tildándolo de "traición".
La transición dependerá de los equilibrios que pueda lograr Hamdok en 2022 entre los militares y los civiles, y hasta qué punto los uniformados están dispuestos a ceder el mando y permitir el desarrollo de las libertades y derechos que los sudaneses vienen pidiendo en las calles desde diciembre de 2018.

La vuelta de Siria a La Liga Árabe
Siria fue expulsada de la Liga Árabe después del estallido de las protestas en 2011 y la violenta represión de la mismas, que le valió el aislamiento regional e internacional al presidente sirio, Bachar al Asad, quien a día de hoy sigue siendo objeto de sanciones occidentales junto a su entorno más cercano.
Sin embargo, varios países árabes se han acercado a Damasco desde 2020 y 2022 podría ser el año de la vuelta de Siria al seno del organismo que reúne 22 países árabes y en el que se dirimen los conflictos y tensiones internas entre vecinos, amigos y enemigos.
Al Asad habló por teléfono con el rey Abdalá II de Jordania el pasado octubre, por primera vez en una década, y pocos días después conversó con el príncipe heredero de Abu Dabi y gobernante "de facto" de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohamed bin Zayed al Nahyan.

El Mundial de Qatar
En noviembre de 2022 está previsto que se celebre el Mundial de Fútbol en Qatar, el primer país árabe que hospeda la gran competición del fútbol internacional y lo hará en invierno debido a que las temperaturas en el golfo Pérsico pueden superar los 50 grados en los meses de verano.
Más allá de las dificultades que plantea el clima, el evento ha estado rodeado de polémica desde el primer momento por las denuncias de abusos de los trabajadores inmigrantes de las obras del Mundial por parte de organizaciones de derechos humanos.
Respecto a los preparativos, a un año del Mundial, su director general, Nasser al Khater, declaró a EFE en Doha el pasado noviembre que los organizadores "estarían ya preparados" para la gran cita.

El fútbol femenino en Arabia Saudí
El pasado mes de noviembre dio comienzo la primera liga de fútbol profesional femenina de Arabia Saudí, que fue anunciada por las autoridades del reino ultraconservador como una muestra de apertura y progreso en los derechos de las mujeres, pero la competición ha tenido lugar con una presencia limitada de público, sin cámaras de televisión ni periodistas.
Arabia Saudí también ha fichado a su primera seleccionadora femenina de fútbol, la alemana Monika Staab, con la intención de dotarse de un conjunto nacional que represente a la nación en las competiciones internacionales, aunque tanto el equipo como el fútbol femenino aún tienen mucho camino por recorrer en este país en el que hasta 2018 las mujeres tenían vetado el acceso a los estadios.

Derechos humanos y deporte en el Golfo
Tanto el Mundial de Catar 2022 como otros grandes eventos deportivos que los países del golfo Pérsico compiten por acoger, desde carreras de F1 hasta rallies y maratones, ponen en evidencia la situación de los derechos humanos en esta zona, donde las monarquías petroleras se han abierto al exterior, pero aún no conceden plenas libertades a sus ciudadanos.
Arabia Saudí, que en 2022 organizará su primera maratón completa en Riad, es el principal ejemplo de la libertad que se aplica a los eventos deportivos y de entretenimiento internacionales, al mismo tiempo que sigue reprimiendo a sus ciudadanos y encarcelando a las voces críticas con la familia real.
Algunas estrellas internacionales han rechazado actuar en Arabia Saudí, mientras que los deportistas han acudido hasta ahora sin problemas en medio de los llamamientos a boicotear las invitaciones saudíes, emiratíes y de otros regímenes, acusados de querer blanquear su imagen con este tipo de grandes eventos.

Libertad de expresión y prensa
La libertad de expresión, tanto para los profesionales como para los ciudadanos de a pie, sigue siendo uno de los principales retos en Oriente Medio, donde en varios países de la región están encarcelados periodistas, blogueros, activistas y usuarios que simplemente expresan sus opiniones en las redes sociales.
Egipto es uno de los principales ejemplos que, bajo el mando del presidente Abdelfatah al Sisi, volvió a situarse en 2021 como el tercer país que más informadores tiene entre rejas en todo el mundo, según Reporteros Sin Fronteras.
Asimismo, las organizaciones de derechos humanos locales e internacionales denuncian que hay decenas de miles de presos en las cárceles egipcias por expresar su opinión o criticar al Gobierno de Al Sisi, y exigir los derechos básicos que hace casi once años los egipcios pidieron en la plaza Tahrir.