Argelia se encuentra bajo la atenta mirada de la comunidad internacional. Las decisiones que viene tomando en los últimos meses el Gobierno de Abdelmajdid Tebboune están causando críticas en diversos organismos que ven con preocupación ataques a los derechos civiles en el país argelino. El hecho de que “activistas, periodistas y abogados han sido procesados por su activismo pacífico, sus opiniones o sus profesiones”, según Human Rights Watch, que en enero cifró en 250 personas las encarceladas por participar en manifestaciones pacíficas, preocupa, y es que las últimas decisiones de Argel siguen una línea que no gusta en absoluto a la comunidad internacional.
El nuevo proyecto de ley que prepara el Gobierno de Abdelmajdid Tebboune, y que espera presentar en la próxima reunión del Consejo de Ministros trae consigo importantes restricciones que han resultado sorprendentes para buena parte de la sociedad. Este tiene como objetivo “proteger la santidad, símbolos, y valores nacionales, espirituales y oficiales”, en el sector del cine. Por tanto, todas las nuevas producciones que se quieran llevar a cabo en Argelia deberán respetar estos símbolos y no contravenir a las instituciones y figuras oficiales, algo que ha causado un intenso malestar en los directores cinematográficos.

Y es que las represalias que tomará el Ejecutivo en caso de no respetar estas restricciones son realmente duras. Se incluirán cuantiosas multas e incluso penas de prisión, lo que ha terminado por inquietar a los profesionales de la industria. El director argelino y miembro de la Academia de los Oscar, Malek Ben Ismail, ha calificado de “impactante” la nueva medida y ha criticado “el carácter ambiguo”, y el “atentado contra la libertad e incluso punitivo de algunas de las disposiciones del texto que prevé una pena de hasta tres años de prisión” para aquellos que dirijan este tipo de filmes.
Este proyecto de ley trae consigo mucha polémica ya que algunos consideran que se deja de lado al espectador y que se está imponiendo un modelo de censura que hace daño a la visión exterior del país. El propio director argelino considera que la nueva medida debería haber estado precedida por “un pensamiento político sobre lo que podría pasar con el cine argelino, y poner al espectador en el centro de la cuestión”. Sin embargo, el objetivo de la iniciativa no es otro que el de seguir controlando la versión oficial y evitar la producción de obras que critiquen los estamentos políticos y administrativos del país, como se hizo con anterioridad con Chadli Bendjedid como presidente argelino.

Si ya la situación era complicada en Argelia antes de darse a conocer el proyecto de ley, ahora lo es aún más. El Gobierno de Tebboune desoye los consejos – y advertencias – que lanza la comunidad internacional. Desde Reporteros Sin Fronteras (RSF) avisan de que “el marco legislativo es cada vez más restrictivo”. Estas declaraciones, formuladas antes de conocer las intenciones del Ejecutivo respecto al cine, hace que tengan aún más gravedad. De hecho, aseguran que “si bien el artículo 54 de la Constitución garantiza la libertad de prensa, también regula la difusión de informaciones y opiniones”, por lo que la situación en territorio argelino es cada vez más preocupante.
Y en buena parte lo es porque la crisis que atraviesa Argelia tanto dentro de sus fronteras como fuera de ellas es cada vez mayor. Mientras la inestabilidad crece en el país de Abdelmajdid Tebboune, la crisis en política exterior que arrastra con su vecino marroquí y su socio francés no es menor. Argelia ha optado por acercar su postura a aliados como China y Rusia ante el distanciamiento cada vez más grande con París. Lo que no ha evitado que el presidente argelino pida a Francia que se “proteja de Marruecos”. Aunque la publicación de la reciente entrevista del exembajador francés en Argelia, Xavier Driencourt, y sus declaraciones acerca de la “envidia” argelina hacia el reino alauí, dejan ver buena parte del verdadero motivo de las palabras de Tebboune hacia Emmanuel Macron.