El ministro argelino de Asuntos Exteriores, Sabri Boukadoum, convocó al embajador de Marruecos en Argelia, Lahcen Abdelkhalek, para pedirle explicaciones sobre unas polémicas declaraciones del cónsul general en la ciudad de Orán en las que calificaba a Argelia como "país enemigo".
En un comunicado difundido a los medios, el jefe de la diplomacia argelina explicó que se le notificó al representante marroquí que las palabras del cónsul suponen "una grave violación de los usos y costumbres diplomáticas que no se puede tolerar". "Es también una afrenta a la naturaleza de las relaciones entre dos países vecinos y dos pueblos hermanos, que requiere de las autoridades marroquíes la adopción de medidas adecuadas para evitar las consecuencias de este incidente sobre las relaciones bilaterales", agregó.
La controversia estalló esta misma semana después de que comenzara a circular por las redes sociales y en televisiones privadas un vídeo en el que se podía ver al cónsul rodeado por un grupo de ciudadanos marroquíes que habían acudido al Consulado para expresar su descontento con el retraso en su repatriación.
En un momento, el diplomático, que pretendía calmar los ánimos, espetó: "Podéis venir por la mañana la puerta del Consulado está abierta, ahora podéis marchaos y os digo francamente que estamos en un país enemigo".
La tensión habitual entre ambos vecinos, que mantienen cerradas su fronteras desde hace décadas, comenzó a aumentar a principios de este mes de mayo después de que el ministro marroquí de Asuntos Exteriores acusara a Argelia de "alimentar el separatismo" durante un discurso pronunciado en la cumbre del grupo de contacto del Movimiento de los Países No Alineados.
Estas relaciones sufren recurrentes episodios de tensión a causa del conflicto del Sáhara Occidental, en el que Rabat acusa a Argel de ser la verdadera interesada en la independencia de ese territorio y de utilizar para ello al movimiento independentista Frente Polisario.
La frontera terrestre entre ambos países está cerrada desde 1994 por decisión de Argel, en reacción a la imposición del visado obligatorio para los argelinos tras un atentado terrorista perpetrado en un hotel de Marrakech que Rabat atribuyó entonces a los servicios secretos argelinos.