Asesinan en Trípoli a un traficante de personas sancionado por la ONU

Abdel-Rahman Milad, un conocido traficante de personas de Libia, ha sido asesinado este pasado fin de semana en Trípoli. Milad, de 34 años, era conocido en la región por su actividades de contrabando con todo tipo, desde combustible hasta seres humanos. En este sentido, se cree que se enriqueció aprovechándose de emigrantes desesperados que trataban de llegar a Europa desde el norte de África.
Debido a sus actividades, la Interpol emitió una notificación roja contra él en 2018 después de que el Consejo de Seguridad de la ONU lo sancionara junto con otros cinco miembros clave de las redes de tráfico de migrantes en el país.
Entonces, Milad fue descrito como el jefe de una unidad de guardacostas en Zawiya “que está constantemente vinculada con la violencia contra los migrantes y otros traficantes de personas” de bandas rivales.
Asimismo, los expertos de la ONU que supervisan las sanciones afirmaron que Milad y otros miembros de los guardacostas “participaron directamente en el hundimiento de embarcaciones de migrantes utilizando armas de fuego”.
También el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones contra Milad y otros cinco libios considerados una “amenaza a la paz, la seguridad y la estabilidad en Libia a través de su participación en el tráfico de migrantes”. Reino Unido tomó la misma decisión en 2023, destacando la participación de Milad en graves violaciones o abusos de derechos humanos en Libia, relacionados con la inmigración ilegal y el contrabando.

Aunque fue detenido en octubre de 2020 por las autoridades libias fue puesto en libertad pocos meses después y nombrado jefe de los guardacostas encargados de combatir la inmigración ilegal.
De hecho, las autoridades libias ya se han hecho eco de su muerte y, aunque el gobierno del primer ministro Abdul Hamid Dbeibeh -con sede en Trípoli- no hizo ningún comentario, Muammar Dhawi, líder de las milicias del oeste de Libia, condenó el asesinato de Milad y exigió justicia.
Libia sumida en la corrupción y la inestabilidad desde que un levantamiento respaldado por la OTAN derrocó al dictador Muammar Gaddafi en 2011. Desde entonces, el país se ha dividido entre dos Gobiernos, cada uno respaldado por grupos armados y gobiernos extranjeros.

En medio de actual caos, este país rico en petróleo se ha convertido en un importante punto de tránsito para las personas de África y Oriente Medio que huyen de las guerras y la pobreza y buscan llegar a Europa cruzando el Mediterráneo.
Figuras como Milad se aprovecharon de esta situación para enriquecerse, lo que plantea dudas sobre la posibilidad de que su asesinato forme parte de un plan sistemático para liquidar a destacados señores de la guerra involucrados en crímenes contra la humanidad que gozan de impunidad.
Igualmente, según señala Al-Arab, no se descarta que en su asesinato hubieran participado actores externos, dada su implicación en la trata de personas y el tráfico de inmigrantes ilegales en el Mediterráneo.

Por el momento, el jefe del Gobierno de Unidad Nacional, Dbeibeh, encargó al Ministerio del Interior y a los organismos competentes la apertura de una investigación urgente sobre la muerte de Milad, asesinado después de que saliera de la sede de la Academia Naval en el área de Sayad.
La muerte de Milad ha desatado una controversia dentro de la política libia, ya que, a pesar de su polémico pasado relacionado con el tráfico de personas, las autoridades libias han emitido comunicados elogiando al contrabandista. En este sentido, la investigadora especializada en temas de seguridad e inmigración, Reem Al-Burki, ha subrayado que si bien no hay que celebrar la muerte de nadie, no se debe defender una persona que ha causado “la muerte de decenas de miles de niños y mujeres”.