Paco Soto
Pie de foto: Brahim Ghali, nuevo secretario general del Frente Polisaio y presidente de la RASD
Sin novedad en el frente. Brahim Ghali, un histórico del movimiento independentista del Sáhara Occidente Frente Polisario, que combate a Marruecos desde hace cuatro décadas y cuenta con el apoyo de Argelia, fue elegido el pasado fin de semana nuevo secretario general de la organización y presidente de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD). El Artículo 51 de la Constitución de la RASD establece que automáticamente el secretario general del Polisario es nombrado jefe del Estado. Ghali, que fue representante del Polisario en España y embajador de la RASD en Argelia, sustituyó al líder del movimiento, Mohamed Abdelaziz, fallecido el pasado 31 de mayo después de casi 40 años en el cargo.
Ghali es un peso pesado dentro del Polisario y un dirigente que tiene la confianza del régimen argelino, que utiliza el conflicto saharaui para desprestigiar y debilitar a Marruecos. El nuevo líder del Polisario y la RASD ocupó hasta ahora la función de responsable de la Rama Política del movimiento independentista, y cuenta con sólidos apoyos en la organización. El Congreso Extraordinario del Polisario, que se celebró en la wilaya (provincia) de Dajla, en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, en el Sáhara argelino, fortaleció el poder político y organizativo de Ghali. Según la agencia de noticias saharaui SPS, el flamante jefe de los independentistas obtuvo 1.766 de los 1.895 votos.
Nueva etapa
Es un magnífico resultado que le va a permitir liderar el Polisario en una etapa política llena de incertidumbre. En efecto, la situación del Polisario no es tan sólida como hace 10 o 15 años. Han surgido grupos disidentes en el seno del movimiento independentista, como Khat Achahid (La Vía del Mártir), dirigido por Mahjoub Salek, que denuncian la falta de libertad y la corrupción en la dirección del Polisario y en los campamentos de Tinduf. Muchos jóvenes independentistas nacidos en Tinduf quieren volver a las armas contra Marruecos y rechazan la vía diplomática de los históricos de la organización. El desvío de la ayuda humanitaria destinada a los refugiados saharauis es un hecho constante, como ha denunciado la ONG France Libertés. El descontento de los miles de refugiados que malviven en los campamentos argelinos también ha crecido notablemente en los últimos años, y en la antigua colonia española del Sáhara Occidente, una parte de la población saharaui no simpatiza con el Polisario y defiende la marroquinidad del territorio.
Además, aunque el Polisario cuente con el respaldo de Argelia y de otros países africanos importantes, como África del Sur, y siga teniendo sólidos apoyos en España y varios lugares de Europa e Hispanoamérica, no ha conseguido aislar a Marruecos. Al revés, la firmeza del reino alauita ha desgastado al Polisario. La celebración de un referéndum de autodeterminación controlado por la ONU parece cada vez más inviable. En cambio, la propuesta marroquí de amplia autonomía para el Sáhara Occidental bajo soberanía del reino alauita tiene el apoyo incondicional de Francia y, oficiosamente, es aceptada por España, las dos potencias europeas que cortan el bacalao en el Magreb.
Pie de foto: Brahim Ghali, secretario general del Polisario y presidente de la RASD.
Marruecos, un mercado atractivo
Estados Unidos acabará defendiendo la opción que más le convenga geoestratégicamente, China y Rusia, aunque teóricamente apoyen los objetivos del Polisario, no pierden de vista que Marruecos es un mercado atractivo para sus intereses. Y la ONU, como siempre, agachará la cabeza ante las grandes potencias. Marruecos ha cometido serios errores en la resolución del conflicto saharaui y sus adversarios acusan al país magrebí de autoritario, intransigente y antidemocrático. Este conflicto que ha costado mucho dinero al Estado ha empobrecido a la población marroquí y nadie que tenga un mínimo de honradez intelectual y sensibilidad democrática podrá negar que las fuerzas militares y policiales marroquíes han cometido serias violaciones de los derechos humanos en el Sáhara Occidental. Lo han denunciado la ONU y ONG como Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HEW). Pero el Polisario tampoco se ha quedado corto en la violación de los derechos humanos de la población saharaui y los soldados marroquíes presos durante años en los campamentos de Tinduf.
Brahim Ghali, que nació en agosto de 1949 en la ciudad saharaui de Esmara y participó en la fundación del Polisario, en el congreso constitutivo del 10 de mayo de 1973, es un político veterano e inteligente, y conoce perfectamente cuál es la correlación de fuerzas en la crisis del Sáhara Occidental. Fue un activo combatiente contra el colonialismo español durante el franquismo, y participó activamente en la negociación de intercambio de prisioneros con España. Tras la salida de las tropas franquistas del Sáhara Occidental, fue nombrado ministro de Defensa de 1976 a 1989. Ocupó un puesto en el Comité Ejecutivo del Polisario hasta 1989 y fue miembro del Secretariado Nacional de 1999 a 2015. Probablemente, de cara a la galería, Ghali seguirá con el mismo discurso oficial triunfalista, que acusa a Marruecos de ser el único responsable del conflicto saharaui y olvida voluntariamente el nefasto papel de Argelia, pero el nuevo líder independentista no desconoce la complejidad de la situación.
Pie de foto: Tropas femeninas del Polisario en los territorios que controla este movimiento.
Negociación política
El que fue jefe de la Segunda Región Militar de la RASD de 1993 a 1998 y participó en la comisión de negociación que pactó el alto el fuego con Marruecos que preveía la celebración de un referéndum de autodeterminación todavía pendiente, podría ser un mero continuador de la política de Mohamed Abdelaziz o el artífice de una nueva etapa que pudiera desembocar en un sólido acuerdo político entre el Polisario y Rabat. Nadie en su sano juicio, salvo algunos fanáticos, cree que el conflicto saharaui acabará sin una negociación previa entre las partes enfrentadas. Tras una guerra cruenta entre el Polisario y Marruecos y Mauritania, en 1991 los dirigentes independentistas saharauis firmaron un alto el fuego con la monarquía alauita. Las armas callaron pero el conflicto sigue ahí y hace sufrir a mucha gente.
En este contexto, “se necesita una gran dosis de inteligencia política y generosidad. Es el paso previo a la negociación política”, opina un exdirigente del Polisario. Este antiguo dirigente ve difícil que un jefe de la vieja guardia del Polisario como Ghali sea el promotor de una nueva estrategia, pero tampoco lo descarta absolutamente, porque “en política, los líderes inteligentes deben saber hacer de la necesidad virtud”. “La intransigencia no es buena consejera”, recalca el exdirigente del Polisario, quien asegura que “buena parte de la resolución del conflicto dependerá de la voluntad de Argelia y la capacidad de maniobra que tengan potencias como España, Francia y Estados Unidos”.
Silencio oficial marroquí
Así las cosas, Marruecos, oficialmente, todavía no ha comentado la elección de Brahim Ghali. La información no fue dada por los medios oficiales del país (agencia MAP y los canales públicos), que divulgaron ampliamente la decisión de Zambia de retirar su reconocimiento a la RASD, según informó Efe. El canal público 2M comentó la decisión de Zambia en su informativo de noche e invitó a un politólogo que consideró la retirada de reconocimiento de la RASD por parte de dicho país africano como “una respuesta” a la elección de Ghali. Por su parte, algunos medios electrónicos privados se limitaron a dar la noticia de la elección de Ghali, mientras que otros la comentaron. El sitio web le360.ma indicó que el nuevo líder del Polisario “encarna el ala radical” de este movimiento independentista y que su nombramiento fue propuesto por Argelia. Fuentes saharauis consultadas por la agencia Efe creen que Ghali mantendrá la línea trazada por el fallecido presidente Abdelaziz de seguir la vía diplomática para resolver el conflicto. Brahim Ghali ha acusado varias veces a Marruecos de ser un país “opresor” y “chantajista” y el principal obstáculo a la resolución de la crisis del Sáhara Occidental.