“Y a nuestros verdaderos competidores estratégicos, China y Rusia, nada les gustaría más que Estados Unidos siguiera canalizando miles de millones de dólares en recursos y atención para estabilizar Afganistán indefinidamente”, sentenció el presidente

China y Rusia monopolizan las reacciones ante el discurso de Biden sobre Afganistán

REUTERS/LEAHMILLIS - El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronuncia un discurso sobre la crisis en Afganistán durante un discurso en la Sala Este de la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos, el 16 de agosto de 2021

Tras cancelar sus vacaciones y enclaustrarse en el complejo de Camp David, desde donde siguió la evolución de Afganistán durante el alud talibán, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se desplazó el lunes hasta la Casa Blanca para responder ante el pueblo estadounidense por el abrupto abandono del país asiático y la ineficaz actuación de Washington en las dos últimas décadas. Las explicaciones, sin embargo, llegaron a todos los rincones del globo, especialmente a Pekín y Moscú, dos de las capitales que tratan de establecer una vía de diálogo con los insurgentes y capitalizar así la influencia de la región tras la marcha de EE. UU.

Biden defendió en todo momento su decisión de abandonar el país. “Esto es lo que creo a pies juntillas: es un error ordenar a las tropas estadounidenses que intervengan cuando las propias fuerzas armadas de Afganistán no lo harían. Los líderes políticos de Afganistán fueron incapaces de unirse por el bien de su pueblo, incapaces de negociar el futuro de su país cuando las cosas estaban en su sitio. Nunca lo habrían hecho mientras las tropas estadounidenses permanecieran en Afganistán soportando el peso de la lucha por ellos. Y a nuestros verdaderos competidores estratégicos, China y Rusia, nada les gustaría más que Estados Unidos siguiera canalizando miles de millones de dólares en recursos y atención para estabilizar Afganistán indefinidamente”.

el cofundador de los talibanes, el mulá Abdul Ghani Baradar, a la izquierda, y el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, posan para una foto durante su reunión en Tianjin, China

Sin trazas de autocrítica, Biden apuntaló un discurso que no dejó indiferente a nadie. Aunque el grueso de las justificaciones tuvo como destinatario a la opinión pública estadounidense, el demócrata lanzó varios mensajes entre líneas dirigidos a la comunidad internacional. Más allá de la apelación directa a chinos y rusos, el mandatario afianzó la nueva postura de Washington en Afganistán: “Seguiremos apoyando al pueblo afgano. Lideraremos con nuestra diplomacia, nuestra influencia internacional y nuestra ayuda humanitaria. Seguiremos impulsando la diplomacia y el compromiso regionales para prevenir la violencia y la inestabilidad. Seguiremos defendiendo los derechos básicos del pueblo afgano, de las mujeres y las niñas, al igual que lo hacemos en todo el mundo”.

Como tiburones al olor de la sangre, Pekín y Moscú captaron el momento de debilidad de su principal contendiente a nivel geopolítico. El propio Biden reconoció durante su alocución que el avance talibán “se desarrolló más rápido de lo que habíamos previsto”, aunque atribuyó la responsabilidad a las fuerzas afganas. En este sentido, las profusas comparaciones entre las imágenes del aeropuerto de Kabul con la caída de Saigón tienen un sentido: subrayar las carencias del Ejército estadounidense a la hora de combatir contra un enemigo que plantea una guerra de guerrillas sobre un terreno ignoto. Un segundo Vietnam.

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, se dirige a los miembros de las delegaciones estadounidense, china, afgana y talibán al comienzo de una conferencia internacional sobre Afganistán sobre la solución pacífica del conflicto en Moscú

“Algunos insisten en que no es un buen momento para marcharse. Pero ¿cuándo será un buen momento para hacerlo?”, planteaba Biden en abril. Las respuestas comenzaron a llegar el lunes. El primero en pronunciarse fue el Ministerio de Asuntos Exteriores de China, que denunció el impacto negativo causado por la “apresurada” retirada de las tropas estadounidenses. Así se lo trasladó el titular de política exterior chino, Wang Yi, a su homólogo Antony Blinken. En la conversación telefónica, Wang criticó la estrategia de Washington de “aplicar arbitrariamente un modelo extranjero a un país con condiciones culturales e históricas diferentes”.

El ministro de Exteriores chino aseguró al secretario del Departamento de Estado de EE. UU. que el gigante asiático está dispuesto a trabajar de forma conjunta y coordinada para evitar una nueva guerra civil o un desastre humanitario en Afganistán. En cualquier caso, Pekín lleva un tiempo allanando el terreno y está prácticamente preparado para el nuevo escenario. Su interés principal en Afganistán, más allá de las inversiones, es blindar su seguridad en relación con la minoría musulmana uigur de la región de Xinjiang, fuertemente perseguida en China, y arrebatar el cetro a Estados Unidos como fuerza influyente en el país. Por este motivo, el propio Wang se reunió con el líder talibán, el mulá Abdul Ghani Baradar, a finales de julio en Tianjin. Su política de no injerencia les avala ante los fundamentalistas.

Cientos de personas se reúnen cerca de un avión de transporte C-17 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en el perímetro del aeropuerto internacional de Kabul, Afganistán, el lunes 16 de agosto de 2021. El lunes, el ejército y las autoridades estadounidenses se concentraron en el aeropuerto de Kabul, donde miles de afganos atrapados por la repentina toma del poder por parte de los talibanes se abalanzaron sobre la pista y se aferraron a los aviones militares estadounidenses desplegados para sacar al personal de la embajada de Estados Unidos

La reacción del Kremlin tampoco se hizo esperar. Moscú, en búsqueda de estabilidad en su patio trasero, parece encontrarse más cómodo con la presencia de los talibanes que con Ghani en el poder. Al menos así lo expresó el embajador ruso en Afganistán, Dmitry Zhirnov, quien reflejó el interés de Rusia en sellar lazos con los insurgentes. Zhirnov catalogó como “bueno, positivo y práctico” el enfoque adoptado por los talibanes en las primeras horas desde la ocupación de la capital. En este sentido, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció que mantendrá en funcionamiento su embajada en Kabul.

El grupo radical mantendrá este martes una serie de conversaciones con la delegación rusa desplegada en el país. Hasta el momento, los talibanes han asegurado la protección del personal diplomático y, según Moscú, las preocupaciones de Occidente aún no se han materializado. Sin embargo, las aspiraciones de Putin en Afganistán pasan por mantener a raya las amenazas fronterizas. Una razón que explica la colaboración del Kremlin con los talibanes en la última década a pesar de haber catalogado a los rebeldes como “organización terrorista” en el año 2003. Los planes del Kremlin pasan por reducir al mínimo la capacidad de EE. UU. en Asia Central y marcar su agenda. 

Cientos de personas se reúnen cerca de un avión de transporte C-17 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en el perímetro del aeropuerto internacional de Kabul, Afganistán, el lunes 16 de agosto de 2021. El lunes, el ejército y las autoridades estadounidenses se concentraron en el aeropuerto de Kabul, donde miles de afganos atrapados por la repentina toma del poder por parte de los talibanes se abalanzaron sobre la pista y se aferraron a los aviones militares estadounidenses desplegados para sacar al personal de la embajada de Estados Unidos

“La derrota y la retirada de Estados Unidos en Afganistán deberían ser una oportunidad para recuperar la vida, la seguridad y la paz en Afganistán”, sentenció el nuevo presidente iraní, Ebrahim Raisí. Las relaciones entre la República Islámica y los talibanes no están del todo claras, sin embargo, Teherán ha admitido acoger delegaciones de los radicales suníes en el pasado. El sentimiento antioccidental parece unirles y, en este escenario, Irán tratará de defender sus intereses en el país a toda costa.

“Respaldo firmemente mi decisión”, sentenció Biden hacia el final del discurso. “Sé que mi decisión será criticada. Pero prefiero soportar todas esas críticas que pasar esta decisión a otro presidente de los Estados Unidos, otro más, un quinto. Porque es la correcta, es la decisión correcta para nuestro pueblo”. Tan solo el tiempo dirá si el líder estadounidense está en lo cierto. El tiempo ha echado a correr y los competidores de Washington parecen tener una estrategia definida.