Cíen días de Argentina de vuelta al mundo

Alexandra Dumitrascu

Foto: El primer ministro de Italia, Mateo Renzi (izquierda), fue el primer mandatario internacional que visitó oficialmente Argentina, tras la investidura del presidente Mauricio Macri (derecha)

Llegó a la presidencia de Argentina con la promesa de cambio. Ya se han cumplido cíen días y el presidente Mauricio Macri ha hecho patente el cambio con una nueva agenda que se desmarca de la política mantenida por su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner. Por lo menos en el plano exterior, al alinear de nuevo a su país con “el mundo” como fuente de oportunidades para la nueva Argentina. Es lo que se destaca de las primeras maniobras de su Gobierno, así como de los primeros encuentros mantenidos. Nada más asumir la presidencia del país, dejó caer el polémico memorándum de entendimiento con Irán, firmado en enero de 2013 con el objetivo de investigar el ataque terrorista a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) del 18 de julio de 1994. Mediante el mismo se estableció una Comisión de la Verdad para la cooperación en la investigación, y aunque nunca entró en vigor por las trabas internas de uno y otro país, en ningún momento se llegó a saber formalmente lo ocurrido dado que el fiscal encargado de investigar el asunto, Alberto Nisman, apareció muerto en su apartamento en circunstancias extrañas, y aún sin aclarar, un día antes de su comparecencia a declarar los resultados de su informe, a principios del pasado año.

Otra muestra incipiente del presidente Macri de distanciamiento de la política exterior del Gobierno anterior fue su condena a Venezuela en la primera reunión del Mercosur a la que asistió en diciembre, y la petición al ausente mandatario venezolano, Nicolás Maduro, de liberar a los presos políticos de su país. A pesar de que el presidente argentino había amenazado con invocar la cláusula democrática contra Venezuela en el seno de Mercosur, finalmente desistió debido a la derrota del chavismo en las elecciones legislativas del 6 de diciembre en los que la oposición ganó, por primera vez en 17 años, la mayoría en la Asamblea Nacional. En cambio, aprovechó su reunión con los miembros del Mercosur para pedir a estos avanzar en las negociaciones con la Unión Europea y con la Alianza del Pacífico, pero también para trasladar a estos la necesidad de crear un marco de confianza entre los países de América del Sur, principalmente, para “atraer inversiones y proyectos de infraestructura” para la región. Sus palabras resonaron fuerte, no sólo por no ser habitual entre los líderes latinoamericanos de generar un discurso prooccidental o a favor del mercado, sino por ser pronunciadas por el líder de un país que durante 12 años adoptó medidas que no han hecho más que aislarle progresivamente en el plano internacional.

Restablecer las relaciones internacionales

A menos de un mes en el cargo de presidente, Macri ya se reunía con líderes internacionales en el Foro Económico de Davos, y al mes recibía a los dirigentes de dos potencias europeas, Matteo Renzi y François Hollande.

Tras 12 años de ausencia, Macri, junto a una delegación que incluyó también al representante de la oposición y uno de sus oponentes en la campaña electoral, Sergio Massa, mantuvo los primeros contactos de alto nivel internacional en el que se reunió con el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Reino Unido, David Cameron. "Volvimos a Davos, volvimos al Foro Económico Mundial. Allí mantuvimos reuniones con mandatarios del mundo y ejecutivos de las más grandes compañías del planeta. De estos días vertiginosos hacemos un balance muy positivo en todo sentido", expresó entusiasmado el mandatario argentino en su cuenta oficial de Facebook tras el encuentro, en la que ha asegurado además que las reuniones mantenidas “significaron el comienzo de las conversaciones bilaterales” de Argentina con terceros países.

Dicho y hecho. El primer ministro de Italia, fue el primer dirigente de un país fuera del continente americano en visitar oficialmente Argentina. Con su visita, que se prolongó a lo largo de dos días durante el mes de febrero, Matteo Renzi puso fin a 18 años de ausencia italiana en Argentina, por la que pidió disculpas y reiteró el compromiso de su país de recomponer las relaciones bilaterales con el país al que considera hermano, haciendo alusión a la gran comunidad italiana establecida en el país latinoamericano y la semejanza cultural que les une. “Hay grandes expectativas en todo el mundo por lo que pueda hacer Macri, un gran entusiasmo. Argentina entra en una nueva fase. En los próximos 18 meses vendremos mucho para compensar lo de los últimos 18 años”, y anunció la llegada de 300 empresarios italianos en el mes de junio para explorar las oportunidades que el país les brinda.

A la visita de Renzi le siguió la del presidente francés François Hollande fuertemente animado con la nueva coyuntura política de Argentina. Durante su encuentro mostró, igualmente, su buena predisposición a restablecer las relaciones bilaterales con Argentina en donde Francia se ha ausentado otros 19 años. "Queremos apoyar a Argentina en su reintegración en la comunidad financiera internacional”, expresó el mandatario francés a la vez que se comprometió con respaldar la candidatura de Argentina a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Marcada por un fuerte anhelo económico-comercial, en la visita Hollande presionó al presidente argentino para un pronto acuerdo Mercosur-UE, pero también, en contrapartida, prometió créditos a la exportación para las empresas francesas que radiquen en Argentina. La visita se clausuró con la firma de una veintena de acuerdos en materia de tecnología, agricultura y ciencia, entre otras.

Si, se puede

Pero quizá, la visita más ansiada lo represente la del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que ya ha llegado este miércoles a Argentina, acompañado por la primera dama, Michelle Obama, y sus dos hijas. Es la primera vez en casi 20 años que se produce un encuentro bilateral oficial entre los dirigentes de ambos países. El antecedente más pronto en este sentido se produjo en 1997 cuando Bill Clinton se reunió con su homólogo argentino, Carlos Menem. A pesar de que en 2005 George Bush estuvo en el país para asistir a la IV Cumbre de las Américas, no se produjo ningún encuentro bilateral, y su estancia fue marcada por los discursos hostiles de ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pero también del presidente argentino Néstor Kirchner.

El lema de “Si se puede”, que le elevó a la presidencia de Estados Unidos a Barack Obama es la misma que tomó prestada Mauricio Macri para su campaña, y ya es la segunda vez que muestra su poder subliminal de convicción. Ahora, los dos mandatarios que asumieron la presidencia de sus respectivos países en circunstancias similares, de fuerte división interna y con una coyuntura económica complicada, se reúnen para restablecer las relaciones, por un lado, y para ayudar a Argentina a ocupar el lugar en el marco internacional que le corresponde, por otro.

La confianza de Estados Unidos en el nuevo presidente fue evidente desde el principio. En el acuerdo que Argentina alcanzó con los fondos buitre de Estados Unidos, el presidente estadounidense ha jugado un papel relevante. En febrero, el Gobierno de Macri alcanzó en Nueva York un acuerdo con los holdouts con una quita del 25%, al que accedieron también los núcleos más duros. Este logro en plano internacional se ha trasladado también al ámbito interno, en donde el presidente que no goza de mayoría en ninguna de las Cámaras, logró en la Cámara de los Diputados el apoyo necesario para dicho acuerdo. Para finales de marzo, Macri debe pasar una nueva prueba, esta vez en el Senado, que de aprobarse el proyecto supondría una victoria relevante para la política nacional, dado que la manera de actuación del anterior Gobierno se caracterizó por un hermetismo y una ausencia de consenso y cooperación política que no sólo ha conseguido anular el diálogo con la oposición, sino que trasladó la división política a la esfera social. Asimismo, el visto bueno del Senado sacaría a Argentina del default al que está sumergido desde 2001, que le va a volver a permitir salir a los mercados internacionales para financiarse.

Asimismo, antes de su llegada a Argentina, Barack Obama accedió a la petición del mandatario argentino de desclasificar documentos militares y de inteligencia procedentes de la dictadura que asoló Argentina entre 1976 y 1983.

Logros a medias

Contrariamente de lo que el sentido común dicta, o de lo que se esperaba, las relaciones entre Macri y el dirigente religioso Papa Francisco, no terminan de cuajar. Los rumores de que el Papa haya sido uno de los pocos que no le trasladó su enhorabuena al nuevo presidente argentino una vez en el cargo, se han complementado con la fría y distante actitud del dirigente religioso, a pesar de compartir la misma nacionalidad. Ambos líderes se reunieron por primera vez en el Vaticano a principios de febrero, en un encuentro que duró menos de media hora, y que estuvo protagonizado por la ausencia de sonrisa alguna en el rostro de Papa Francisco en contraste con la constante mantenida por Macri. Pese a la anécdota, Macri, una vez en Argentina, desmintió que puedan existir fricciones entre los dos, aún por haber recibido una negativa por parte del Papa a la invitación de visitar Argentina.

En el plano nacional, no se han llevado a cabo grandes reformas estructurales, y hasta la fecha se ha optado por la cautela para paliar los costes políticos en el proceso de normalización del país. Una primera medida que se hacía necesaria, y que ha adoptado el Gobierno de Macri, ha sido la de levantar el cepo al dólar con el objetivo de devolver el flujo de dólares al país. La decisión ha permitido volver a la situación anterior a 2011, año en el que se impuso el cepo, y permitir importar y exportar libremente dólares a un tipo de cambio único con un tope de 2 millones de dólares mensuales por persona. Con ello, dejó regir el límite de 50.000 dólares que también tenían las empresas para importar sin autorización, lo que se tradujo en una pérdida para el país de más de 20.000 millones de dólares y la salida de muchas empresas tanto internacionales como locales. Los efectos de la nueva medida se hicieron patentes ya desde el primer día de su aplicación al corresponderle una devaluación del 42% de la moneda argentina, lo que permitió acortar la brecha entre el dólar oficial y el dólar blue, el que opera en el mercado negro, en casi cuatro pesos por dólar.

Otra medida polémica a nivel interno ha sido el despido masivo de miles de empleados públicos nombrados por el Gobierno anterior en diferentes áreas del Estado. Al despido de 2.035 empleados del Senado le siguieron otros pensados para, en palabras del Gobierno, “corregir el despilfarro del dinero público”, y aligerar la estructura del sector público. La eliminación de las retenciones al campo, el decreto de la emergencia energética, y la modificación de la Ley de medios han sido otras decisiones adoptadas internamente.

Hasta ahora el presidente Macri y su Gobierno han demostrado su voluntad y capacidad para volver a restablecer las relaciones con el mundo. Sin embargo, a nivel interno se han tomado pocos riesgos que podrían conseguir el efecto contrario, ser acusados de inmovilismo. No obstante, habrá que esperar hasta 2017 para que el cambio se torne en triunfo o, por el contrario, en un fracaso. De las reformas que se van a adoptar a corto plazo y de la capacidad de Macri de conseguir y/o mantener el apoyo de la oposición va a depender el rumbo del país.

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