Pablo Rubio
Pie de foto: Benjamin Netanyahu ha sido un poderoso aliado de Trump desde que llegó a la Casa Blanca. Ambos han cooperado para configurar un plan de paz para el conflicto palestino. REUTERS/LEAH MILLIS
Donald Trump quiere dejar su impronta en la historia del conflicto entre Israel y Palestina. El asesor de la Casa Blanca Jared Kushner, yerno del presidente, ha comenzado en el país hebreo una gira que lo llevará por diferentes países de Oriente Próximo. El diario israelí Yedioth Ahronoth ha informado de que, en el curso de estas visitas diplomáticas, Kushner invitará a los líderes de los países árabes a una reunión en la residencia presidencial de Camp David. El propósito de la cumbre es que el presidente Trump exponga su visión política y su plan para el futuro en lo que concierne a las complicadas relaciones entre Israel y los países árabes. La Casa Blanca prevé que el encuentro se celebre antes de las elecciones generales israelíes de mediados de septiembre.
La reunión que plantea Estados Unidos tocará los aspectos políticos de lo que Trump insiste en calificar como el ‘acuerdo del siglo’. Complementará a la cumbre que fue celebrada el pasado mes de junio en Manama, capital de Bahréin, en la que Kushner expuso a los líderes que decidieron acudir el plan económicode su administración para solucionar la situación de Palestina, dotado con 50.000 millones de dólares. No obstante, su éxito fue dudoso, ya que la parte implicada más importante, la Autoridad Nacional de Palestina, rechazó la propuesta y boicoteó los actos en respuesta al reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel por parte de la Casa Blanca.
Pie de foto: Jared Kushner, asesor de la Casa Blanca y yerno del presidente Trump, ha jugado un papel importante en la presentación del llamado ‘acuerdo del siglo’. AFP PHOTO/Matty Stern/U.S. Embassy Jerusalem
En esta ocasión, la acogida que tendrá la propuesta de Trump es incierta. A lo largo de su viaje, está programado que Kushner visite Egipto, Jordania, Qatar, Arabia Saudí-donde se reunirá con el príncipe heredero Mohammed bin Salman- y Emiratos Árabes Unidos. No es seguro que todos estos países acepten la invitación. Además, es previsible que las instituciones palestinas vuelvan a declinar la invitación. Quien es seguro que no asistirá a la reunión es el primer ministro hebreo Benjamín Netanyahu. Una fuente anónima de Washington citada por el Yedioth Ahronoth ha manifestado que su presencia podría suscitar el rechazo de los líderes árabes, lo que representaría un obstáculo en las conversaciones.
Sin embargo, la misma fuente apunta que Netanyahu, su gabinete y el embajador de Israel en Estados Unidos, Ron Dremer, han estado implicados en el diseño y el impulso de la conferencia. Igualmente, es probable que el contenido que exponga Trump, recoge el Times of Israel, tenga la aceptación del Ejecutivo de Tel Aviv. Aunque el plan no se hará público hasta pasados los comicios en Israel, se prevé que la propuesta contemple el reconocimiento de una institución palestina, no necesariamente de carácter estatal, con cierta presencia en Jerusalén.
La Casa Blanca busca revestir de simbolismo el proceso de paz que ha impulsado en los últimos meses. La elección de Camp David como marco de encuentro es significativa. Fue en ese mismo lugar donde, en 1978, el presidente Jimmy Carterauspició los acuerdos en virtud de los cuales Egipto aceptó reconocer oficialmente el Estado de Israel. El movimiento diplomático, que, más adelante, fue esgrimido como pretexto para el asesinato del presidente egipcio Anuar al-Sadat, marcó un hito importante en la consecución de la paz en la región de Oriente Próximo. De hecho, Al-Sadat y el primer ministro de Israel Menachem Begin fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz en 1978.
Pie de foto: Los acuerdos de Camp David (1978) marcaron un antes y un después en Oriente Próximo. En la imagen, de izquierda a derecha, Anuar al-Sadat, Jimmy Carter y Menachem Begin. Cortesía de Jimmy Carter Biblioteca/Archivos Nacionales vía REUTERS
Vientos electorales
El impulso que la administración Trump ha dado al proceso de paz en Palestina se interpreta, desde la prensa israelí, como un intento del actual presidente de anotarse un tanto de cara a la carrera electoralque se avecina en Estados Unidos. El éxito, aunque fuese modesto, en esta iniciativa podría contribuir a reforzar las aspiraciones de Trump a revalidar su mandato en la Casa Blanca.
El calendario electoral está todavía más apretado en Israel. Mientras que las presidenciales estadounidenses no tendrán lugar hasta noviembre de 2020, los israelíes están llamados a las urnas el día 17 del próximo mes de septiembre. Se trata de una repetición de las elecciones legislativas que se celebraron el pasado abril. El Likud de Netanyahu fue la lista más votada, pero el actual presidente no pudo sacar adelante un gobierno estable.
Con la nueva cita electoral en el horizonte, muchas formaciones políticas a izquierda y a derecha del Likud han empezado a moverse. El pasado lunes 29, se oficializó la presentación de la alianza Nueva Derecha, con la exministra de Justicia Ayelet Shaked al frente; un compendio de varios partidos de la derecha más radical del país que concurrieron por separado en abril. Igualmente, el centro izquierda se ha agrupado en la coalición Campo Democrático en torno a la figura del ex primer ministro laborista Ehud Barak. Además, seguirá estando en la pelea el partido Azul y Blanco del general Benny Gantz, que fue el gran rival de Netanyahu en los comicios de abril. El Yedioth Ahronoth afirma que apostar por el proceso de paz, aun sin estar presente en la cumbre que se celebre en Camp David, podría ser beneficioso para Netanyahu. Le daría la posibilidad de competir por el electorado centrista, más tendente, en teoría, a simpatizar con Gantz o Barak.
En la misma línea se interpretan las últimas medidas de Tel Aviv en materia de urbanismo en Cisjordania. El pasado martes 30, se aprobó un plan para construir 700 viviendas para palestinos en el área C de Cisjordania. La zona, aunque pertenece a Palestina, está ocupada por Israel. La agencia EFE, a través de una fuente gubernamental hebrea, detalla que el plan incluye, además, permisos para construir 6000 viviendas en asentamientos de colonos israelíes. El anuncio llega una semana después de que un operativo escoltado por las fuerzas armadas de Israel derribase unas setenta viviendas en el suburbio de Wadi al-Hummus, en Jerusalén Este. Se calcula que unos 350 palestinos perdieron sus propiedades como consecuencia de las demoliciones, que fueron condenadas por parte de la sociedad internacional.