Dos modos de ver el mundo: desde la Plaza Roja o desde la Plaza de San Pedro

- Más de 100 cardenales con León XIV y 29 líderes políticos con Putin
- Una gran ocasión para una gran parada militar
Menos de 24 horas separan dos muy recientes e importantes hechos de gran significado. Uno tiene lugar desde hace varias décadas tal día como hoy, 9 de mayo, puntualmente a las 10:00 de la mañana en horario de Moscú, las 09:00 hora peninsular española. Empieza al concluir el tañido de las diez campanadas del bello templo ortodoxo de San Basilio de la Plaza Roja de Moscú, el centro neurálgico de Rusia.

El otro acontecimiento, de alcance más histórico, ha ocurrido en la tarde de ayer, 8 de mayo, en la Plaza de San Pedro de Roma, el corazón de la Iglesia Católica y del Estado Vaticano. Su desenlace no tiene ni fecha ni hora conocida, pero desde hace siglos está precedido por una fumata blanca desde una chimenea instalada sobre la Capilla Sixtina, que anuncia al mundo que el conclave de cardenales ha elegido un nuevo Papa.
En el trascendental evento de Roma, el recién nombrado León XIV ha salido al balcón central de la fachada principal de la basílica de San Pedro para mostrarse ante expectantes decenas de miles de fieles y curiosos llegados de todo el mundo y congregados en gran recinto del Vaticano.
El rostro del nuevo Pontífice ya lo han difundido centenares de cadenas de televisión, que lo han dado a conocer a miles de millones de personas en los cinco continentes a través de las pantallas de los televisores, teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos. Cristianos y no creyentes ya conocen las primeras palabras del nuevo Papa, gracias a la enorme cantidad de medios de comunicación y redes sociales que han retransmitido sus iniciales y reiteradas peticiones en pos de la paz en la Tierra.

Más de 100 cardenales con León XIV y 29 líderes políticos con Putin
El caso de León XIV es muy distinto al de Vladimir Putin. Cada 9 de mayo, el hombre fuerte de Rusia preside una impresionante parada militar para conmemorar la derrota de la Alemania nacionalsocialista y el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, contienda bélica que, desde tiempos de Stalin, los rusos denominan la Gran Guerra Patriótica.
Tanto el nuevo Papa como el veterano presidente de Rusia han estado rodeados durante sus alocuciones por importantes personajes llegados de todas partes del Planeta. León XIV ha tenido apiñados en balcones próximos a buena parte de los 132 cardenales que, muy pocas horas antes, le habían aclamado como representante del apóstol San Pedro en la Tierra.

En el caso de Vladimir Putin, ha invitado a acompañarle en la tribuna de autoridades a los presidentes de China, Brasil, Guinea Ecuatorial y Venezuela, Xi Jinping, Lula da Silva, Teodoro Obiang Nguema y Nicolás Maduro, respectivamente. Todos ellos han escuchado en persona su discurso y presenciado en primera fila el impresionante desfile militar del 80 aniversario del llamado Día de la Victoria, que conmemora la rendición incondicional de Alemania firmada el 9 de mayo de 1945.
Para tan señalada ocasión, Putin también ha querido contar con la presencia de los máximos líderes políticos de otras 25 naciones africanas, asiáticas y europeas bajo la órbita de influencia de Moscú: Abjasia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bosnia-Herzegovina, Burkina Faso, Congo, Cuba y Egipto.
Una gran ocasión para una gran parada militar
No han faltado a la cita los presidentes de Eslovaquia, Etiopía, Guinea-Bisáu, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Mongolia, Myanmar, Osetia del Sur, Palestina, Serbia, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Vietnam y Zimbabue.
En el impresionante desfile militar de 2025 han tomado parte más de 10.000 militares en diferentes formaciones cerradas a pie. Tras ellos han pasado más de un centenar de avanzados carros de combate T-72B3M, T-80BVM y T-90M, las últimas versiones de vehículos de combate, piezas de artillería autopropulsada, sistemas de defensa aérea y misiles balísticos intercontinentales móviles, así como lo mejor de los aviones rusos de combate y helicópteros de ataque.

Con unas negociaciones estancadas entre Estados Unidos y Rusia en la capital de Arabia Saudí, para intentar alcanzar un alto el fuego o la paz en Ucrania a cambio de territorios, Putin ha hecho entrar en vigor una tregua unilateral con motivo de celebrarse el 80 aniversario de la derrota de Alemania ante los cuatro aliados, la Unión Soviética, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia.
Sin la presencia en la conmemoración de ningún alto dirigente político de alguna de las naciones de la UE o de la OTAN, Putin no ha tenido más remedio que llamar a su lado a sus fieles y a los que van camino de serlo. A ellos y al mundo entero les ha mostrado y transmitido que Rusia, a pesar de todo, sigue siendo una superpotencia nuclear, y que mantiene operativas unas fuerzas armadas renovadas, con experiencia de combate y alimentadas por su reorganizada y poderosa industria de defensa.

Unos ejércitos que están dispuestos a todo, con tal de apropiarse de los territorios ucranianos a los que el Kremlin aspira. Unos altos mandos militares que no van a dudar en defender lo que entienden por intereses nacionales de Rusia allí donde se encuentren. Lo anterior queda muy lejos de lo que acaba de propugnar León XIV: “tender puentes para buscar la paz”, en lo que, sin duda, la diplomacia vaticana seguirá trabajando de manera directa, indirecta o tangencial.