Pekín denuncia la injerencia de Washington en los asuntos internos y advierte del riesgo de una nueva escalada de las tensiones

El Senado de Estados Unidos aprueba una ley para armar a Taiwán por valor de 6.500 millones de dólares ante las críticas de China

photo_camera REUTERS/AL DRAGO - El senador estadounidense Robert Menéndez, demócrata de Nueva Jersey y presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado

Las tensiones entre China y Estados Unidos a cuenta del ‘caso Taiwán’ no remiten. La visita al enclave de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, filtrada en abril y efectuada a principios de agosto, levantó ampollas en Pekín, que interpretó el desplazamiento como una provocación de Washington contra su política de “Una sola China”. En cuestión de horas, Taiwán se convirtió en el objetivo de las mayores maniobras militares chinas con fuego real. Una demostración de fuerza para amedrentar a las autoridades de la isla. 

La Casa Blanca intentó disuadir a Pelosi de realizar el desplazamiento, pero la representante demócrata ya había tomado la decisión. Un mes después del sonado desplazamiento, es el Senado norteamericano quien mueve ficha en favor de Taipéi. El Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara alta, presidido por el senador Robert Menéndez, también demócrata, ha aprobado un proyecto de ley por valor de 6.500 millones de dólares para financiar a Taiwán en materia armamentística con el objetivo de “apoyar la seguridad de Taiwán y su derecho de autodeterminación”. 

Nancy Pelosi

Denominada como Ley de Política de Taiwán de 2022 y aprobada el miércoles en el Senado por un margen de 17 a 5, una señal de consenso bipartidista poco común en la actual política estadounidense, la propuesta busca reforzar “las capacidades defensivas” de la isla en caso de una hipotética agresión china. El texto obligaría a Biden a imponer sanciones contra cinco entidades bancarias chinas si Pekín decide “protagonizar una escalada de las tensiones significativa”, un nivel de amenaza equivalente a bloquear las conexiones de la isla o tomar parte de su territorio. 

Para entrar en vigor, la propuesta debe ser aprobada antes por el pleno del Senado y la Cámara de Representantes. Hay bastantes probabilidades de que salga adelante. Sería la única gran medida legislativa en recibir luz verde antes de las elecciones de mitad de mandato de noviembre. De llevarse a cabo, además, sería la primera vez que Estados Unidos financia el armamento de Taiwán. De hecho, la propuesta incluye la concesión a Taipéi de una línea de crédito por valor de 2.000 millones de dólares si decide armarse por adelantado para disuadir a Pekín de llevar a cabo alguna acción ofensiva.

Menéndez, que no ha evitado mostrarse crítico con algunas decisiones de Biden en materia de política exterior, matizó que el enfoque de la propuesta se basa en la disuasión, y que China no tiene nada que temer. “El proyecto de ley que aprobamos hoy deja claro que Estados Unidos no busca la guerra ni el aumento de las tensiones con Pekín. Todo lo contrario”, expresó el senador demócrata por Nueva Jersey a través de un comunicado. 

Ejército Taiwán

“Debemos tener claro a qué nos enfrentamos, al igual que tenemos que ser claros en nuestra respuesta”, añadió Menéndez en la misiva. “Estamos rebajando cuidadosa y estratégicamente las amenazas existenciales a las que se enfrenta Taiwán, elevando el coste de tomar la isla por la fuerza de forma que se convierta en un riesgo demasiado alto e inalcanzable”. Así justificó el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso el fortalecimiento de la ayuda a las autoridades taiwanesas. 

“A medida que China intensifica su retórica amenazante y su agresión militar, es imperativo que tomemos medidas ahora para reforzar la autodefensa de Taiwán antes de que sea demasiado tarde", subrayó Jim Risch, el representante republicano del Comité, quien llamó a adelantarse a China en una futura crisis con la intención de disuadir al presidente Xi Jinping “de invadir o coaccionar a Taiwán”. 

Pekín responde 

La reacción del Gobierno chino no se hizo esperar. Horas después de que el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU. diera luz verde al plan, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, intervino ante los medios de comunicación para denunciar lo que calificó como una injerencia de Washington en los asuntos internos de China que amenazaba con dinamitar los cimientos de las relaciones sino-estadounidenses. 

Xi Jinping

“Si el proyecto de ley sigue siendo deliberado, impulsado o incluso convertido en ley, sacudirá en gran medida los cimientos políticos de las relaciones entre China y Estados Unidos y causará consecuencias extremadamente graves para las relaciones entre China y Estados Unidos y la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”, amenazó el portavoz, antes de recalcar que “el principio de una sola China es el fundamento político de las relaciones entre China y Estados Unidos”.

La Casa Blanca rechazó de plano las acusaciones que apuntaban a un socavamiento de la política de “Una sola China”, aunque la Administración Biden presionó a los senadores demócratas para modificar algunas medidas del proyecto de ley que pudieran agrietar aún más los contactos diplomáticos con China, según avanzó Associated Press.

La política de “Una sola China”, vigente desde que Washington y Pekín normalizaran relaciones en 1979, establece el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la única autoridad del Gobierno de Pekín sobre China, a quien considera un único país. Esta base ha permitido mantener los vínculos diplomáticos, aunque Washington haya estrechado sus lazos con Taipéi. Por el momento, EE.UU. adopta una postura de “ambigüedad estratégica” sobre la defensa de Taiwán, dejando abierta la posibilidad de responder militarmente si la isla fuera atacada. 

Ejército Popular de Liberación China

De hecho, el inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, advirtió a principios de año que defendería a Taiwán de cualquier agresión china. Pekín, por su parte, reclama la soberanía de la que denomina como “isla rebelde” de Taiwán, y no descarta recuperar por la fuerza el control del enclave. Pekín y Taipéi no mantienen relaciones oficiales y, desde la llegada a la presidencia taiwanesa de Tsai Ing-wen en 2016, tampoco mantienen contactos informales. 

“Pero todavía no es el momento de una escalada incontrolada porque ni EE.UU. ni China quieren una confrontación”, escribe Carlota García Encina, investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas en el Real Instituto Elcano.

Coordinador América: José Antonio Sierra

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