Vladimir Karmirshalyan asegura que el objetivo de Turquía en esta guerra es eliminar cualquier vestigio del pueblo armenio para continuar con su “otomanización” del Cáucaso sur

Embajador de Armenia en España: “La única solución es reconocer la independencia de la República de Artsaj”

photo_camera PHOTO/ATALAYAR - Vladimir Karmirshalyan, embajador de Armenia en España

Azerbaiyán está en modo guerra total. Y Armenia, también. Ambos se encuentran inmersos en los combates más intensos desde el conflicto original a principios de la década de 1990 por el territorio de Nagorno-Karabaj (o Artsaj), un enclave étnico armenio dentro de Azerbaiyán.

Durante 26 años, la zona ha vivido una tregua congelada, interrumpida periódicamente por espasmos violentos.  Bakú, que advirtió a lo largo de los años que el uso de la fuerza sería el último recurso si se agotaba el proceso de paz, ha utilizado a su favor las Resoluciones tomadas por el Consejo de Seguridad en 1993 (822, 853, 874 y 884), que pedían a las tropas armenias que abandonaran todos estos territorios. Sin embargo, el 27 de septiembre, según el Ministerio de Defensa de Armenia, se produjo un ataque sobre asentimientos civiles en Nagorno-Karabaj, incluida su capital, Stepanakert. Por su parte, su homólogo azerí aseguró que cinco miembros de la misma familia murieron por un ataque aéreo armenio en territorio azerí.

Ereván tiene claro que el territorio de Nagorno-Karabaj conforma la República de Artsaj, y aunque ha querido mantener que se trata de un Estado independiente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo dictaminó en 2015 que es el Gobierno central de Ereván quien controla la administración local de Nagorno-Karabaj.

Nadie se pone de acuerdo en el estatus del territorio ni en quién comenzó la última escalada de violencia. Para unos una patria cercana a Armenia, para otros un enclave azerí, y mientras tanto, la cifra de fallecidos por el recrudecimiento del conflicto ya se eleva a más de 250 fallecidos, aunque no ha habido una cifra oficial por ninguno de los dos lados. 

Este viernes (un par de días después de realizar esta entrevista) el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, ha asegurado que no existe una solución diplomática porque Bakú solo quiere la militar.

El embajador de Armenia en España, Vladimir Karmirshalyan, cónsul en Vietnam de la Unión Soviética, embajador en Argentina y, desde el año pasado, embajador de Armenia en España solo ve una solución al conflicto: el reconocimiento de la independencia de Artsaj.

¿Qué pasó el 27 de septiembre en Nagorno-Karabaj?

Ese día, a las 6:00 de la mañana, los azeríes empezaron a entrar en territorio de Artsaj con tanques, artillería pesada, vehículos aéreos no tripulados… y no solo atacaron a Nagorno-Karabaj, ni a la frontera con Azerbaiyán, sino también el este de Armenia. 

¿Y así comenzó este nuevo capítulo en el conflicto?

Efectivamente. Nosotros no necesitábamos una guerra. Ya había una República, la de Arstaj que tenía todo lo que necesita un Estado independiente: poder ejecutivo, legislativo y judicial. Y, además, tenía relaciones internacionales, algo imprescindible para un país independiente.  No hablo de relaciones diplomáticas, pero representantes de la República de Artsaj han participado en eventos internacionales, y siempre delegados de Nagorno-Karabaj han sido invitados para presentar la visión de esta zona. Incluso tiene su Ministerio de Relaciones Exteriores, que posee relaciones muy estrechas con Armenia.

Nagorno-Karabaj, para muchos es un enclave, para nosotros es una patria. No solo es un territorio, es un lugar donde los armenios han vivido durante siglos.

Es un problema político. Nosotros nunca hemos tenido problemas religiosos o étnicos contra los azeríes ni los musulmanes.

Pero ningún país, ni siquiera Armenia, reconoce la República de Artsaj.

Sí. Ni Naciones Unidas, ni siquiera nosotros reconocemos formalmente la República. No lo queremos hacer de manera oficial porque nosotros estamos tratando de negociar y resolver este problema por la vía diplomática a través del Grupo Minsk. Si nosotros reconocemos esa parte sería dar a entender que no queremos una solución pacífica con Azerbaiyán, y es lo que queremos, encontrar la paz. 

En 1988 la población de Nagorno-Karabaj votó a favor de la independiente y en el 91, con la caída de la Unión Soviética, se estableció como República independiente -basándose en las leyes que existían en la URSS-, pero no se les reconoció esta independencia y Azerbaiyán se apropió e este territorio, que Stalin con la bolchevización había regalado a Bakú.

Fuerzas enfrentadas en el conflicto

El 90% de la población de Nagorno-Karabaj es cristiana. ¿Se trata de un conflicto étnico, religioso o político?

Es un problema político. Nosotros nunca hemos tenido problemas religiosos o étnicos contra los azeríes ni los musulmanes. Hay más de seis millones de armenios repartidos por todo el mundo, en países como Líbano o Irán y nunca ha habido ninguna clase de problemas. Ellos sí.  En Stepanakert, la capital, los azeríes destruyeron una iglesia durante una misa, mientras había personas rezando. Pero las 150.000 personas que viven en Nagorno-Karabaj no se van a rendir. Son muy fuertes y se mantendrán en el lugar, no lo abandonarán.

Ankara está involucrada porque no pudo terminar lo que empezó en 1915 con el genocidio armenio. Lo que quieren es acabar con nosotros. Los armenios somos el último obstáculo cristiano en la ruta de Turquía hacia la otomanización e islamización

¿Qué papel está jugando Turquía?

El primer día, el 27 de septiembre, ya volaron aviones turcos por la zona. Desde hacía varias semanas, el Ejército turco estaba realizando entrenamientos militares con las Fuerzas Armadas azeríes, y unos 600 soldados turcos participaron en estos ejercicios.

Trasladaron armamento turco para estos ejercicios y una vez que los oficiales turcos abandonaron la zona, aunque bastantes se han quedado luchando, Azerbaiyán está utilizando este armamento para la guerra. Para Bakú solo hay una solución, y es la fuerza. El otro día Erdogan, el hermano mayor de Azerbaiyán dijo que estaba con sus hermanos azeríes hasta el final. Pero nosotros sabemos muy bien que cualquier guerra termina en una mesa de negociación. También sabemos, y así lo han demostrado instituciones como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, del envío de mercenarios a la zona de conflicto. 

¿Qué intereses tiene Erdogan?

Nagorno-Karabaj es una zona bastante rica y por eso Turquía tiene intereses, pero también muchos países europeos como Gran Bretaña o Rusia.

Ankara está involucrada porque no pudo terminar lo que empezó en 1915 con el genocidio armenio. Lo que quieren es acabar con nosotros. Los armenios somos el último obstáculo cristiano en la ruta de Turquía hacia la otomanización e islamización. Erdogan quiere ser un emperador de este imperio otomano del siglo XXI y por eso tiene que eliminar ese obstáculo que es Armenia. Turquía es el único país que no solamente no reconoce el genocidio armenio, sino que lo niega. Ellos trataron de eliminar a todo el pueblo armenio.  Dijeron “si no hay armenios no hay problema” entonces un millón de armenios fueron masacrados.

Un hombre llora sobre la tumba de un compañero de lucha en Stepanakert

¿Y Rusia? Siempre se ha mostrado pro-Armenia.

Con Moscú la situación es algo diferente porque tiene que mantener buenas relaciones con ambas partes. Rusia es uno de los tres países, junto con Estados Unidos y Francia, que conforman el Grupo de Minsk, y posee intereses estratégicos y económicos tanto con Armenia como con Azerbaiyán. Intenta equilibrar, pero hay que tener en cuenta que Armenia forma parte del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), liderada por Rusia y si un tercer estado ataca a Armenia, los miembros de la OTSC intervendrían en el conflicto defendiendo a Armenia. Pero espero que no se llegue a esta situación, porque se transformaría en un conflicto regional. También hay que tener en cuenta la cercanía con Irán. Las batallas se están librando al lado de la frontera iraní, por lo que no conviene que se convierta en un conflicto regional.

Hace una semana se declaró un alto el fuego humanitario, pero ninguna de las partes lo ha respetado.

El 17 de octubre, los Ministerios de Armenia y Azerbaiyán emitieron una declaración simultánea de alto el fuego humanitario para que se pudieran sacar los cadáveres de las calles, pero Azerbaiyán rechazó la ayuda de Cruz Roja para recoger los cuerpos de las víctimas y todavía hay muchos soldados en las calles.

El alto el fuego se logró gracias al Grupo de Minsk de las OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) y en gran parte al trabajo del presidente francés, Emmanuel Macron. Las declaraciones de los representantes azeríes de que no cesarán las hostilidades hasta el final victorioso de la guerra, acompañadas por las del presidente turco demuestran la total falta de voluntad para cumplir los compromisos de paz. Minutos después del alto el fuego humanitario, las fuerzas azeríes reanudaron los ataques y el 18 de octubre lanzaron un ataque a gran escala en el frente sur. 

Desde la Unión Europea se ha pedido a ambas partes que cesen las hostilidades

Todas las organizaciones internacionales, la ONU y el Consejo de Seguridad, la Unión Europa, Josep Borrell como alto representante de la diplomacia europea, han pedido el cese de las hostilidades y la solución pacífica. Lo más importante es el cese el fuego. La decisión duradera solo puede ser la proclamación de la independencia de la República de Artsaj. Ninguna persona de Nagorno-Karabaj va a aceptar vivir bajo la administración azerí.

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