La invasión rusa de Ucrania lo ha cambiado todo. En primer lugar, ha hecho descender al pueblo ucraniano a los infiernos. Después, ha derribado la arquitectura de seguridad europea vigente desde el final de la Guerra Fría y ha dejado en papel mojado el orden internacional basado en normas. Además, ha desatado una crisis a todos los niveles que se cierne con virulencia sobre África y Oriente Próximo, las regiones más vulnerables. Por el camino, sin embargo, la guerra de Putin ha conseguido reforzar políticamente a una Unión Europea en horas bajas, convirtiéndola en una máquina engrasada para actuar con contundencia, casi al unísono.
Para analizar las implicaciones de la invasión de Ucrania en el espacio europeo, los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han acogido este miércoles en su sede de San Lorenzo del Escorial el inicio de unas jornadas organizadas por el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, presidido por el catedrático de Relaciones Internacionales de la casa, Francisco Aldecoa, encargado de inaugurar el curso con la compañía del secretario de Estado para la Unión Europea, Pascual Ignacio Navarro Ríos.
El invitado estrella de la jornada ha sido el secretario general adjunto para Asuntos Políticos y director del Servicio de Acción Exterior Europeo (SAEA), Enrique Mora, mano derecha del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y veterano diplomático. Físico de formación, pero político de profesión, el español es una figura clave en el organigrama exterior de la UE, bregado en incontables disputas y negociaciones. Esta vez, Mora ha desgranado el papel de los Veintisiete tras el estallido de la guerra de Ucrania.

El secretario general adjunto del SAEA arrancó con una anécdota: “Estaba en enero en Viena, durante las negociaciones para reanudar el acuerdo nuclear con Irán, cuando me llamó Borrell y me dijo que fuera a Moscú porque estábamos volando a ciegas. El origen del problema, si recuerdan, es que Rusia puso tres condiciones a la OTAN, de las cuales dos eran innegociables. Cuando pones una condición y sabes que te la van a rechazar tienes que tener un plan B, pero no lo tenían”. Mora cuenta después cómo sus interlocutores del Ministerio de Exteriores ruso le confiesan la razón por la cual Moscú decide caldear el ambiente: “¿Por qué ahora? Porque nosotros somos más fuertes que nunca y vosotros más débiles que nunca”.
“Aquello era una preparación para invadir Ucrania cinco semanas después. En principio, la ofensiva iba a ser sorpresa, pero la inteligencia estadounidense fue extremadamente precisa. No engañaron a nadie como hicieron en Irak, sino que sucedió”. En este período, Bruselas preparaba la primera ronda de sanciones. Para cuando atacaron, el borrador con las primeras restricciones estaba listo. “Hay que valorar la rapidez de las sanciones, impuestas en tres días, con recursos que jamás había hecho y por unanimidad de todos los socios”, apuntó el diplomático.
Mora hizo un alegato para mantener la ayuda económica y militar prestada a Ucrania: “Si Rusia para mañana, la guerra se para. Si Ucrania para mañana, desaparece. La intención aquí de las sanciones es debilitar a Rusia. No como en Venezuela, donde el objetivo es cambiar comportamientos. No, aquí se trata de debilitar a Moscú”. “Cuando Putin dice «nos están declarando la guerra» tiene razón, lo estamos haciendo”, remató. El debate, sin embargo, se enfoca ahora en definir si las sanciones son efectivas o no. Sea cual sea la respuesta, Mora tiene claro que Putin no va a parar su campaña de agresión.
La Unión Europea está unida en este asunto, al menos de momento. El bloque occidental se ha reforzado, como quedó demostrado en la Cumbre de la OTAN de Madrid. El alineamiento entre Washington y Bruselas es evidente. Occidente está unido, sí, pero está solo. El denominado Sur Global ha mandado un mensaje distinto, orientado a los asuntos crematísticos. El secretario general adjunto del SAEA es consciente de las crisis que afronta este área, los nuevos No Alineados: “El primero en caer ha sido Sri Lanka [con el estallido de las protestas tras el colapso económico que han provocado la dimisión del presidente, Gotabaya Rajapaksa], calculamos que puede haber entre 12 y 18 países que sigan la misma senda”. Aun así, hay que tratar de convencerlos.

“Lo que ha sucedido en Ucrania pone en cuestión el proyecto europeo basado en la paz, la prosperidad y los partenariados”, advirtió Mora. La arquitectura de seguridad queda arrasada, la economía social de mercado y libre comercio, en la que los alemanes confiaban para domar las ambiciones de Rusia, puesta en cuestión y las relaciones bilaterales diluidas por la pérdida total de confianza. Aunque el diplomático reconoce que la UE mantiene abiertas vías de diálogo con el Kremlin porque “sería un error no hacerlo”. Estas conversaciones quedan sometidas a fuertes medidas de seguridad para evitar filtraciones.
“Tenemos que prepararnos para una Unión Europea de la Defensa –subrayó Mora–. Si Trump o alguien como él es presidente de Estados Unidos a partir de 2024, el 70% de lo acordado en Madrid, en la Cumbre de la OTAN, no funcionará”. Los Veintisiete han subcontratado la seguridad a Washington, fundador y cabecilla de la organización. El número dos de Borrell apuesta por desarrollar en este sentido la autonomía estratégica, que en un principio solo se definió en términos de Defensa, pero que hoy abarca más áreas.
“Putin planteó una guerra moderna, al estilo de Estados Unidos”, añadió secretario general adjunto del Servicio de Acción Exterior. “Uno de los detalles ha sido la incompetencia del Ejército ruso. Rozó el ridículo, no fue capaz de hacerlo, pero Putin no se va a detener. Si seguimos con este modelo de guerra, el conflicto se va a prolongar”, vaticinó Mora, quien sostuvo además que Rusia va a declarar la anexión del Donbás en cuanto consiga el territorio: “En ese escenario, la repuesta ha de ser brutal e inmediata”.