La historia de Libia cambió por completo el 20 de octubre de 2011. Aquel día Muammar Gadafi resultó herido por un ataque aéreo de la OTAN y posteriormente linchado y asesinado por las milicias de Misrata. Aquella noche fue una jornada en la que el miedo vino acompañado de la esperanza. En 2011, Libia estaba decidida a iniciar la transición hacia una democracia que pusiera fin a más de cuatro décadas de dictadura. Sin embargo, esta esperanza quedó sepultada bajo las cenizas de una guerra civil que llevó al país a convertirse en una grave amenaza para sus vecinos mediterráneos.
La intervención de la OTAN para derrocar a Gadafi fue el principio del fin. Desde entonces Libia se encuentra en un laberinto sin salida. La injerencia extranjera en este conflicto podría convertir este país en una “nueva Siria”, tal y como manifestó hace apenas tres semanas el director de la empresa estatal petrolera de Libia. Aún así, el ministro de Interior del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), Fathi Bashagha, cree que, ahora más que nunca, es necesaria la intervención de EEUU en Libia, por lo que ha admitido que el GNA no se opone a la creación de una base estadounidense en Trípoli, para así contrarrestar la creciente influencia de Rusia y China en África.

Bashagha ha hecho estas declaraciones después de que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, presentara un plan para hacer frente a las que considera dos grandes amenazas contra su seguridad nacional: China y Rusia, según ha recogido el periódico Asharq Al-Awsat. “El Gobierno de Acuerdo Nacional no se opondría a la creación de una base estadounidense en nuestra región. Esta base serviría para para combatir el terrorismo y el crimen organizado. En definitiva, una base estadounidense conduciría a la estabilidad”, ha señalado Bashagha a Bloomberg.
Hace más de un año, el Gobierno de Estados Unidos presentó una nueva estrategia hacia África para evitar que Rusia y China obtuviesen ventajas económicas y políticas en el continente. “Estados Unidos ahora escogerá con más cuidado a sus socios africanos (...) Las grandes potencias rivales, China y Rusia, extienden rápidamente su influencia financiera y política en África”, manifestó el por aquel entonces asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton. Desde entonces Libia ha indicado en reiteradas ocasiones que esta estrategia de redistribución en África “no es clara para Libia”, instando a Estados Unidos a “incluir a este país en sus planes para no dejar espacio a Rusia”.

“Libia es importante en el Mediterráneo. Tiene riqueza petrolera y una costa de 1.900 kilómetros y puertos que permiten a Rusia verla como la puerta de entrada a África”, continuó Bashagha. A finales de enero, el secretario de Defensa informó de que Estados Unidos no retiraría todas sus tropas de África, aunque sí que pretendía crear una nueva estrategia cuya prioridad fuera contrarrestar la influencia en el panorama internacional de Rusia y China. Estados Unidos tiene alrededor de 6.000 soldados en África, incluidos los que custodian las instalaciones diplomáticas, según un alto cargo del área de Defensa.
Bashagha también ha advertido que el respaldo de Rusia a Haftar forma parte de un plan para ampliar su influencia en la región, alegando que los rusos no están en Libia solo por apoyar a las tropas lideradas por Haftar. En este sentido, el investigador del Instituto Clingendael, Jalel Harchaoui, ha asegurado que el hecho de que el GNA haya invitado a Washington a instalar una base en Trípoli “no es algo nuevo”. “Esta ha sido la posición de Misrata durante años. No hay nada nuevo aquí. A principios de abril de 2019, después de que comenzase la ofensiva en Trípoli, Africom abandonó el país. Esta fue una clara indicación de la actitud distante de Washington hacia Libia”.

En 2019, debido al aumento de disturbios en Libia, un contingente de tropas que participaban en la misión del Africom fueron retiradas temporalmente del país en respuesta a las condiciones de seguridad sobre el terreno. Según Harchaoui, la Administración Trump está interesada en salir de África, no en quedarse ni en afianzar su posición en la región, han informado varios medios libios.
Por otro lado, el presidente de la Corporación Nacional de Petróleo (NOC) de Libia, Mustafa Sanalla, ha pedido una intervención urgente de EEUU para ayudar a poner fin al embargo de petróleo libio. Sanalla hizo esta petición en una reunión con el embajador de Estados Unidos en Túnez, Richard Norland. Durante este encuentro ambos representantes debatieron sobre el impacto económico y humanitario de los recientes ataques en el puerto de Trípoli y el bloqueo petrolero.
“El embajador de los Estados Unidos, Norland, y yo acordamos que se debe permitir que el sector de petróleo y gas opere en beneficio de todos los libios, ya que representa el único ingreso para el estado. Eso significa poner fin al bloqueo, que está causando graves daños a la economía del país”, aseguró Sanalla al finalizar este encuentro. “Tengo la esperanza de que Estados Unidos continúe sus esfuerzos para negociar la paz y que la economía de Libia pueda reconstruirse lentamente. Necesitamos urgentemente el liderazgo de Estados Unidos para ayudar a poner fin al embargo de petróleo, no solo para evitar una crisis financiera, sino para evitar daños importantes en la infraestructura nacional”, añadió.

Varias semanas antes y en una entrevista concedida a la cadena de televisión británica BBC, Sanalla pidió Estados Unidos, Francia y Reino Unido que hagan más para impedir la interferencia extranjera en el conflicto. Libia está sumida en una espiral de inestabilidad desde 2011 cuando una intervención respaldada por la OTAN en el país derrocó al dictador Muammar Gadafi. Desde 2014, la nación del norte de África se ha visto envuelta en una cruel guerra civil entre las facciones oriental y occidental. Este conflicto se recrudeció cuando las tropas del mariscal de campo, Jalifa Haftar, iniciaron una ofensiva contra la capital libia. Esta guerra enfrenta a Haftar, jefe del Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés) y al Ejecutivo liderado por Fayez Sarraj, reconocido internacionalmente y asentado en Trípoli.
El enfrentamiento entre Haftar y las tropas de Sarraj ha convertido a Libia en una región masacrada por la proliferación y el contrabando de armas, el tráfico de personas o el aumento constante de violencia. El futuro de Libia depende de los propios libios y de todas y cada una de sus decisiones. Sin embargo, en algunos aspectos seguirán necesitando apoyo exterior, un apoyo que debería limitarse a encontrar una salida pacífica a este conflicto.
Si Estados Unidos o sus aliados internacionales entrasen en el conflicto de Libia tendrían que evitar que la inestabilidad volviese al país, tal y como ocurrió tras la muerte de Muammar Gadafi. ¿Volverá Estados Unidos a Libia casi un año después de haber retirado sus tropas? ¿De qué forma afectará a la región esta intervención en caso de que se produzca? El Ejecutivo estadounidense tendrá que decidir si quiere intervenir para acabar con la tiranía que ocupa cada rincón de Libia o si prefiere enfocar su estrategia a contrarrestar la influencia de China y Rusia en el mundo. Aun así, todo parece indicar que una intervención estadounidense en el conflicto no traería necesariamente la paz para Libia.