Estados Unidos distribuye en Naciones Unidas la proclamación del reconocimiento del Sáhara como territorio marroquí
La embajadora permanente de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Kelly Craft, se aseguró que la resolución emitida el pasado mes de diciembre por el hasta hoy presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara haya sido distribuida como documento oficial del Consejo de Seguridad al resto de Estados miembro.
El texto lo acompañó de una carta en la que remarca que el 10 de diciembre de 2020, cuando la Administración Trump hizo el polémico anuncio, reconoció que todo el territorio del Sáhara Occidental “forma parte del Reino de Marruecos”.
La carta, expresamente dirigida al presidente del Consejo de Seguridad y enviada también al secretario general de la ONU, António Guterres, subraya que la propuesta de autonomía marroquí “es la única base para una solución justa y duradera que ponga fin a la disputa por el territorio del Sáhara Occidental”.
El comunicado presentado por Estados Unidos el pasado mes de diciembre aseguró que “un Estado saharaui independiente no es una opción realista para resolver el conflicto. La autonomía es la única solución posible”. En base a esta postura, animaron a las partes a entablar negociaciones, utilizando el plan de autonomía defendido por Marruecos como el marco negociador para conseguir “una solución mutuamente aceptable”.
La publicación de la carta de la embajadora estadounidense llega poco después de que el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Nasser Bourita, y el secretario adjunto para Oriente Medio y África Norte, David Schenker, presidieran una conferencia ministerial para debatir sobre el plan de autonomía, en la que participaron 40 países.
Estados Unidos ha continuado con su política de reconocimiento buscando estrechar lazos económicos con Marruecos estableciendo un consulado en la ciudad saharaui de Dajla.
El pasado 10 de enero a dos días del cese de la presidencia de Trump, el embajador de Estados Unidos en Marruecos, David Fischer y el mencionado secretario adjunto, David Schenker, visitaron Dajla, en lo que fue la primera vez en la historia que diplomáticos estadounidenses visitan oficialmente la importante ciudad portuaria.
La Embajada estadounidense en Marruecos afirmó en su cuenta de Twitter que se trataba de “un día histórico para la fuerte amistad” entre los dos países.
El apoyo de Washington a Rabat en la cuestión saharaui se entiende en el marco de la búsqueda de Estados Unidos de países árabes que reconozcan a Israel y normalicen relaciones diplomáticas con su mayor aliado en Oriente Medio.
Poco después de ser conocida la decisión de Donald Trump, su antiguo consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, pedía al presidente electo Joe Biden que revocara el reconocimiento del Sáhara como territorio marroquí, asegurando que era “un error que la nueva Administración debía corregir”. Postura también mantenida por un sector del Partido Republicano que no consideraba necesario el reconocimiento para que Marruecos llegase a un acuerdo con Israel, que a su juicio ya iba bien encaminado.
Cuando Biden se instale en la Casa Blanca tendrá que decidir si sigue adelante con el paso dado por Trump o da marcha atrás y continúa con la política mantenida por las anteriores administraciones. Todavía se desconoce la postura que adoptará, más aún cuando al menos al inicio de su mandato estará más enfocado en la política interna que en los asuntos exteriores.
La decisión de reconocer al Sáhara Occidental como territorio marroquí se une a otras medidas de última hora adoptadas por la Administración Trump en las últimas semanas de su mandato, que son vistas como un intento de pacificar Oriente Medio.
A la cuestión del Sáhara se suma la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, el incremento de las sanciones contra Irán, la acusación contra China de cometer genocidio contra los uigures en Xinjiang, la designación de los rebeldes hutíes de Yemen como organización terrorista y la eliminación de las restricciones a los contactos oficiales entre altos funcionarios taiwaneses y estadounidenses.