Etiopía y Sudán intercambian 62 prisioneros capturados durante la disputa fronteriza por Al-Fashaga

Jartum y Addis Abeba caminan un paso más hacia la reconciliación en el conflicto fronterizo de Al-Fashaga –una región de tierra muy fértil y rica en reservas petroleras ubicada al noreste de Sudán, y legalmente bajo control de Jartum, aunque en la práctica habitada por amharas de nacionalidad etíope. El intercambio de 62 prisioneros entre las fuerzas armadas sudanesas y su contraparte etíope, en el paso de Al Qalabat –cercano a la línea que separa ambos países–, así lo ha evidenciado.
El comunicado de prensa emitido este lunes por Sudán tras la operación recogía los detalles del intercambio: las partes, reunidas en Matamah y auspiciadas por operarios de la Cruz Roja internacional, entregaron el pasado domingo a los 62 prisioneros en total –53 soldados y etíopes y 9 individuos sudaneses, de los cuales siete eran civiles, y dos, militares de los cuerpos de seguridad– en el marco de una atmósfera de “cooperación positiva y de coordinación entre ambas partes”.
Mientras las autoridades sudanesas anunciaban el intercambio –e, incluso, el coronel jefe de la División de Inteligencia Militar dirigida por la Segunda División de Infantería, Suileiman Abu Halima, y el teniente coronel portavoz de las Fuerzas Armadas, Nabil Abdulá, afirmaron que este paso demostraba las intenciones de las Fuerzas Armadas sudanesas de colaborar con los protocolos internacionales y de salvaguardar los derechos humanos–, Etiopía se demoró en su notificación. Hasta pasado el mediodía (las 15:00 horas en el país africano) Addis Abeba no hizo pública ninguna clase de información.

Los 62 prisioneros intercambiados fueron detenidos durante los enfrentamientos etíope-sudaneses que estallaron en el año 2020 por el control de la región de Al-Fashaga. Y es que el territorio –que en 2008 ya se había reconocido de manera oficial por ambos bandos como parte de Sudán– se convirtió de nuevo en motivo de disputa cuando el nuevo Gobierno etíope (instaurado en 2018) consideró que la mayor etnia de Al-Fashaga, la etnia amhara, no había sido consultada por el Gobierno del Frente de Liberación Popular de Tigray para la redacción del acuerdo de 2008.
Una situación que en el año 2020 sienta las bases para que, cuando el etíope Abiy Ahmed Alí, Premio Nobel de la Paz en 2019, ordenó el lanzamiento de una ofensiva contra Tigray –fronterizo con la región de Al-Fashaga–, Jartum aprovechó para desplegar sus tropas a la región que –sobre el papel– le pertenece. Dio comienzo el enfrentamiento directo entre ambas partes.

Desde aquel momento, y hasta el día de hoy, Jartum se ha amparado en el argumento de que los agricultores etíopes de la región se encontraban cultivando dentro de su territorio bajo la protección de milicias de Addis Abeba, mientras que este último acusaba a su contraparte de expulsar a los granjeros amharas y de realizar “ataques organizados” en el lado etíope de la frontera. Decenas de soldados de ambos bandos perdieron la vida en los combates.
Ahora, las posturas de Jartum y Addis Abebas –ya enfrentadas por cuestiones internacionales clave como la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope, que genera preocupación sobre el acceso al agua del río Nilo en países como Egipto o Sudán– se mantienen opuestas entre sí en lo que al conflicto de Al-Fashaga se refiere. Sudán defiende que no hay ninguna disputa fronteriza, que el territorio le pertenece tal como recoge el acuerdo de 1902 firmado con la entonces potencia colonial, Gran Bretaña. Etiopía, por su parte, aboga por encontrar una solución amistosa al conflicto que tenga en cuenta la situación de los habitantes amharas que pueblan Al-Fashaga.