La situación en la ciudad de Hasaka, al noroeste de Siria, continúa siendo crítica. Después de que combatientes del Daesh atacasen la cárcel de Ghwayran para poner en libertad a otros militantes, los enfrentamientos entre las las SDF (Fuerzas Democráticas Sirias) y los yihadistas se han acentuado.
El pasado jueves por la noche, combatientes del Daesh explotaron un camión cisterna cerca de la prisión, controlada por los kurdos, mientras otros atacaban el recito con armas pesadas. En la ofensiva fallecieron 77 yihadistas y 39 militantes kurdos, según informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). Esta operación ha sido la más relevante realizada por el grupo terrorista desde la caída del “califato"en 2019.
La cárcel de Ghwayran alberga a unos 5.000 yihadistas procedentes de 30 países del mundo, incluidos peligrosos líderes de la organización y menores. Muchos países occidentales se han negado a repatriar y procesar a sus ciudadanos, dejándolos en manos de las autoridades sirias que, en numerosas ocasiones, no pueden hacerse cargo de tantos extremistas.

“El Daesh sigue siendo una amenaza para la región. El centro de detención que alberga a miles de combatientes yihadistas y las células durmientes son una gran amenaza. Se debe encontrar una solución para mantener la región estable y segura”, escribió en Twitter Sinam Mohamad, representante del Consejo Democrático Sirio (SDC) en Washington.
Durante el ataque y el posterior motín contra las fuerzas de seguridad de la cárcel fueron liberados 800 presos afines al Daesh, aunque las SDF ya han logrado capturar a más de 100.
Estados Unidos, además de condenar el ataque, apoyó a las fuerzas kurdas con ataques aéreos, según informó el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby. Washington “reconoce que la amenaza yihadista no ha desaparecido, por lo que seguimos enfocados en eso”, añadió.

De acuerdo con la agencia AFP, al menos 123 personas han muerto en cuatro días de combate. La mayoría de las bajas han sido de combatientes de ambos bandos, aunque 4.000 civiles han sido desplazados de los alrededores, según informa el gobernador de Hasakah, Ghassan Khalil, a Middle East Eye.
El medio de comunicación con sede en Londres también recoge testimonios de algunos ciudadanos que han huido de sus casas. “Los combatientes del Daesh están entrando en las casas y matando a gente”, declaró un hombre de 30 años a AFP. “Nos fuimos por los enfrentamientos. Temíamos por nuestros hijos”, añadió una mujer de 38 años. Farhad Shami, portavoz de las SDF, denunció que los yihadistas usan a los civiles como escudos humanos.
En la misma semana en la que se produjo el ataque a la cárcel, varios hombres armados del Daesh asesinaron a 11 soldados del Ejército iraquí en la provincia de Diyala. Por otra parte, el mes pasado, una ofensiva del Daesh mató a 10 personas, incluidos siete Peshmerga kurdos en el norte de Irak. También, en la región siria de Deir ez-Zor se ha experimentado un aumento en la actividad de células yihadistas.

Estos ataques demuestran que las células durmientes del Daesh están más despiertas que nunca. Las autoridades kurdas han advertido en varias ocasiones que no tiene capacidad para hacer frente a los grupos yihadistas de la región. Por este motivo, las SDF y el SDC han pedido refuerzos a sus aliados de la coalición internacional para controlar la zona y también los centros penitenciarios.
En este sentido, Clara Moore, investigadora con sede en Siria en el Centro de Información de Rojava (RIC), insta a la comunidad internacional a “ofrecer un apoyo más serio” a los aliados kurdos en el región. “El ataque en Hasaka deja claro la amenaza continua que representa el Daesh”, añade Moore a MEE.